Introducción al comportamiento político

De Baripedia

La pensée sociale d'Émile Durkheim et Pierre BourdieuAux origines de la chute de la République de WeimarLa pensée sociale de Max Weber et Vilfredo ParetoLa notion de « concept » en sciences-socialesHistoire de la discipline de la science politique : théories et conceptionsMarxisme et StructuralismeFonctionnalisme et SystémismeInteractionnisme et ConstructivismeLes théories de l’anthropologie politiqueLe débat des trois I : intérêts, institutions et idéesLa théorie du choix rationnel et l'analyse des intérêts en science politiqueApproche analytique des institutions en science politiqueL'étude des idées et idéologies dans la science politiqueLes théories de la guerre en science politiqueLa Guerre : conceptions et évolutionsLa raison d’ÉtatÉtat, souveraineté, mondialisation, gouvernance multiniveauxLes théories de la violence en science politiqueWelfare State et biopouvoirAnalyse des régimes démocratiques et des processus de démocratisationSystèmes Électoraux : Mécanismes, Enjeux et ConséquencesLe système de gouvernement des démocratiesMorphologie des contestationsL’action dans la théorie politiqueIntroduction à la politique suisseIntroduction au comportement politiqueAnalyse des Politiques Publiques : définition et cycle d'une politique publiqueAnalyse des Politiques Publiques : mise à l'agenda et formulationAnalyse des Politiques Publiques : mise en œuvre et évaluationIntroduction à la sous-discipline des relations internationales

El estudio del comportamiento político va mucho más allá de la observación de las acciones manifiestas. También implica examinar las actitudes, creencias, valores y opiniones políticas. Estos aspectos más subjetivos y a veces menos visibles del comportamiento político son tan importantes como los comportamientos políticos más manifiestos, como votar o participar en manifestaciones.

El término "comportamiento político" puede parecer restrictivo, ya que evoca acciones observables y concretas. Sin embargo, en el ámbito de la ciencia política, este término se utiliza generalmente para designar un campo de estudio mucho más amplio, que incluye no sólo las acciones, sino también los pensamientos, actitudes, creencias, opiniones y valores vinculados a la política. De hecho, estos elementos más abstractos son cruciales para comprender la política y el funcionamiento de las sociedades. Por ejemplo, los valores políticos de un individuo, aunque no siempre se traduzcan en acciones concretas, pueden influir en su percepción de las políticas, los partidos y los candidatos, y orientar sus futuras decisiones políticas. Del mismo modo, las opiniones y creencias políticas de una persona, aunque no se expresen en acciones, pueden tener un impacto significativo en su alineamiento político y en su apoyo a distintas causas.

Campos de estudio del comportamiento político: una visión general

El comportamiento político puede clasificarse a grandes rasgos en dos categorías: comportamiento político convencional y comportamiento político no convencional. Ambos tipos de comportamiento se caracterizan por diferentes formas de participación política.

Comportamiento político convencional

El comportamiento político convencional, también conocido como comportamiento electoral, se centra principalmente en las acciones y decisiones de los votantes durante las elecciones. Hay dos aspectos principales en este campo de estudio: la participación electoral y las opciones de voto.

  • Participación electoral: Se trata de examinar quién decide participar en las elecciones y quién decide abstenerse, así como los motivos de estas elecciones. Los factores que pueden influir en la participación electoral incluyen la edad, el nivel educativo, el estatus socioeconómico, el compromiso cívico, el sentido de eficacia política, el interés por la política y muchos otros. Los factores institucionales, como la facilidad para votar y el tipo de sistema electoral, también pueden influir.
  • Elección del voto: Este ámbito explora a quién o a qué vota la gente. En ello pueden influir factores como la ideología política, la pertenencia a un grupo, la evaluación del gobierno o de los candidatos en ejercicio, cuestiones políticas específicas y la percepción de la competencia de los candidatos, entre otros.

Combinando estos dos aspectos -quién vota y cómo vota-, los investigadores pueden obtener una imagen más completa del comportamiento electoral. Esta información puede utilizarse para comprender las tendencias electorales, predecir los resultados de las elecciones y fundamentar los esfuerzos para aumentar la participación electoral y el compromiso cívico.

