Interaccionismo y Constructivismo

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El interaccionismo y el constructivismo son dos marcos teóricos clave que enriquecen nuestra comprensión de la dinámica en la ciencia política.

El interaccionismo es una teoría que se centra en las relaciones entre individuos para descifrar el comportamiento político. Postula que los individuos no son simplemente el producto de su entorno o de las estructuras sociales, sino que desempeñan un papel activo en la conformación y transformación de estas estructuras a través de sus interacciones. En un contexto político, el interaccionismo puede ayudar a analizar cómo interactúan los políticos, los burócratas y los votantes, y cómo estas interacciones determinan las políticas públicas y los resultados electorales.

Por otro lado, el constructivismo se centra en cómo los actores políticos utilizan sus ideas y creencias para construir su realidad social y política. Según este enfoque, las estructuras políticas y sociales no están preestablecidas, sino que son construidas por los actores políticos a través de sus discursos, ideas y acciones. El constructivismo, en el campo de la ciencia política, explora cómo las creencias e ideas de los actores políticos conforman las estructuras políticas y las políticas públicas.

Estos dos marcos teóricos pueden utilizarse conjuntamente para comprender mejor la política. Por ejemplo, el interaccionismo puede utilizarse para examinar cómo los actores políticos trabajan juntos para desarrollar políticas, mientras que el constructivismo puede utilizarse para analizar cómo estas políticas están influidas por las ideas y creencias de estos actores.

Interaccionismo y constructivismo

El interaccionismo y el constructivismo son dos marcos teóricos esenciales que han surgido de contextos de producción distintos y han conformado nuestra comprensión de los procesos sociales y políticos.

Interaccionismo

El interaccionismo, en particular el simbólico, hunde sus raíces en la Escuela de Chicago de principios del siglo XX. Los rápidos y masivos cambios que experimentó la ciudad de Chicago en aquella época sirvieron de telón de fondo para el desarrollo de este enfoque teórico.

Chicago pasó de ser una pequeña ciudad a una próspera metrópolis en sólo unas décadas, con una población que se disparó debido a la inmigración y la migración interna. Esto provocó profundos cambios en la estructura social y espacial de la ciudad. Recién llegados de diferentes orígenes étnicos y culturales se han asentado en barrios distintos, creando un mosaico de comunidades culturales en la ciudad. Ante estos cambios, los sociólogos de la Escuela de Chicago trataron de entender cómo interactuaban los individuos y los grupos en estos nuevos entornos urbanos. Empezaron a desarrollar teorías interaccionistas que destacaban el papel de las interacciones sociales en la formación de la identidad individual y colectiva, la construcción de comunidades y la creación del orden social. Los sociólogos de la Escuela de Chicago, como Robert E. Park, Ernest Burgess y Herbert Blumer, desempeñaron un papel crucial en el desarrollo del interaccionismo. Hicieron hincapié en la observación directa de las interacciones sociales y utilizaron métodos de investigación innovadores, como el estudio etnográfico y la observación participante, para estudiar las interacciones sociales en las metrópolis cambiantes.

El interaccionismo nació así de un esfuerzo por comprender las transformaciones sociales y espaciales que tenían lugar en una metrópolis en rápida transformación. Sigue siendo un enfoque teórico clave en sociología y ciencias políticas, que ayuda a explicar cómo las interacciones sociales dan forma a los individuos, los grupos y la sociedad en su conjunto.

Los sociólogos de la Escuela de Chicago fueron de los primeros en abordar estos retos complejos e interrelacionados. Su trabajo puso de relieve las dificultades de integración social, profesional y cultural a las que se enfrentaban los recién llegados a la ciudad. Observaron cómo estos retos conducían a una etnización de la ciudad, con diferentes grupos étnicos asentándose en barrios distintos, creando un complejo "mosaico étnico". También estudiaron la aparición de la marginalidad social, incluida la delincuencia, en este contexto urbano cambiante. Los fenómenos de marginalidad y desviación social, como las bandas y la delincuencia organizada, fueron una de las principales preocupaciones de estos sociólogos. Trataban de entender por qué determinados individuos y grupos decidían dedicarse a actividades ilegales y cómo su entorno social y económico determinaba esas decisiones. Los trabajos de la Escuela de Chicago sobre la desviación social han sido especialmente influyentes. Investigadores como Clifford R. Shaw y Henry D. McKay desarrollaron la teoría de la desorganización social, que sugiere que la delincuencia es principalmente el resultado de la desintegración de las instituciones sociales tradicionales en las zonas urbanas desfavorecidas. Esta teoría ha influido profundamente en la forma en que hoy entendemos la delincuencia y la desviación. Los sociólogos de la Escuela de Chicago fueron pioneros en el estudio de los fenómenos urbanos y los problemas sociales asociados a la rápida urbanización e industrialización. Su enfoque interaccionista allanó el camino para una comprensión más matizada de cómo los individuos y los grupos interactúan con su entorno social y cómo estas interacciones dan forma a sus experiencias y comportamientos.

El interaccionismo, tal como lo concibe la Escuela de Chicago, sitúa la interacción en el centro de la experiencia social. Este enfoque hace hincapié en la idea de que el comportamiento individual está determinado por las interacciones y los intercambios con los demás. En otras palabras, los individuos no actúan de forma aislada, sino que están constantemente inmersos en un proceso de interacción con quienes les rodean. Desde esta perspectiva, la sociedad no es simplemente un conjunto de estructuras rígidas que determinan el comportamiento de los individuos, sino una red dinámica de interacciones sociales. Los individuos no son meros receptores pasivos de las normas sociales, sino que desempeñan un papel activo en la creación y modificación de estas normas a través de sus interacciones. Esto significa que, para comprender el comportamiento de los individuos, debemos examinar la naturaleza de las interacciones en las que participan. Por ejemplo, ¿cómo interactúan los individuos en diferentes contextos, como la familia, el trabajo, la escuela, etc.? ¿Cómo influyen estas interacciones en sus creencias, actitudes y comportamientos? ¿Y cómo contribuyen estas interacciones a la creación y transformación de las estructuras sociales? Además, el interaccionismo sostiene que todas las relaciones humanas implican alguna forma de intercambio o interacción, ya sea verbal o no verbal, formal o informal, positiva o negativa. En consecuencia, el interaccionismo ofrece un valioso marco para el estudio de los fenómenos sociales, desde las interacciones cotidianas entre individuos hasta procesos más amplios de cambio social y político.

El interaccionismo subraya que el comportamiento de un individuo está profundamente influido por sus interacciones con los demás y no existe aislado de su contexto social. Esta perspectiva subraya el hecho de que el comportamiento nunca es estático o constante, sino que siempre se transforma a través de las interacciones sociales. En esto se diferencia el interaccionismo de la teoría funcionalista. El funcionalismo, al centrarse en cómo las distintas partes de la sociedad trabajan juntas para mantener el equilibrio y la armonía, tiende a considerar que el comportamiento individual está determinado en gran medida por el papel funcional que desempeñan en la sociedad. A veces se critica esta perspectiva por no tener en cuenta las dinámicas de poder, el conflicto y el cambio social. El interaccionismo, por su parte, hace hincapié en la forma en que los individuos negocian, interpretan e impugnan sus papeles sociales a través de sus interacciones con los demás. Hace hincapié en la complejidad y la dinámica del comportamiento humano, más que en su conformidad con normas funcionales predeterminadas. Además, el interaccionismo no ve la sociedad como una estructura fija, sino como un proceso en constante evolución moldeado por las interacciones humanas. El interaccionismo ofrece así una perspectiva más matizada y dinámica del comportamiento humano y la sociedad. Destaca el papel activo que desempeñan los individuos en la creación y transformación de su realidad social, y el modo en que el comportamiento se ve moldeado por las interacciones y los intercambios con los demás.

Los principios de la interacción son cuatro:

  1. Unidades de interacción: El interaccionismo reconoce que las interacciones pueden darse entre individuos (interacción interpersonal) o grupos (interacción grupal). Estas unidades de interacción son los actores básicos de la sociedad.
  2. Reglas de interacción: Las interacciones se rigen por reglas, que pueden ser explícitas (como leyes o reglamentos) o implícitas (como normas sociales no escritas). Estas reglas ayudan a estructurar las interacciones y dan sentido al comportamiento.
  3. Proceso ordenado: El interaccionismo considera las interacciones sociales como un proceso ordenado. Esto significa que las interacciones siguen ciertas secuencias y patrones, que pueden analizarse y comprenderse. Por ejemplo, el interaccionismo se ha utilizado para estudiar fenómenos como la violencia, situándolos en su contexto específico de interacción.
  4. Intercambio: El interaccionismo hace hincapié en la idea de que las interacciones sociales se basan fundamentalmente en el intercambio. Puede tratarse de un intercambio de bienes o servicios, pero también de información, sentimientos, ideas, etcétera. Esto subraya la naturaleza recíproca y mutuamente influyente de las interacciones sociales.

Estos principios proporcionan un marco para comprender cómo los individuos y los grupos interactúan entre sí, cómo se estructuran y regulan estas interacciones y cómo contribuyen a la creación y el cambio social.

El constructivismo

El constructivismo, que despegó en las décadas de 1960 y 1970, es una corriente de pensamiento que ha influido profundamente en muchos campos, como la sociología, la filosofía, la antropología y la lingüística. El constructivismo se basa en la idea de que el conocimiento no se descubre sin más, sino que es construido activamente por el individuo o la sociedad. Jean Piaget, famoso psicólogo suizo, es una figura clave del constructivismo, aunque su trabajo se clasifica generalmente en el campo de la psicología del desarrollo. Piaget propuso que los niños construyen activamente su comprensión del mundo a través de la interacción con su entorno. Según su teoría, el desarrollo cognitivo se produce a través de una serie de etapas, cada una de las cuales representa un nivel más complejo y sofisticado de comprensión del mundo. En el campo de la lingüística, Piaget veía el lenguaje como una construcción social y cognitiva. Según él, los niños adquieren el lenguaje no simplemente memorizando palabras y reglas, sino construyendo activamente su comprensión del lenguaje a través de sus interacciones con los demás. Puede tratarse de un intercambio de bienes o servicios, pero también de información, sentimientos, ideas, etcétera.

La premisa fundamental del constructivismo es que el conocimiento no es un conjunto estático de hechos a la espera de ser descubiertos, sino que es construido activamente por individuos y grupos. Esto significa que el conocimiento no es simplemente algo que tenemos, sino algo que hacemos. Cada nueva información o experiencia se integra en nuestra base de conocimientos, modificando y desarrollando nuestra comprensión del mundo. Desde esta perspectiva, la realidad no es una entidad objetiva independiente de nosotros, sino que se construye y reconstruye constantemente a través de nuestras interacciones con el mundo y con los demás. Esto significa que nuestro conocimiento del mundo siempre está en desarrollo, siempre se está "construyendo". El constructivismo también reconoce que nuestro conocimiento del mundo siempre está influido por nuestro contexto social y cultural. Nuestras creencias, valores, experiencias e interacciones con los demás influyen en cómo construimos nuestro conocimiento del mundo. Por eso el constructivismo suele asociarse con enfoques metodológicos centrados en explorar las percepciones, interpretaciones y experiencias de las personas, como el estudio de casos, la etnografía o el análisis narrativo. Estos métodos pretenden comprender cómo los individuos y los grupos construyen su conocimiento del mundo y cómo este conocimiento influye en su comportamiento y sus interacciones.

El constructivismo sostiene que nuestra comprensión de la realidad se construye socialmente, en lugar de observarse objetivamente. La realidad, tal y como la conocemos, está moldeada por nuestros sistemas de conocimiento, que a su vez están influidos por normas, valores y prácticas sociales. La realidad no se percibe directamente, sino que se interpreta a través de estas construcciones sociales. Por lo tanto, según el constructivismo, para comprender verdaderamente la realidad, tenemos que entender los procesos por los que se construye. Esto significa examinar los sistemas de conocimiento -las ciencias, normas, reglas, ideologías, etc.- que conforman nuestra percepción e interpretación de la realidad. - que conforman nuestra percepción e interpretación del mundo. Esto implica un análisis de "segundo nivel": no sólo debemos examinar la realidad tal y como se construye, sino también los propios procesos de construcción. Desde esta perspectiva, el conocimiento nunca es neutro ni objetivo, sino que siempre está influido por el contexto social y cultural en el que se produce. Esto subraya la naturaleza fundamentalmente subjetiva del conocimiento y la realidad. El constructivismo tiene importantes implicaciones para la forma en que abordamos la investigación y la práctica en muchos campos, desde la sociología y la política hasta la educación y la psicología. Nos recuerda que nuestras percepciones e interpretaciones del mundo siempre están condicionadas por nuestro contexto social y cultural, y que la realidad siempre es una construcción, nunca algo dado.

Los teóricos constructivistas sostienen que la realidad es construida a lo largo del tiempo por una multitud de actores en una sociedad determinada. Se trata de un proceso colectivo y complejo que implica numerosas interacciones y negociaciones entre individuos y grupos. El constructivismo se centra en el análisis de las estructuras sociales más que en los individuos. Examina cómo las ideas, normas, valores, creencias y prácticas sociales conforman nuestra comprensión de la realidad. Por ejemplo, en el campo de la política, los constructivistas pueden analizar cómo las ideas e ideologías políticas influyen en la formación de las políticas públicas. Además, los constructivistas reconocen que las construcciones sociales de la realidad tienen poder coercitivo. En otras palabras, estructuran nuestros pensamientos y comportamientos y nos obligan a ajustarnos a ellos. Por ejemplo, las normas sociales y culturales pueden hacernos sentir obligados a actuar de una determinada manera, aunque personalmente no estemos de acuerdo con esas normas. Sin embargo, el constructivismo también reconoce que las construcciones sociales de la realidad pueden cuestionarse y cambiarse. Los individuos y los grupos pueden resistirse a las normas sociales, cuestionar las ideas dominantes y proponer nuevas formas de entender e interpretar el mundo. Por tanto, el constructivismo ofrece una perspectiva dinámica y flexible de la realidad social, haciendo hincapié tanto en su estabilidad como en su potencial de cambio.

El constructivismo ofrece valiosas herramientas para analizar y comparar realidades construidas en diferentes contextos. Dos dimensiones importantes del constructivismo son :

  1. Comparación de realidades construidas: El constructivismo reconoce que sociedades diferentes pueden construir realidades diferentes. Por lo tanto, un enfoque constructivista puede implicar la comparación de estas diferentes realidades construidas. Por ejemplo, ¿en qué difieren las normas y los valores de una sociedad a otra? ¿Cómo influyen estas diferencias en el comportamiento y las actitudes de los individuos de estas sociedades?
  2. Relaciones internacionales: El constructivismo ha tenido un impacto significativo en el campo de las relaciones internacionales. Ofrece una perspectiva única sobre cuestiones de poder, conflicto y cooperación entre naciones. Según el constructivismo, las relaciones internacionales no sólo están influidas por factores materiales como el poder militar o económico, sino también por ideas, normas e identidades. Las realidades construidas de cada país, moldeadas por sus sistemas políticos, económicos, culturales y sociales específicos, pueden entrar en conflicto entre sí, dando lugar a tensiones y conflictos internacionales.

Estas dos dimensiones ponen de relieve el papel de la construcción social a la hora de conformar nuestra comprensión de la realidad, y cómo esta construcción puede variar considerablemente entre distintas sociedades y contextos internacionales.

El constructivismo fomenta la conceptualización del espacio no como una entidad física fija, sino como un producto de nuestras construcciones sociales y culturales. El espacio, desde esta perspectiva, se considera una serie de "realidades construidas" que son moldeadas y definidas por los individuos y las sociedades que las habitan. Esto significa que nuestra comprensión y experiencia del espacio están influidas por multitud de factores, como nuestras creencias, valores, normas sociales, sistemas políticos y económicos e interacciones con los demás. Por ejemplo, un espacio urbano puede ser percibido de forma diferente por distintos grupos, en función de su estatus socioeconómico, etnia, edad, sexo, etcétera. Es más, los propios espacios pueden considerarse agentes influyentes en la construcción de nuestras realidades. Tienen el potencial de moldear nuestro comportamiento, actitudes e interacciones de manera significativa. Por ejemplo, el trazado de una ciudad, la presencia o ausencia de determinadas infraestructuras, la disposición de las zonas residenciales y comerciales, etc., pueden influir en la forma en que experimentamos e interpretamos nuestro entorno. De este modo, el constructivismo ofrece una perspectiva rica y matizada sobre cómo entendemos e interactuamos con el espacio, destacando su papel en la configuración de nuestras realidades construidas.

Interaccionistas y constructivistas como alternativas críticas a las teorías funcionalistas, estructuralistas y sistémicas

Las teorías interaccionistas y constructivistas ofrecen alternativas críticas a las teorías funcionalistas, estructuralistas y sistémicas de la ciencia política y la sociología.

El interaccionismo, al centrarse en las interacciones microsociales y en cómo configuran el comportamiento de los individuos y el funcionamiento de la sociedad, ofrece una crítica directa al funcionalismo. El funcionalismo tiende a considerar la sociedad como un sistema organizado en el que cada parte tiene una función específica que desempeñar por el bien del conjunto. El interaccionismo, en cambio, hace hincapié en el papel de los individuos y sus interacciones en la estructuración de la sociedad. El constructivismo, por su parte, critica los enfoques estructuralista y sistémico. El estructuralismo tiende a ver la sociedad como un conjunto estructurado de relaciones que determinan el comportamiento de los individuos. El constructivismo, en cambio, hace hincapié en el papel de los individuos y los grupos en la construcción de su realidad social, incluidas las propias estructuras sociales. Del mismo modo, el constructivismo se opone al sistemismo, que ve la sociedad como un sistema de elementos interconectados que interactúan entre sí. El constructivismo, por su parte, se centra más en el análisis de casos concretos y en la forma en que las realidades sociales se construyen y cambian con el tiempo.