El estudio del comportamiento electoral, que es una faceta importante del comportamiento político, se centra principalmente en estas tres cuestiones fundamentales: quién vota, cómo vota y por qué vota de la forma en que lo hace.

  • Quién vota: Se trata de examinar las características de los votantes, como la edad, el sexo, el nivel de educación, la clase socioeconómica, la raza o el origen étnico y otros factores demográficos. También puede implicar el examen de factores institucionales que pueden influir en la participación, como las leyes de registro de votantes, el tipo de encuesta, etc.
  • Cómo votan: se trata de ver a quién o qué votan las personas. Por ejemplo, ¿votan a un partido político concreto, a un candidato específico o en función de un tema concreto?
  • Por qué votan como lo hacen: en esta fase los investigadores intentan explicar las motivaciones que subyacen a las decisiones de voto de la gente. Esto puede incluir el examen de actitudes y creencias políticas, afiliaciones a partidos, percepciones de candidatos y temas, condiciones económicas y otros factores.

El estudio de estas tres cuestiones puede ayudar a comprender no sólo los resultados de unas elecciones concretas, sino también las tendencias electorales más generales, el funcionamiento de la democracia y cómo diversos factores pueden influir en el proceso electoral. Como su nombre indica, el comportamiento electoral se refiere a las elecciones, por lo que estudiamos el comportamiento en las elecciones, quién vota, a qué partido y a qué candidato.

Suiza es un país único en el sentido de que cuenta con un sistema de democracia directa, en el que los ciudadanos tienen el poder de votar no sólo a los representantes políticos, sino también políticas públicas específicas, propuestas legislativas y reformas políticas. Esto añade otra dimensión al estudio del comportamiento electoral. Aunque las elecciones representativas (es decir, el voto a candidatos o partidos políticos) son el tipo de votación más comúnmente estudiado en términos de comportamiento electoral, el análisis de la democracia directa, como las votaciones populares en Suiza, puede proporcionar perspectivas únicas y valiosas. Aplicando los métodos de estudio del comportamiento electoral a las votaciones populares, los investigadores pueden obtener información valiosa sobre el modo en que los ciudadanos interactúan con cuestiones políticas específicas y directas, lo que proporciona una imagen más completa del panorama político suizo y de la democracia directa en acción.

Comportamiento político no convencional

El estudio del comportamiento político no convencional se centra en los tipos de compromiso político que tienen lugar fuera de los canales tradicionales, como el voto o el activismo partidista. Dos ejemplos importantes son la política de protesta y los nuevos movimientos sociales.

La acción colectiva es un aspecto importante del comportamiento político no convencional. Abarca cualquier forma de actividad en la que los individuos se unen para lograr un objetivo común, a menudo relacionado con la defensa de intereses compartidos o la promoción de un cambio social o político. La acción colectiva puede adoptar muchas formas, desde manifestaciones públicas hasta huelgas y campañas de concienciación en Internet. Puede implicar a una organización formal, como un sindicato o un grupo de defensa, o puede ser una movilización más espontánea de los ciudadanos en torno a una cuestión o causa específica. El estudio de la acción colectiva como componente del comportamiento político trata de entender cómo y por qué se producen estas formas de movilización. Examina cuestiones como: ¿Qué motiva a los individuos a participar en la acción colectiva? ¿Cómo se forman los grupos de acción colectiva y cómo funcionan? ¿Qué factores contribuyen al éxito o al fracaso de la acción colectiva?

La política de protesta es un subconjunto específico de la acción colectiva que se centra en desafiar el orden existente y promover el cambio. Representa una forma de compromiso político que va más allá del sistema político convencional y busca ejercer presión sobre las estructuras de poder para provocar el cambio. La política de protesta suele implicar la movilización de grupos en torno a una demanda o conjunto de demandas específicas. Estas demandas suelen presentarse a los líderes políticos, como el gobierno, el parlamento u otros responsables de la toma de decisiones, con el objetivo de atraer su atención e influir en su actuación.