Estos dos enfoques -interaccionismo y constructivismo- ofrecen así una visión más dinámica y flexible de la sociedad, haciendo hincapié en el papel activo que desempeñan los individuos en la configuración de su realidad social.

Teoría interaccionista

Los orígenes: la Escuela de Chicago

A principios del siglo XX se produjeron importantes cambios sociodemográficos y económicos en Chicago. La ciudad se transformó rápidamente en una metrópolis, en gran parte como consecuencia de la rápida industrialización y la inmigración masiva procedente de Europa y las zonas rurales del sur de Estados Unidos. La llegada masiva de estos nuevos residentes, en busca de trabajo en la floreciente industria, provocó una rápida expansión de la ciudad. Sin embargo, también exacerbó las tensiones raciales y étnicas, creó condiciones de vida precarias y provocó un aumento de la delincuencia. Los nuevos inmigrantes solían asentarse en barrios étnicamente homogéneos, a veces llamados "guetos", donde las condiciones de vida eran a menudo difíciles. La segregación racial y étnica a menudo provocaba tensiones, que a veces degeneraban en violencia y disturbios raciales. Al mismo tiempo, la falta de oportunidades económicas y de educación para muchos jóvenes contribuyó al aumento de la delincuencia juvenil. Del mismo modo, la pobreza y la desesperación llevaron a algunas personas a recurrir a la prostitución como medio de subsistencia. Todos estos factores crearon un clima social tenso y plantearon muchos retos a las autoridades municipales y a los sociólogos de la época, que trataron de comprender y resolver estos problemas. En este contexto se desarrolló la Escuela de Sociología de Chicago, que adoptó un enfoque interaccionista para el estudio de estos fenómenos sociales.

A principios del siglo XX, la Escuela de Chicago revolucionó el campo de la sociología al desplazar la atención de los factores estructurales y las respuestas represivas a los comportamientos desviados a un análisis más matizado de las interacciones sociales y la dinámica de la marginalidad. Centrándose en las comunidades marginadas y desarraigadas de la creciente metrópolis que era Chicago, los sociólogos de la Escuela de Chicago trataron de comprender las motivaciones, racionalidades e interacciones sociales subyacentes a los comportamientos desviados. Adoptaron un enfoque empírico, basado en la observación directa y la investigación de campo, que constituía una novedad en el campo de la sociología de la época. Estos investigadores destacaron el papel de las interacciones sociales en la creación de comportamientos desviados, demostrando que dichos comportamientos no son simplemente el resultado de factores individuales, sino que también están moldeados por las condiciones sociales y las interacciones dentro de la comunidad. Esto allanó el camino para una comprensión más profunda y matizada de la desviación social y sentó las bases del enfoque interaccionista en sociología.

La Escuela de Sociología de Chicago, basándose en el enfoque interaccionista, destacó varios temas principales en sus investigaciones:

  1. Minorías raciales y étnicas: El estudio de los grupos minoritarios ha permitido comprender los procesos de asimilación, discriminación y segregación, así como el impacto de estos procesos en la estructura social y la dinámica intergrupal.
  2. El hombre marginal: Este concepto, introducido por Robert E. Park, describe a los individuos que viven en la frontera entre dos culturas o grupos sociales y que tienen dificultades para integrarse plenamente en uno u otro. Esta marginalidad puede provocar sentimientos de alienación, confusión y conflicto.
  3. La ciudad: la transformación de Chicago en una metrópolis en rápido movimiento ha sido un campo de estudio privilegiado para comprender los procesos sociales, económicos y políticos que tienen lugar en las zonas urbanas.
  4. Desviación: los sociólogos de la Escuela de Chicago fueron de los primeros en estudiar la desviación no como un acto aislado, sino como un proceso social, influido por las interacciones y la dinámica de la comunidad.
  5. Crimen y delincuencia: Centrándose en los barrios de alta criminalidad de Chicago, estos investigadores trataron de entender las causas subyacentes del crimen y la delincuencia, haciendo hincapié en los factores sociales y ambientales más que en las disposiciones individuales.

Estos temas contribuyeron en gran medida a la comprensión de la dinámica social en entornos urbanos e influyeron en gran parte de la investigación posterior en sociología y ciencias políticas.

Los trabajos de la Escuela de Sociología de Chicago sobre las minorías revelaron que estos grupos suelen desarrollar sólidos sistemas de interacción en respuesta a los retos del entorno social. Estos sistemas, que incluyen normas, valores y prácticas compartidas, sirven como mecanismos de defensa y protección frente a fuerzas externas, como la discriminación y la exclusión. Por ejemplo, en contextos de inmigración o marginación, los miembros de las minorías pueden unirse y crear comunidades de apoyo para hacer frente a la adversidad. Estas comunidades pueden organizarse en torno a determinadas características comunes, como la raza, la etnia, la lengua, la religión o la clase social. Además de proporcionar apoyo social y emocional, estos sistemas de interacción también pueden facilitar la adaptación e integración de las personas en la sociedad en general. Pueden ayudar a los miembros de la comunidad a superar los retos de la vida cotidiana, acceder a recursos valiosos y mantener sus identidades culturales. Por ejemplo, los trabajos de la Escuela de Sociología de Chicago han demostrado que los sistemas de interacción dentro de las minorías no sólo son manifestaciones de solidaridad y resistencia, sino también elementos esenciales para comprender la dinámica de las relaciones sociales y políticas en contextos urbanos.

Entre las palabras clave del interaccionismo figuran :

  • Socialización: Este proceso se refiere al modo en que los individuos aprenden e interiorizan las normas, valores y comportamientos de su sociedad. Esto ocurre a lo largo de toda la vida y determina la forma en que las personas interactúan con los demás y entienden su lugar en la sociedad.
  • Interaccionismo simbólico: Esta perspectiva hace hincapié en la creación de significados sociales a través de las interacciones. Los individuos no son simplemente pasivos ante la sociedad, sino que desempeñan un papel activo en la creación de su realidad social a través de su interpretación de símbolos y signos.
  • Observación participante: Este método de investigación implica que el investigador participe activamente con la comunidad o el grupo que estudia. Esto permite al investigador comprender las experiencias y perspectivas de los participantes desde dentro.
  • Darwinismo social: Esta teoría aplica los principios de selección natural de Darwin a la sociedad, sugiriendo que los individuos o grupos más capaces de adaptarse tienen éxito mientras que otros fracasan.
  • Funcionalismo: Esta teoría ve la sociedad como un sistema complejo en el que todas las partes trabajan juntas para garantizar la estabilidad y la armonía. Cada parte tiene una función específica que contribuye al funcionamiento general de la sociedad.
  • Etnometodología: Este enfoque se centra en los métodos que utilizan las personas en su vida cotidiana para comprender y navegar por su mundo social.
  • Ecología urbana: Esta perspectiva examina cómo las características espaciales y físicas de una ciudad influyen en las interacciones sociales y los comportamientos de los individuos.
  • Desorganización: Este concepto se refiere a una ruptura o degradación del orden social, a menudo causada por cambios rápidos o conflictos. Esto puede conducir a una reducción de la influencia de las normas y valores colectivos sobre los individuos.

Erwin Goffman (1922-1982) : la mise en scène de la vie quotidienne

Erwin Goffman.

Erving Goffman est un sociologue renommé qui a contribué de manière significative à la sociologie de l'interaction. Né en 1922 et décédé en 1982, il est particulièrement connu pour son travail sur la "mise en scène de la vie quotidienne" et la théorie du "drame social". Dans "La mise en scène de la vie quotidienne", Goffman utilise la métaphore du théâtre pour décrire comment les individus se présentent à eux-mêmes et à d'autres dans la vie quotidienne. Il parle de la "face" (l'image de soi que l'on présente aux autres), des "rôles" (les comportements attendus en fonction des attentes sociales) et de la "scène" (le contexte dans lequel l'interaction a lieu). Selon Goffman, les individus sont constamment en train de "jouer" des rôles et d'adapter leur comportement en fonction de la situation et des attentes des autres. Il suggère que nous sommes tous des acteurs sur la "scène" de la vie quotidienne, jouant différents rôles et manipulant nos "performances" pour gérer les impressions que nous faisons sur les autres. Dans le contexte de son travail sur les hôpitaux psychiatriques, Goffman a étudié comment les individus naviguent dans ces institutions et comment les interactions et les comportements sont façonnés par le contexte institutionnel. Son travail a révélé comment les institutions peuvent exercer un contrôle social sur les individus et comment les individus résistent ou s'adaptent à ces contraintes. Ce travail a contribué de manière significative à notre compréhension de la manière dont les interactions sociales sont structurées et de la manière dont les individus gèrent leur identité et leurs performances sociales.

Erving Goffman, bien que souvent associé à l'interactionnisme symbolique, a également contribué à la théorie constructiviste. Le constructivisme met l'accent sur la manière dont les individus et les groupes sociaux construisent et interprètent la réalité à travers leurs interactions et leurs représentations.

Goffman soutient que la réalité est façonnée par les représentations que nous nous en faisons et par les représentations que nous partageons avec les autres. Selon lui, il existe deux aspects de la réalité :

  • Les représentations de la réalité : Nous nous formons des images, des idées et des croyances sur la réalité à partir de nos expériences personnelles et de nos interactions avec les autres. Ces représentations influencent notre compréhension du monde et guident notre comportement.
  • La réalité des représentations : Lorsque des représentations de la réalité sont partagées et acceptées par un groupe ou une société, elles acquièrent une force réelle et agissent sur les individus et les interactions sociales. En d'autres termes, les représentations collectives deviennent une réalité sociale en soi.

Ainsi, pour Goffman, les individus participent activement à la construction de leur réalité sociale à travers leurs représentations et leurs interactions. Les individus ne sont pas de simples récepteurs passifs de la réalité, mais des acteurs actifs qui façonnent et sont façonnés par leurs représentations et leurs expériences sociales. Cette approche met l'accent sur la nature dynamique et changeante de la réalité sociale et souligne l'importance des processus d'interprétation et de négociation dans la construction de la réalité.

La notion de "dramaturgie sociale" est centrale dans l'œuvre d'Erving Goffman. Selon lui, la vie sociale se déroule comme une pièce de théâtre, avec des acteurs (les individus), une scène (l'environnement social) et un public (les autres personnes présentes). Chaque individu joue différents rôles, en fonction de la situation dans laquelle il se trouve et des attentes sociales associées à cette situation. Dans cette perspective, l'espace public est perçu comme une "scène" où les individus mettent en scène leurs rôles sociaux. Goffman distingue la "scène de devant", où les individus se conforment aux normes sociales et jouent un rôle destiné à être vu par les autres, et la "scène de derrière", où les individus peuvent se détendre, être eux-mêmes et se préparer pour leurs performances sur la scène de devant. Pour Goffman, la "représentation de soi" est une composante essentielle de l'interaction sociale. Les individus cherchent à contrôler l'impression qu'ils donnent aux autres en manipulant leur apparence, leur langage corporel et leur comportement. Par exemple, une personne peut s'habiller d'une certaine manière ou adopter un certain comportement pour donner une impression spécifique, comme paraître compétente ou digne de confiance. Ainsi, pour Goffman, l'espace public est un lieu où les individus jouent leurs rôles sociaux, cherchent à contrôler l'impression qu'ils donnent aux autres, et négocient constamment leurs identités et leurs relations avec les autres à travers leurs interactions..

Erving Goffman, dans son analyse de la vie sociale, met l'accent sur les formes d'engagement que les individus prennent dans leurs interactions. Les trois aptitudes - la coopération, l'engagement et l'absorption - sont essentielles dans la manière dont les individus se comportent et interagissent dans différentes situations sociales. Elles sont particulièrement pertinentes dans l'analyse de Goffman de la "dramaturgie sociale", où les interactions sociales sont vues comme des performances théâtrales.

  1. La coopération: Goffman souligne que les interactions sociales nécessitent une certaine forme de coopération entre les individus. Cela implique un respect mutuel des normes sociales et des attentes comportementales. La coopération est essentielle pour maintenir l'ordre social et faciliter les interactions sociales fluides. Par exemple, dans une conversation, les individus doivent coopérer en prenant leur tour pour parler et en écoutant quand c'est le tour de l'autre.
  2. L'engagement: Selon Goffman, l'engagement se réfère à la mesure dans laquelle un individu est impliqué ou engagé dans une interaction sociale. L'engagement peut varier en fonction de la situation et du rôle que l'individu joue. Par exemple, une personne peut être très engagée lors d'une conversation sérieuse avec un ami, mais moins engagée lors d'une conversation informelle avec un inconnu.
  3. L'absorption: Goffman utilise le terme "absorption" pour désigner les situations où un individu est complètement engagé dans une activité au point d'être "absorbé" par elle. Dans ces situations, l'individu peut être si concentré sur l'activité en cours qu'il est moins conscient de son environnement social et moins sensible aux interactions sociales.

Ces trois aptitudes sont fondamentales dans la manière dont les individus naviguent dans le monde social, et sont des composantes clés de la théorie de Goffman sur la dramaturgie sociale.

La perspective d'Erving Goffman sur la société comme théâtre implique que nous sommes tous des acteurs et des spectateurs dans l'espace public. Cette perspective est souvent appelée "dramaturgie sociale" et suggère que la vie sociale est une série de performances. Dans ces performances, les individus jouent un certain rôle, et en même temps, ils sont également les spectateurs des performances des autres. Quand nous interagissons avec les autres, nous "jouons un rôle" en fonction de ce que nous croyons être les attentes des autres à notre égard. Ces attentes peuvent être basées sur des normes sociales, des rôles sociaux, des stéréotypes, etc. Et pendant que nous jouons notre rôle, nous observons également et interprétons les performances des autres. En d'autres termes, nous sommes à la fois des acteurs qui façonnent l'interaction sociale et des spectateurs qui l'interprètent. Ces interactions sont fortement influencées par la culture, car c'est la culture qui fournit le "script" ou les directives générales pour nos performances. Par exemple, la culture définit les normes et les valeurs appropriées, les rôles de genre, les comportements acceptables, etc. Donc, à travers nos interactions dans l'espace public, nous participons à la fois à la création de la réalité sociale (en tant qu'acteurs) et à son interprétation (en tant que spectateurs). Et ces processus sont tous deux façonnés par le contexte culturel dans lequel ils se déroulent.

Selon Erving Goffman, le langage et le corps sont deux éléments cruciaux dans l'interaction sociale. Ils sont les outils principaux que nous utilisons pour "jouer" notre rôle dans la performance sociale.

  1. La parole: Goffman souligne l'importance de la communication verbale dans l'interaction sociale. La façon dont nous parlons, les mots que nous choisissons, le ton que nous utilisons, etc., sont tous des éléments de notre performance. Ils aident à exprimer notre identité, à indiquer notre statut social, à montrer notre appartenance à un certain groupe, etc. Par ailleurs, la parole est également un moyen important d'interpréter les performances des autres. En écoutant les autres, nous recueillons des informations sur leur rôle, leur statut, leur identité, etc.
  2. Le corps: Goffman souligne également l'importance de la communication non verbale dans l'interaction sociale. Les mouvements corporels, les expressions faciales, le contact visuel, etc., sont des éléments clés de notre performance. Ils peuvent transmettre une variété d'informations, telles que nos émotions, nos attitudes, notre confort ou notre inconfort dans une situation, etc. De plus, notre apparence physique (vêtements, coiffure, etc.) peut également jouer un rôle dans la façon dont nous sommes perçus par les autres.

Ainsi, dans l'interaction sociale, nous utilisons à la fois la parole et le corps pour "jouer" notre rôle et pour interpréter les performances des autres. Ces processus nous permettent de "négocier" notre place dans la société et de comprendre la place des autres.

L’interactionnisme symbolique

Erving Goffman a étudié diverses formes de comportement social, y compris les stratégies d'évitement. Les individus peuvent utiliser ces stratégies pour maintenir leur "face" (une image de soi-même présentée aux autres) ou pour naviguer dans des situations sociales potentiellement inconfortables ou embarrassantes.

Selon Goffman, certaines de ces stratégies d'évitement peuvent inclure :

  • Évitement physique : Cela peut inclure des choses comme changer de chemin pour éviter de croiser quelqu'un ou quitter une pièce lorsque certaines personnes entrent.
  • Évitement de la communication : Ne pas répondre à un message, ignorer une personne dans une conversation, ou éviter de parler de certains sujets peuvent être des formes d'évitement de la communication.
  • Évitement du regard : Parfois, les individus peuvent éviter le contact visuel direct avec quelqu'un pour éviter une interaction.
  • Évitement par distraction : On peut prétendre être occupé ou distrait pour éviter une interaction.

Ces stratégies sont toutes utilisées dans le but de gérer la façon dont nous sommes perçus par les autres, ce qui est au cœur du cadre de l'interactionnisme symbolique de Goffman. Cependant, il est important de noter que ces comportements peuvent aussi avoir des conséquences négatives, comme entraver la communication ou créer des malentendus.

L'interactionnisme symbolique offre une perspective intéressante pour comprendre la politique. Dans le domaine politique, les interactions entre individus, groupes, partis politiques, institutions et même nations jouent un rôle crucial dans la façon dont les décisions sont prises et les politiques sont mises en œuvre.