La política de protesta es un concepto muy amplio que abarca multitud de formas de acción colectiva. Los grupos que participan en la política de protesta a menudo intentan provocar cambios utilizando tácticas que van más allá de las vías tradicionales de participación política. Éstas son algunas de las formas que puede adoptar la política de protesta:

  • Movimientos sociales: son grupos organizados de personas que se unen en torno a un interés o causa común. Los movimientos sociales pueden tener objetivos muy diversos, desde los derechos humanos a la protección del medio ambiente, y pueden utilizar diversas tácticas para alcanzarlos.
  • Revueltas y revoluciones: Estas formas de acción colectiva suelen ser más radicales y pueden implicar intentos directos de derrocar a un gobierno o sistema político. Pueden ser violentas o no violentas, y pueden contar con un amplio apoyo público o limitarse a un pequeño grupo de activistas.
  • Guerras civiles: En algunos casos, la protesta política puede degenerar en un conflicto armado a gran escala. Las guerras civiles suelen ser el resultado de desacuerdos profundos e insolubles sobre el poder político, la identidad nacional, los derechos humanos u otras cuestiones clave.
  • Terrorismo: Se trata de una forma extrema de protesta política que utiliza la violencia para crear un clima de miedo y lograr objetivos políticos. Es importante señalar que la comunidad internacional suele considerar el terrorismo ilegal e inmoral.
  • Activismo comunitario: se trata de una forma de movilización política centrada en cuestiones específicas de una comunidad concreta. Los activistas comunitarios suelen trabajar para resolver problemas locales organizando a los ciudadanos, influyendo en las políticas públicas y prestando servicios directos. Este activismo puede abarcar una gran variedad de cuestiones, como la vivienda, la educación, la sanidad y el medio ambiente, entre otras.
  • Organización de base: esta forma de compromiso político se centra en movilizar a los ciudadanos de a pie para que participen más activamente en la vida política. Puede incluir actividades como el sondeo puerta a puerta, campañas telefónicas, recaudación de fondos y formación política. La idea es reforzar la participación política de base y animar a más gente a implicarse en el proceso político.
  • Creación de medios de comunicación alternativos: En un mundo cada vez más dominado por las grandes empresas mediáticas, la creación de medios de comunicación alternativos ofrece a los grupos marginados la posibilidad de hacer oír su voz. Esto puede implicar la creación de periódicos, emisoras de radio, canales de televisión, sitios web, podcasts u otras formas de medios de comunicación que ofrezcan perspectivas e información diferentes a las proporcionadas por los medios dominantes. Los medios alternativos pueden desempeñar un papel crucial a la hora de difundir información, movilizar apoyos y cuestionar el discurso dominante.
  • Huelgas: Una huelga es una acción colectiva en la que un grupo de trabajadores deja de trabajar para expresar su descontento y presionar por el cambio. Las huelgas pueden utilizarse para exigir aumentos salariales, mejores condiciones laborales, el reconocimiento de los sindicatos u otras reivindicaciones relacionadas con el trabajo. Pueden ser especialmente eficaces porque interrumpen directamente la producción o la prestación de servicios, ejerciendo presión económica sobre los empresarios. Las huelgas también pueden estar lideradas por estudiantes, como hemos visto con las recientes huelgas climáticas protagonizadas por jóvenes de todo el mundo.

Cada una de estas formas de protesta política tiene su propia dinámica, retos y consecuencias potenciales. Estudiar estos distintos tipos de acción puede ayudar a investigadores, responsables políticos y ciudadanos a comprender mejor cómo se desarrollan los movimientos sociales y los conflictos políticos y cómo pueden resolverse.