Voici quelques points importants de l'interactionnisme dans le domaine politique :

  • Négociation et débat : La politique est souvent une question de négociation et de débat entre différentes parties avec des intérêts variés. L'interactionnisme aide à comprendre comment ces processus se déroulent et comment les individus et les groupes utilisent des symboles et des significations partagées pour influencer ces négociations.
  • Construction de l'identité : La politique est également un processus par lequel les identités sont construites et contestées. Par exemple, l'identité politique d'un individu peut être façonnée par ses interactions avec d'autres dans son environnement social et politique.
  • Influence et pouvoir : L'interactionnisme peut aider à comprendre comment le pouvoir est exercé et négocié dans les interactions politiques. Par exemple, comment les individus ou les groupes utilisent le langage, les symboles et les rituels pour influencer les autres et gagner du pouvoir.
  • Changement social : L'interactionnisme offre une perspective sur la façon dont le changement social peut se produire par le biais d'interactions quotidiennes. Par exemple, comment les mouvements sociaux utilisent les interactions pour mobiliser le soutien, diffuser des idées et provoquer des changements dans les normes sociales et politiques.

L'interactionnisme symbolique nous rappelle donc que la politique n'est pas seulement une question de structures institutionnelles et de processus formels, mais aussi d'interactions sociales, de significations partagées et de négociations quotidiennes.

Erving Goffman a identifié plusieurs situations qui peuvent perturber les interactions sociales rituelles. Voici une explication plus détaillée de ces trois situations :

  • L'offense et la réparation : Dans cette situation, une personne peut commettre une offense, ou une violation des normes d'interaction, ce qui peut causer un sentiment de honte ou de malaise chez la personne offensée. Cependant, il y a généralement une possibilité de réparation, où la personne qui a commis l'offense peut s'excuser ou faire amende honorable pour rétablir l'ordre social.
  • La profanation : Ici, une personne refuse délibérément de suivre les normes d'interaction. Cela peut se produire lorsqu'une personne remet en question ou critique ouvertement les normes sociales établies. Cette violation intentionnelle des normes peut provoquer une perturbation majeure des interactions sociales.
  • L'anormalité : Dans ce cas, une personne n'est pas capable de suivre les normes d'interaction en raison de certaines conditions ou de circonstances hors de son contrôle. Cela peut se produire, par exemple, si une personne souffre d'une maladie mentale ou d'un handicap physique qui l'empêche de participer aux interactions sociales de la manière habituelle.

Chacune de ces situations peut perturber l'ordre social et provoquer une gêne ou un malaise chez les autres participants à l'interaction. Cependant, Goffman soutient que ces perturbations peuvent aussi être des occasions d'examiner et de remettre en question les normes sociales établies.

La théorie constructiviste

Aux origines : l’épistémologie Alfred Schütz (1899 - 1959)

Alfred Schütz.

Alfred Schütz était un sociologue et philosophe autrichien qui a grandement contribué au développement de la phénoménologie sociale, une approche qui cherche à comprendre la manière dont les individus donnent du sens à leur monde social. Schütz estime que notre compréhension du monde est structurée par notre expérience directe de celui-ci. C'est-à-dire que nous construisons notre réalité sur la base de notre propre perspective et de nos expériences personnelles. Il soutient que les individus interagissent avec le monde sur la base de leurs interprétations et compréhensions subjectives de celui-ci. Pour Schütz, la réalité est un phénomène construit socialement. Chaque individu a une conception unique et subjective de la réalité, basée sur ses expériences personnelles, ses interactions avec les autres et ses interprétations de ces expériences et interactions. Cette perspective est souvent appelée "constructionnisme social". Dans la lignée de Schütz, Goffman a également exploré la manière dont les individus construisent et interprètent leur réalité sociale, se concentrant en particulier sur la façon dont les individus présentent et gèrent eux-mêmes dans différentes situations sociales. Dans cette perspective, un "objet de pensée" peut être compris comme quelque chose qui est construit par les individus à travers leur interaction et leur interprétation du monde. Par exemple, les normes sociales, les rôles de genre et les identités culturelles peuvent tous être considérés comme des "objets de pensée" construits socialement.

Dans le domaine des sciences sociales, et plus généralement dans la recherche, la construction de l'objet d'étude est une étape cruciale qui nécessite un travail rigoureux de conceptualisation et d'opérationnalisation. Cela signifie que le chercheur définit précisément ce qu'il cherche à étudier (conceptualisation) et détermine comment il va mesurer ou observer ce phénomène (opérationnalisation). La construction de l'objet d'étude implique généralement de prendre un concept ou une idée générale et de le/la transformer en quelque chose de spécifique, mesurable et observable. Par exemple, un chercheur intéressé par l'étude de la "qualité de vie" devra définir précisément ce qu'il entend par cette notion (par exemple, en incluant des facteurs tels que la santé, le bien-être économique, les relations sociales, etc.) et déterminer comment il va mesurer chacun de ces facteurs. Il est également important de noter que la construction de l'objet d'étude est souvent influencée par le cadre théorique du chercheur, c'est-à-dire l'ensemble des théories et des concepts qu'il utilise pour comprendre son sujet. Ainsi, différents chercheurs peuvent construire et interpréter l'objet d'étude de manière différente, en fonction de leur perspective théorique. Enfin, il est essentiel de comprendre que la construction de l'objet d'étude est une étape fondamentale de la recherche scientifique, qui permet de garantir la validité et la fiabilité de la recherche. Sans une définition claire et précise de l'objet d'étude, il serait très difficile, voire impossible, de mener une recherche rigoureuse et de produire des résultats fiables.

Alfred Schütz a proposé une approche phénoménologique de la sociologie, ce qui signifie qu'il s'est intéressé à la manière dont les individus perçoivent et interprètent le monde qui les entoure. Selon lui, notre compréhension du monde est toujours une construction de second degré, basée sur nos interprétations personnelles et subjectives de la réalité. Selon Schütz, la tâche du sociologue est de comprendre ces constructions subjectives de la réalité, et non pas de chercher à découvrir une quelconque "réalité objective". Pour cela, il est nécessaire de développer des outils et des méthodes de recherche qui permettent d'explorer et de comprendre les perceptions et les interprétations des individus. Cela signifie qu'au lieu de simplement observer le comportement des individus, le chercheur doit s'efforcer de comprendre le sens que les individus donnent à leur comportement et à leur expérience. Cela peut impliquer des méthodes de recherche qualitatives, comme les entretiens en profondeur ou l'observation participante, qui permettent de recueillir des données détaillées sur les expériences et les perceptions des individus. Dans ce sens, l'approche de Schütz peut être vue comme une critique des approches plus traditionnelles de la sociologie, qui cherchent à expliquer le comportement social en termes de lois ou de structures objectives. Au contraire, Schütz soutient que le comportement social ne peut être compris qu'en prenant en compte la perspective des acteurs sociaux eux-mêmes.

L'approche constructiviste, représentée par des penseurs comme Schütz et Goffman, met l'accent sur l'importance de comprendre les réalités sociales telles qu'elles sont perçues et construites par les individus eux-mêmes. Cette perspective souligne le rôle actif des individus dans la création et la transformation de leur monde social. Dans ce contexte, la recherche sociologique n'est pas seulement une question d'observation et de description de la réalité sociale. Il s'agit aussi de comprendre comment cette réalité est construite, comment elle est vécue et comment elle est interprétée par les individus. Cette approche nécessite une réflexion épistémologique sur les méthodes de recherche utilisées et les hypothèses sur lesquelles elles reposent. Cela implique également de reconnaître que notre propre compréhension en tant que chercheurs est également une construction, façonnée par nos propres expériences, nos propres perspectives et notre propre contexte culturel et historique. Ainsi, l'objectif n'est pas d'arriver à une "vérité" objective ou universelle, mais plutôt de comprendre les multiples réalités qui sont construites et vécues par les individus dans différents contextes sociaux.

La philosophie du langage de John Searle

John searle en 2005.

John Searle est un philosophe américain renommé, qui a beaucoup travaillé sur la philosophie du langage et de l'esprit. Dans "The Construction of Social Reality" (1995), Searle explore comment nos conceptions de la réalité sont façonnées par nos croyances et nos pratiques sociales. Il distingue entre les faits bruts, qui existent indépendamment de toute intervention humaine (par exemple, la gravité), et les faits institutionnels, qui existent uniquement en raison de notre croyance en eux (par exemple, l'idée de l'argent comme un moyen d'échange). Searle soutient que beaucoup de nos réalités sociales - comme les gouvernements, les mariages, l'argent et les biens immobiliers - sont construites par des processus langagiers. Par exemple, lorsque nous disons "Ceci est de l'argent", nous contribuons à créer la réalité sociale selon laquelle le papier ou le métal que nous tenons a une certaine valeur. De même, lorsque nous disons "Nous sommes mariés", nous créons une nouvelle réalité sociale avec des droits, des obligations et des attentes spécifiques. La perspective de Searle sur le constructivisme est donc étroitement liée à la façon dont le langage contribue à construire notre réalité sociale.