Los "nuevos movimientos sociales" representan un punto de inflexión crucial en la forma en que los ciudadanos participan en acciones de protesta. Estos movimientos difieren significativamente de los movimientos sociales tradicionales, como los sindicatos, en cuanto a sus temas, estructuras organizativas y técnicas de movilización. En primer lugar, en términos de temas y objetivos, estos nuevos movimientos sociales tienen un alcance más amplio y a menudo se centran en cuestiones sociales, culturales y políticas. Por ejemplo, el movimiento ecologista lucha por proteger el medio ambiente y combatir el cambio climático. El movimiento por los derechos LGBTQ+, por su parte, se dedica a promover la igualdad de derechos y la aceptación social. En segundo lugar, estos movimientos suelen tener estructuras organizativas menos formales y más descentralizadas que los movimientos sociales tradicionales. Pueden carecer de un liderazgo claramente definido o de estructuras organizativas formales. Esta descentralización puede permitirles adaptarse con mayor rapidez y creatividad a condiciones y retos cambiantes. Por último, las técnicas de movilización de estos nuevos movimientos sociales se han transformado con la llegada de las redes sociales y otras tecnologías digitales. Tienen la capacidad de movilizar a sus seguidores a una escala más amplia y eficaz que nunca. Las campañas en línea, las manifestaciones virtuales y otras formas de movilización digital son ahora herramientas habituales.

La movilización dentro de estos nuevos movimientos sociales se caracteriza por el uso de formas de acción poco convencionales. Estas acciones van más allá de los canales institucionales habituales, como votar o recoger firmas para referendos o iniciativas. Pretenden atraer la atención pública, generar debate y ejercer presión para lograr un cambio político.

  • Manifestaciones: Las manifestaciones son una forma habitual de acción política no convencional. Los ciudadanos se reúnen en público para expresar su apoyo u oposición a una determinada política. Estos actos suelen ser muy visibles y pueden atraer la atención de los medios de comunicación, lo que ayuda a concienciar a la opinión pública y a presionar a los políticos.
  • Boicots: Los boicots son otra forma de acción política no convencional. Consisten en negarse a comprar productos o servicios para protestar contra las acciones de una empresa o un gobierno. Los boicots pueden ser una forma eficaz de ejercer presión económica y de impulsar un cambio de comportamiento o de política.
  • Sentadas: Una sentada es una forma no violenta de protesta en la que los individuos ocupan un espacio para expresar su oposición a una determinada política o práctica. Al negarse a moverse, los participantes en las sentadas llaman la atención sobre su causa y pueden perturbar el funcionamiento normal de un lugar, ya sea una oficina gubernamental, un restaurante, una universidad, etc. Las sentadas fueron una importante herramienta de protesta durante el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos en la década de 1960 y siguen siendo utilizadas por diversos movimientos sociales en la actualidad.

Estas formas no convencionales de acción desempeñan un papel crucial en la democracia moderna. Permiten a los ciudadanos expresarse y movilizarse fuera de las estructuras institucionales tradicionales, proporcionando vías adicionales para influir en el curso de la política y el cambio social.

El comportamiento político convencional encarna la participación ciudadana a través de canales institucionales. Esto incluye participar en elecciones, firmar peticiones o recoger firmas para lanzar iniciativas o referendos. Estas acciones son la expresión tradicional de la implicación política. Implican a los mecanismos oficiales que el sistema político ha puesto en marcha para permitir a los ciudadanos expresar sus opiniones y participar en la toma de decisiones. Sin embargo, no todos los ciudadanos se limitan a estas formas de expresión política. Para algunos, estos canales institucionales pueden parecer insuficientes para expresar plenamente sus demandas o alcanzar sus objetivos políticos. Aquí es donde entra en juego el comportamiento político no convencional. El comportamiento político no convencional se produce cuando los ciudadanos van más allá de los marcos institucionales tradicionales para hacer oír su voz. Manifestaciones, huelgas, ocupaciones y boicots entran en esta categoría. Estas tácticas suelen emplearse cuando los ciudadanos sienten la necesidad de poner de relieve cuestiones sin resolver, estimular el debate y ejercer una presión más directa para lograr un cambio político. Ambos tipos de comportamiento desempeñan papeles cruciales en una sociedad democrática. Las acciones convencionales permiten el buen funcionamiento de las instituciones democráticas. Al mismo tiempo, las acciones no convencionales pueden poner de relieve cuestiones más profundas, estimular el debate y catalizar el cambio político.

Preguntas frecuentes en el estudio del comportamiento político

El estudio del comportamiento político, ya sea en Suiza o en el extranjero, puede centrarse en varias cuestiones clave.