John Searle considère le langage comme un élément fondamental de notre construction de la réalité sociale. Selon lui, le langage n'est pas seulement un moyen de communiquer des informations, mais aussi un outil pour créer et modifier notre réalité sociale. Dans ses travaux, il se concentre sur ce qu'il appelle les "actes de langage", qui sont les différentes façons dont nous utilisons le langage pour effectuer des actions dans le monde social. Par exemple, lorsque nous faisons une promesse, nous utilisons le langage pour créer une obligation sociale. Quand nous nommons quelque chose, nous utilisons le langage pour donner une identité à un objet ou à une personne. Quand nous formulons des lois ou des règles, nous utilisons le langage pour établir des normes de comportement. Le point de vue de Searle sur le langage est donc très proche de celui de Piaget, qui a également considéré le langage comme une construction essentielle à notre compréhension et à notre interaction avec le monde.

John Searle a été un contributeur majeur à la philosophie du langage, une sous-discipline de la philosophie qui s'intéresse aux concepts liés au langage et à son utilisation. Selon lui, le langage joue un rôle crucial dans la construction de notre réalité sociale. Il soutient que lorsque nous utilisons le langage, nous effectuons ce qu'il appelle des "actes de parole". Un acte de parole n'est pas seulement l'acte de dire quelque chose, mais c'est aussi l'acte de faire quelque chose à travers ces mots. Par exemple, en disant "Je promets de faire la vaisselle", on ne communique pas seulement une information, mais on s'engage également dans une action (faire une promesse). Selon Searle, ces actes de parole ont le pouvoir de créer des réalités sociales. Par exemple, lorsque le maire d'une ville dit "Je déclare cette foire ouverte", il ne décrit pas seulement une situation, il crée aussi une nouvelle réalité : la foire est maintenant officiellement ouverte. C'est par ce processus que le langage contribue à la construction de notre réalité sociale. En d'autres termes, Searle voit le langage non pas seulement comme un moyen de décrire le monde, mais aussi comme un moyen de le changer. C'est pourquoi il affirme que "la parole est une forme d'action".

L'étude de l'étymologie, qui est l'origine et l'histoire des mots, peut apporter beaucoup d'informations précieuses sur la façon dont nous utilisons le langage pour concevoir et construire notre réalité. Chaque mot a une histoire, et cette histoire est souvent liée à la façon dont nous comprenons le monde. Par exemple, le mot "comprendre" vient du latin "comprehendere", qui signifie "saisir ensemble". Cela suggère que pour comprendre quelque chose, nous devons être capables de saisir tous ses aspects en même temps, de les assembler en un tout cohérent. Par conséquent, en étudiant l'étymologie des mots, nous pouvons mieux comprendre comment nous utilisons le langage pour donner du sens au monde qui nous entoure. Cela peut nous aider à réfléchir de manière plus critique à la façon dont nous utilisons le langage, à repérer les présupposés cachés dans notre discours, et à développer de nouvelles façons de penser et de parler du monde. Cependant, il est également important de noter que l'étymologie n'est pas toujours un guide fiable pour comprendre le sens actuel d'un mot. Les significations des mots changent avec le temps, et parfois, la signification originale d'un mot peut être très différente de son usage actuel. Par conséquent, bien que l'étymologie puisse offrir des perspectives intéressantes, elle doit être utilisée avec prudence en tant qu'outil d'analyse linguistique.

Le langage joue un rôle essentiel dans la façon dont nous concevons et construisons notre réalité sociale. Il est non seulement un outil de communication, mais également un moyen par lequel nous faisons sens du monde qui nous entoure. Voici quelques façons dont le langage contribue à la construction de la réalité sociale :

  • Catégorisation et conceptualisation : Le langage nous aide à diviser le monde en catégories et concepts compréhensibles. Par exemple, les mots que nous utilisons pour décrire les couleurs, les émotions, ou les relations sociales nous aident à structurer notre expérience du monde.
  • Création et transmission de la culture : Le langage est le principal véhicule de la culture. Il nous permet de partager nos idées, nos croyances et nos valeurs, et de transmettre notre culture de génération en génération.
  • Négociation et création de sens : Grâce au langage, nous pouvons discuter, débattre, et négocier le sens des événements, des idées et des expériences. Cela est particulièrement important dans les situations de changement social ou de conflit.
  • Création et maintien des relations sociales : Le langage nous permet de créer et de maintenir des relations sociales. Par exemple, nous utilisons le langage pour exprimer notre affection, notre respect, ou notre hostilité envers les autres.
  • Définition et construction de l'identité : Le langage joue un rôle important dans la façon dont nous définissons notre identité et notre place dans la société. Par exemple, la façon dont nous parlons et les mots que nous utilisons peuvent refléter notre origine ethnique, notre classe sociale, notre genre, etc.

Le langage est un outil puissant qui façonne notre compréhension du monde et notre interaction avec lui. Il contribue à la construction de notre réalité sociale de manière complexe et multifacette.

Peter Berger et Thomas Luckman : « la construction sociale de la réalité »

Peter L. Berger et Thomas Luckmann, dans leur livre influent "The Social Construction of Reality" (1966), ont développé une théorie de la connaissance en sociologie qui explique comment les réalités sociales sont créées, institutionnalisées et rendues significatives pour les individus au sein d'une société. Pour eux, la réalité est un phénomène à la fois objectif et subjectif, construit à travers les interactions humaines et le langage.

  • Construction sociale de la réalité : Pour Berger et Luckmann, la réalité n'est pas une entité externe fixe et immuable, mais plutôt un phénomène en constante évolution qui est construit et remodelé par les interactions humaines. Les individus, par leurs actions et leurs interactions, créent une réalité sociale qui, bien que subjective, est perçue comme objective et "réelle".
  • Rôle du langage : Le langage est essentiel à ce processus de construction sociale de la réalité. Il fournit le cadre dans lequel les individus interprètent, décrivent et donnent un sens à leur expérience du monde. Par l'échange de symboles et de significations par le langage, les individus construisent conjointement une réalité partagée.
  • Institutionnalisation et rôles sociaux : Les patterns répétés d'interaction deviennent institutionnalisés, c'est-à-dire qu'ils se transforment en structures sociales stables et prévisibles, comme la famille, l'éducation, le gouvernement, etc. Ces institutions, à leur tour, influencent le comportement des individus en leur assignant des rôles spécifiques.
  • Réalité subjective et objective : Bien que la réalité soit construite socialement, elle est vécue par les individus comme une réalité objective indépendante de leur volonté. C'est ce que Berger et Luckmann appellent la "réification" - le processus par lequel la réalité socialement construite est perçue comme une réalité objective et inaltérable.

La perspective de Berger et Luckmann met en évidence le rôle central des interactions sociales et du langage dans la construction de notre réalité perçue. Les sciences sociales, à leur avis, devraient donc se concentrer sur la compréhension de ces processus de construction sociale de la réalité.

Peter L. Berger et Thomas Luckmann, dans leur livre "The Social Construction of Reality", expliquent que la réalité est constamment créée et modifiée par les interactions sociales. Ils soulignent trois concepts clés dans ce processus :

  • Le langage comme fondement de la connaissance de la vie quotidienne : Le langage n'est pas seulement un outil de communication, mais également un moyen par lequel les individus donnent du sens à leur monde. C'est par le langage que nous nommons, catégorisons et interprétons notre expérience du monde. Ainsi, le langage joue un rôle crucial dans la construction de notre réalité sociale.
  • La société comme réalité objective : Bien que la société soit socialement construite, elle est perçue par les individus comme une réalité objective et indépendante de leur volonté. Les institutions sociales, les normes et les règles sont considérées comme des entités existantes en dehors de l'individu et exercent une influence et un contrôle sur son comportement. Cette objectivation de la réalité sociale contribue à la stabilité et à la continuité de la société.
  • La société comme réalité subjective : Berger et Luckmann soutiennent également que la réalité sociale est une réalité subjective. En d'autres termes, les individus donnent du sens à leur monde à travers leurs propres perspectives et expériences. Cela implique l'identification à l'autre, où nous apprenons à voir le monde à travers les yeux des autres. C'est ce processus d'internalisation qui nous permet de comprendre et de nous conformer aux attentes et aux normes sociales.

Berger et Luckmann démontrent que la réalité est un construit social, façonné par le langage et les interactions sociales, et perçu comme une entité objective qui exerce une influence sur l'individu. En même temps, la réalité est une expérience subjective, influencée par notre identification et notre empathie envers les autres.

Du point de vue de la science politique, le pouvoir est un élément central de la construction sociale de la réalité. Le pouvoir est l'aptitude à influencer les comportements d'autres individus ou groupes d'individus, en établissant des règles, des normes et des structures qui façonnent et dirigent les comportements sociaux.