  • El efecto de la edad en la participación política: Varios estudios han demostrado que la edad tiene un efecto significativo en la participación política. Este efecto se debe no sólo al envejecimiento, sino también a la trayectoria vital del individuo y a su pertenencia a una determinada generación. Se plantea entonces la siguiente pregunta: ¿cómo influyen estos factores en el comportamiento electoral? ¿Qué hace que algunas personas mayores voten más o menos que otras? Son preguntas clave para entender cómo influyen la edad y el curso de la vida en la participación política.
  • Participación en movimientos sociales: Otra cuestión crucial en el estudio del comportamiento político se refiere a la participación en movimientos sociales. ¿Por qué algunas personas deciden implicarse en estos movimientos y otras no? ¿Hay individuos más inclinados a la acción colectiva que otros? Y si es así, ¿cuáles son los rasgos o factores individuales que predisponen a determinados individuos a implicarse en la acción colectiva y los movimientos sociales?
  • Determinantes individuales del comportamiento electoral: Para comprender las pautas de voto y las variaciones de unas elecciones a otras, los investigadores estudian los determinantes individuales del comportamiento electoral. Esto incluye factores como la edad, la clase social, la educación, el sexo, la religión, el origen étnico y los valores políticos. El objetivo es identificar regularidades y pautas en el comportamiento electoral. Por ejemplo, ¿qué características personales hacen que un individuo tenga más probabilidades de votar a un partido conservador que a uno progresista? La comprensión de estos determinantes individuales puede ayudar a predecir los resultados electorales y orientar los esfuerzos de movilización de los votantes.
  • El auge de los partidos populistas de derechas en Europa: Otra cuestión clave en el estudio del comportamiento político es el auge de los partidos populistas de derechas en Europa. Estos partidos, como la Unión Democrática del Centro (UDC) en Suiza, han ganado terreno en muchos países. ¿Qué factores explican este ascenso? ¿Son las causas las mismas en los distintos países o cada país tiene su propia dinámica? Los investigadores buscan patrones que puedan ayudarnos a comprender esta tendencia política y anticipar su evolución futura.
  • La influencia de la participación en asociaciones en la integración de los extranjeros: La participación en asociaciones suele considerarse un factor que favorece la integración social y política de los extranjeros. Investigadores como Marco Giugni y Matteo Gianni intentan verificar esta hipótesis estudiando el efecto de la participación asociativa en el nivel y el tipo de integración de los extranjeros que viven en Suiza. Intentan determinar si la integración asociativa puede constituir un modelo eficaz de integración para estas poblaciones.
  • El impacto de los modelos de ciudadanía en la movilización de los inmigrantes: Los modelos de ciudadanía varían mucho de un país a otro. Algunos países favorecen el jus soli (la nacionalidad se determina por el lugar de nacimiento), mientras que otros se basan en el jus sanguinis (la nacionalidad se determina por la de los padres). Además, algunos países tienen políticas de integración más liberales que otros. ¿Pueden estas variaciones influir en el nivel de movilización política de los inmigrantes? Esta cuestión es objeto de investigaciones internacionales destinadas a evaluar el efecto de los distintos modelos de ciudadanía en la participación política de los inmigrantes.
  • La influencia de las campañas electorales y de los medios de comunicación en la formación de opiniones antes de una elección o votación: Se trata de una perspectiva dinámica centrada en cómo los votantes forman sus opiniones antes de una votación o elección. El papel de las campañas electorales y los medios de comunicación en este proceso es crucial. Algunas personas pueden tener una opinión preconcebida y saber desde el principio a quién o qué van a votar, de modo que la campaña electoral influye poco en su decisión final. En este caso, las campañas electorales actuarían principalmente como confirmaciones de las creencias existentes. Sin embargo, en otros casos, las campañas pueden desempeñar un papel considerable en la formación de la opinión. Por ejemplo, pueden informar a los votantes sobre cuestiones que desconocían, pueden destacar aspectos concretos de la personalidad de los candidatos o pueden cambiar la percepción de los votantes sobre cuestiones clave. En este contexto, los medios de comunicación también desempeñan un papel crucial. A través de su cobertura de las campañas, pueden influir en la agenda pública y, en consecuencia, en las cuestiones que los votantes consideran importantes. Además, a través de la forma en que presentan a los candidatos y las cuestiones, también pueden influir en las percepciones de los votantes. En general, el estudio de la influencia de las campañas electorales y de los medios de comunicación en la formación de opinión es un área compleja y multidimensional del comportamiento político.