Le pouvoir peut se manifester de diverses manières dans une société :

  • Pouvoir institutionnel : Il s'agit de l'autorité et du contrôle exercés par les institutions sociales, telles que le gouvernement, les organisations juridiques, les établissements d'enseignement, les organisations religieuses, etc. Ces institutions établissent des normes et des règles qui orientent le comportement des individus.
  • Pouvoir social : Il s'agit de l'influence exercée par les groupes sociaux sur les individus. Cela peut inclure la pression des pairs, l'influence des médias, le poids des traditions culturelles, etc.
  • Pouvoir individuel : C'est la capacité d'une personne à influencer les autres, que ce soit par le charisme, le savoir, l'expertise, la richesse, le statut social, etc.

Ainsi, la réalité sociale est en partie une construction du pouvoir. Les individus sont soumis aux règles et normes établies par ceux qui détiennent le pouvoir, et participent également à cette construction en acceptant, en négociant ou en résistant à ces règles et normes. En comprenant comment le pouvoir façonne la réalité sociale, nous pouvons mieux comprendre les dynamiques de la société et comment les changements sociaux peuvent survenir. La capacité de faire adhérer les individus à une réalité sociale construite est une dimension essentielle du pouvoir. Les institutions sociales exercent un contrôle sur les individus en établissant et en faisant respecter les normes et les règles qui définissent la réalité sociale. Si un individu remet en question ou viole ces normes et règles, il peut être soumis à diverses formes de sanctions, allant de la désapprobation sociale à des sanctions légales plus sévères. Dans des cas extrêmes, comme celui de Galilée, ceux qui défient l'ordre établi peuvent même être menacés de mort ou d'autres formes de violence extrême. Le cas de Galilée est un exemple de la manière dont le pouvoir peut être utilisé pour imposer une certaine conception de la réalité. Galilée a été condamné par l'Église catholique pour avoir soutenu l'héliocentrisme, une théorie qui contredisait la conception géocentrique du monde acceptée à l'époque. Cependant, il est important de noter que la réalité sociale construite n'est pas immuable et peut être modifiée ou remise en question au fil du temps. Par exemple, malgré la condamnation de Galilée, sa théorie de l'héliocentrisme a finalement été acceptée comme la vérité scientifique. Cela illustre également que le pouvoir n'est pas toujours absolument déterminant : il peut être remis en question et transformé, et les réalités sociales peuvent évoluer à travers ce processus de contestation et de changement.

Selon Berger et Luckmann, la réalité sociale est construite au quotidien à travers des processus d'institutionnalisation et de légitimation.

L'institutionnalisation est le processus par lequel certaines actions et comportements deviennent répétés et prévisibles, formant ainsi des modèles qui façonnent la réalité sociale. Ces modèles de comportement institutionnalisés sont intériorisés par les individus et deviennent des habitudes qui structurent leurs actions quotidiennes. Par exemple, le fait de se lever tôt pour aller travailler, de respecter les règles de circulation routière, ou encore de se conformer aux normes de politesse dans les interactions sociales sont des exemples de comportements institutionnalisés.

Le processus de légitimation, d'autre part, est le mécanisme par lequel ces comportements institutionnalisés sont validés et soutenus par la société. Ils sont justifiés et soutenus par des croyances partagées, des valeurs, des normes et des règles. Par exemple, le respect des lois est légitimé par la croyance que cela est nécessaire pour maintenir l'ordre et la stabilité dans la société.

Ces deux processus fonctionnent ensemble pour créer et maintenir la réalité sociale. L'institutionnalisation établit les comportements et les attentes, tandis que la légitimation fournit la justification et le soutien pour ces comportements et attentes. C'est à travers ces processus que la réalité sociale est construite et maintenue au quotidien.

Le processus d'institutionnalisation est un aspect essentiel de toute société. Il s'agit de formaliser et de codifier les comportements et les interactions entre les individus afin de créer un ordre social stable et prévisible. Cela peut se faire par le biais de lois, de règles, de normes sociales, de traditions, et d'autres formes de structures sociales. L'accoutumance (l'adoption de comportements par habitude ou routine) et la division des tâches (la spécialisation des rôles et des responsabilités) sont deux mécanismes clés de l'institutionnalisation. La transmission est également un aspect crucial de ce processus. Les valeurs, les normes et les comportements institutionnalisés sont transmis d'une génération à l'autre, assurant la continuité et la stabilité de l'ordre social. Le processus de légitimation, quant à lui, consiste à justifier et à valider ces comportements institutionnalisés. Les traditions, le langage, et les croyances partagées jouent un rôle clé dans ce processus, car ils fournissent la justification morale, sociale et culturelle des comportements institutionnalisés. Ces deux processus, l'institutionnalisation et la légitimation, sont intrinsèquement liés et travaillent ensemble pour créer et maintenir la réalité sociale. En d'autres termes, ils contribuent à construire le "monde social" tel que nous le connaissons.

Le processus de légitimation est crucial dans toute société. Il est lié au maintien de l'ordre social et de la stabilité en conférant une validité et une acceptabilité aux normes, aux règles, aux institutions et aux comportements établis. C'est une étape clé dans la consolidation et l'acceptation de la réalité sociale construite. Les symboles jouent un rôle majeur dans ce processus. Les symboles - qu'ils soient culturels, religieux, politiques ou autres - servent à communiquer des valeurs, des idéaux et des croyances qui renforcent la réalité sociale construite. Par exemple, dans le contexte du gouvernement et du pouvoir, les symboles tels que les drapeaux, les hymnes nationaux, les monuments, les emblèmes et les rituels officiels contribuent à légitimer l'autorité et à promouvoir une certaine vision de la société. Le processus de légitimation peut également être considéré comme un mécanisme de contrôle social. Il aide à établir et à maintenir les normes et les comportements attendus, et à poser des limites à ce qui est considéré comme acceptable dans une société donnée. Il peut également aider à prévenir ou à gérer les conflits en établissant un consensus autour de ce qui est considéré comme juste et correct.

Le processus de légitimation vise à assurer l'acceptation collective de la réalité sociale construite. Ce processus comprend des mécanismes par lesquels des normes, des valeurs, des croyances et des institutions sont validées et rendues crédibles aux yeux des membres de la société. Lorsque la légitimation est réussie, la réalité sociale construite est largement acceptée comme "naturelle" ou "inévitable", et non comme un produit de la construction sociale. Il est important de noter que la légitimation est un processus dynamique. Les réalités sociales construites peuvent être remises en question, modifiées ou même complètement démantelées à la suite de changements sociaux, culturels, économiques ou politiques. De nouvelles réalités sociales peuvent alors être construites et légitimées. En ce sens, la légitimation est une composante essentielle de la stabilité et du changement sociaux. Elle peut à la fois maintenir l'ordre social existant et faciliter son évolution.

Le constructivisme dans la théorie des relations internationales

Le constructivisme dans le domaine des relations internationales soutient que les normes, les idées, les identités et les interactions sont des éléments centraux dans la structuration du système international. Il ne perçoit pas les États et autres acteurs internationaux comme étant uniquement motivés par des considérations matérielles comme la sécurité militaire ou la richesse économique, mais aussi par des idées, des valeurs, des cultures et des normes sociales. Pour les constructivistes, le système international n'est pas simplement un champ de bataille pour le pouvoir et la richesse. C'est aussi un domaine de construction sociale, où les acteurs internationaux se façonnent mutuellement à travers leurs interactions. Par exemple, les normes internationales sur les droits de l'homme, l'environnement ou le commerce peuvent influencer le comportement des États et d'autres acteurs internationaux. En outre, les constructivistes soutiennent que les relations internationales sont en constante évolution. Les normes, les idées et les identités des acteurs internationaux peuvent changer avec le temps, et ces changements peuvent à leur tour remodeler le système international. Par exemple, l'émergence de normes internationales sur le changement climatique a contribué à transformer les priorités et les politiques de nombreux États et organisations internationales. Ainsi, le constructivisme offre une perspective dynamique et en constante évolution sur les relations internationales. Il met l'accent sur les processus de construction sociale et l'importance des idées, des valeurs et des normes dans la structuration du système international.

Dans un champ interactionniste, tout comme dans le domaine des relations internationales, les stratégies sont constamment en mouvement et en évolution en réponse aux changements dans le contexte social, politique et économique. Il est crucial de comprendre ces dynamiques pour interpréter correctement les comportements des acteurs et prédire les futurs mouvements ou changements stratégiques. Les stratégies peuvent changer en fonction de divers facteurs, y compris les changements dans les perceptions des intérêts nationaux, les évolutions du contexte international, les transformations internes des acteurs (par exemple, des changements de leadership ou de politique), et les interactions entre les acteurs eux-mêmes. Par exemple, un pays peut choisir de modifier sa stratégie en matière de relations internationales en réponse à un changement de leadership dans un autre pays, à un changement dans le climat politique international, ou à des développements internes tels que des changements économiques ou sociaux. De plus, l'interactionnisme symbolique, qui est une approche constructiviste, suggère que les stratégies sont influencées par les interactions entre les acteurs. Les acteurs interprètent et réagissent aux actions des autres, ce qui peut entraîner des changements dans leurs propres stratégies. Par conséquent, l'analyse des interactions entre les acteurs peut fournir des informations précieuses sur les dynamiques stratégiques dans les relations internationales.

l'approche constructiviste dans les relations internationales s'intéresse beaucoup aux acteurs et à leur interprétation des situations. Le constructivisme insiste sur le fait que les réalités sociales, y compris les structures internationales, sont construites à travers les interactions humaines et les croyances partagées. Voici comment ces niveaux se manifestent dans le contexte des relations internationales :

  • Rôle des acteurs : Les acteurs dans les relations internationales ne sont pas seulement des États, mais aussi des organisations internationales, des ONG et même des individus. Leur interprétation des situations et leur comportement sont influencés par une variété de facteurs, y compris leurs croyances, leurs valeurs, leurs idéologies, ainsi que leurs intérêts matériels. En effet, les acteurs ont des identités qui influencent leurs intérêts et leurs actions. Par exemple, un pays qui se voit comme un leader mondial en matière de droits de l'homme agira différemment d'un pays qui ne partage pas cette identité.
  • Construction des réalités sociales : Dans le constructivisme, les structures internationales sont considérées comme des constructions sociales. Cela signifie que les normes, les règles et les institutions qui forment l'ordre international sont le produit de l'interaction humaine. Elles ne sont pas fixes et peuvent être transformées par l'action humaine. Par exemple, les normes internationales sur les droits de l'homme ont évolué au fil du temps en raison des actions et des interactions des États, des organisations internationales et des acteurs de la société civile.
  • Champ des interactions : Le constructivisme met l'accent sur le rôle des interactions dans la formation des structures internationales et des comportements des acteurs. Les acteurs interagissent les uns avec les autres dans divers contextes, tels que les négociations diplomatiques, les forums internationaux et même les conflits. Ces interactions influencent leur compréhension de la situation, leurs intérêts et leurs actions.

Le constructivisme offre un cadre précieux pour comprendre la dynamique complexe des relations internationales. Il met en évidence le rôle des idées, des normes et des interactions dans la formation de l'ordre international et le comportement des acteurs.

Le constructivisme offre une perspective alternative aux approches plus traditionnelles des relations internationales, comme le réalisme, le libéralisme et le fonctionnalisme. Ces approches ont tendance à se concentrer sur les structures matérielles et les intérêts étatiques comme principaux déterminants du comportement international. Cependant, le constructivisme met l'accent sur l'importance des idées, des normes et des identités dans la structuration de la politique internationale. Il suggère que les intérêts et les identités des États sont façonnés par leurs croyances et leurs interactions avec d'autres acteurs. Ainsi, le comportement international n'est pas simplement le produit de contraintes structurelles ou de calculs d'intérêts matériels, mais est également influencé par des facteurs sociaux et idéologiques. En outre, le constructivisme conteste l'idée que la politique internationale puisse être comprise en termes de systèmes rigides ou de modèles fonctionnalistes. Au lieu de cela, il voit le monde international comme étant en constante évolution, façonné par des processus dynamiques d'interaction et de construction sociale. En ce sens, le constructivisme offre une perspective plus nuancée et plus complexe de la politique internationale, qui prend en compte la diversité des acteurs, des idées et des processus qui façonnent le monde. Cette perspective est particulièrement utile pour comprendre les défis contemporains des relations internationales, tels que le multilatéralisme, les droits de l'homme, le changement climatique et la gouvernance mondiale.

Les théories constructivistes remettent en question l'idée qu'il existe des réalités objectives ou des structures fixes dans les relations internationales, comme le concept de l'anarchie. Elles soutiennent que ces concepts sont en fait des constructions sociales, façonnées par nos croyances, nos normes et nos interactions. L'anarchie, par exemple, est souvent présentée dans les théories réalistes comme une caractéristique fondamentale du système international, où il n'y a pas d'autorité centrale pour imposer des règles ou réguler le comportement des États. Cependant, les constructivistes remettent en question cette idée et suggèrent que l'anarchie elle-même est une construction sociale. Ce n'est pas une réalité objective, mais une perception ou une interprétation de la réalité qui est façonnée par nos croyances et nos interactions. En outre, les constructivistes soutiennent que même en l'absence d'une autorité centrale, il existe des normes, des règles et des institutions internationales qui influencent le comportement des États. Ces normes et institutions ne sont pas simplement le produit de calculs d'intérêts matériels, mais sont également façonnées par des processus de construction sociale. Ainsi, le constructivisme offre une perspective plus nuancée et dynamique sur les relations internationales, qui prend en compte la diversité des acteurs et des processus qui façonnent le monde. Il offre également des outils pour analyser et comprendre des phénomènes complexes tels que les conflits, la coopération, le changement social et la construction de l'ordre international.

Le constructivisme remet en question l'idée réaliste de l'anarchie comme état naturel du système international. Pour les constructivistes, l'anarchie n'est pas un état fixe ou présocial, mais une construction qui émerge des interactions entre les acteurs internationaux. En d'autres termes, l'anarchie n'est pas un donné, mais une réalité construite. Les États ne sont pas simplement plongés dans un environnement anarchique ; ils contribuent activement à créer et à maintenir cet état à travers leurs interactions, leurs normes et leurs croyances. Les relations entre les États ne sont pas simplement dictées par le désir de puissance ou la peur de l'insécurité, mais sont également façonnées par des facteurs sociaux, culturels et idéologiques. De plus, le constructivisme reconnaît que les États ne sont pas les seuls acteurs pertinents dans les relations internationales. D'autres acteurs, tels que les organisations internationales, les ONG, les mouvements sociaux et même les individus, peuvent aussi jouer un rôle important. Leur influence ne se limite pas à leur pouvoir matériel, mais peut aussi être déterminée par leur capacité à façonner les normes, les idées et les croyances qui sous-tendent le système international. Dans cette perspective, l'analyse des relations internationales ne peut pas se limiter à l'étude des rapports de force entre les États. Elle doit également prendre en compte les processus sociaux et culturels qui façonnent ces relations et les structures dans lesquelles elles s'insèrent.

Dans le champ des relations internationales, les théories constructivistes apparaissent : ils vont penser la réalité des structures et des conflits et aussi penser l’intersubjectivité c’est-à-dire que c’est le fait que nous sommes dans la représentation et comment certain pays peuvent se permettre de caractériser un autre au nom de l’interprétation de son propre développement.

Le constructivisme met l'accent sur l'importance des normes et des idées dans la structuration des relations internationales. La souveraineté des États, par exemple, est un principe central de l'ordre international, mais elle n'est pas un fait objectif et immuable. Elle est plutôt une construction sociale qui repose sur la reconnaissance mutuelle des États. Dans le cadre constructiviste, les normes internationales, qu'elles soient explicites (comme les traités et les accords internationaux) ou implicites (comme les normes de comportement non écrites), jouent un rôle clé dans la détermination du comportement des États. Ces normes ne sont pas simplement imposées de l'extérieur, mais sont intériorisées par les États, qui les adoptent comme une partie de leur identité et de leurs intérêts. De plus, le constructivisme reconnaît que ces normes peuvent changer au fil du temps en fonction des interactions entre les acteurs internationaux. Si une norme n'est pas respectée ou acceptée par un État, cela peut déclencher des réactions et des négociations qui peuvent finalement conduire à une modification de la norme. En bref, le constructivisme offre une perspective dynamique et évolutive sur les relations internationales, mettant en évidence l'importance des processus sociaux et des interactions dans la formation et la transformation de l'ordre international.

Le constructivisme dans les relations internationales met un accent particulier sur l'importance des identités et des intérêts des acteurs, qui sont vus comme étant construits par l'interaction sociale plutôt que prédéterminés par la nature humaine ou les structures économiques, comme le suggèrent d'autres théories. Cela implique que les États (et d'autres acteurs) sont influencés par les normes et les idées qui prévalent dans la société internationale, et que leurs identités et intérêts peuvent évoluer avec le temps en fonction de ces influences. Par exemple, un État peut adopter certaines normes en matière de droits de l'homme ou de politique environnementale parce qu'elles sont largement acceptées dans la communauté internationale, et non parce qu'elles sont directement dans son intérêt économique ou sécuritaire. De plus, le constructivisme reconnaît que les acteurs ont la capacité d'agir de manière créative et stratégique pour influencer les normes et les idées internationales. Cela peut se faire par le biais de la diplomatie, de la persuasion, de la rhétorique et d'autres formes de communication sociale. Par conséquent, les relations internationales sont vues comme un processus dynamique d'interaction et de négociation, plutôt que comme un jeu à somme nulle déterminé par des intérêts nationaux fixes et inaltérables.

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