Dejaremos de lado el comportamiento político no convencional y nos centraremos en el comportamiento político convencional.

Tres modelos dominantes para explicar el comportamiento electoral

Existen tres teorías tradicionales principales en el estudio del comportamiento electoral, que surgieron a principios del siglo XX o durante su primera mitad. Por tanto, estas teorías existen desde hace más de medio siglo, lo que justifica su clasificación como "clásicas" en el campo de la explicación del voto. Dicho esto, con el tiempo han surgido modelos más recientes para explicar el comportamiento electoral. No obstante, es crucial empezar por comprender estas teorías clásicas, ya que siguen siendo referencias importantes para entender el voto.

El campo del comportamiento político es relativamente reciente, y su nacimiento está íntimamente ligado a la disponibilidad de datos. Las encuestas de opinión, que aparecieron entre los años 1920 y 1940, permitieron un enfoque más individualizado del estudio del comportamiento político. Antes de esto, el estudio se basaba principalmente en datos agregados, como los resultados de las elecciones o los votos por cantón o municipio. Por lo tanto, se examinó la distribución de los resultados a nivel comunal o cantonal. La ausencia de datos de encuestas durante un largo período limitó la posibilidad de estudiar el comportamiento político a nivel individual, es decir, examinar a cada individuo por separado. Esta situación explica por qué el campo de estudio del comportamiento político, tal como lo conocemos hoy, surgió relativamente tarde, principalmente a partir de los años 1945 y 1950.

El modelo socioestructural

Paul Lazarsfeld.

La primera gran escuela de explicación del voto se conoce comúnmente como la Escuela de Columbia. Toma su nombre de la Universidad de Columbia, donde varios investigadores, entre ellos el famoso Paul Lazarsfeld, desarrollaron este enfoque.

La Escuela de Columbia es conocida por su teoría de la influencia sociológica en el comportamiento electoral, que se desarrolló en las décadas de 1940 y 1950. Paul Lazarsfeld y sus colegas estudiaron el modo en que las relaciones sociales y la pertenencia a grupos sociales pueden influir en la elección del voto de un individuo. Desde su punto de vista, el voto no es una decisión aislada tomada por un individuo independiente, sino que está fuertemente influenciado por la pertenencia a grupos como la familia, los amigos, los compañeros de trabajo y las comunidades religiosas. En otras palabras, las personas se ven a menudo influidas por las opiniones políticas y el comportamiento electoral de quienes les rodean. Uno de los estudios más famosos realizados por la Columbia School es "The People's Choice", que analizaba el comportamiento electoral en las elecciones presidenciales estadounidenses de 1940. Este estudio concluyó que las personas eran más propensas a dejarse influir por los "líderes de opinión" de sus respectivos grupos sociales, y que estos líderes desempeñaban un papel clave en la formación de la opinión pública.

Paul Lazarsfeld y sus colegas de la Columbia School realizaron un estudio notable e innovador sobre el comportamiento electoral, que se centró en un condado concreto del estado de Ohio. Aunque su muestra geográfica era limitada, el enfoque metodológico de Lazarsfeld era extremadamente detallado y riguroso. El estudio utilizó un método de encuesta longitudinal, también conocido como encuesta de panel, en el que se entrevistó repetidamente a las mismas personas a lo largo de un periodo de tiempo. En concreto, Lazarsfeld realizó seis oleadas de encuestas, lo que permitió observar cómo cambiaban las opiniones y el comportamiento electoral de la gente con el paso del tiempo.

Este enfoque ofreció valiosas perspectivas sobre la dinámica del comportamiento electoral que no podrían haberse captado con una encuesta única. En efecto, la posibilidad de seguir a los mismos individuos a lo largo del tiempo permitió observar los cambios de opinión y los factores que influyen en ellos. Además, el estudio longitudinal permitió distinguir los cambios a lo largo del tiempo (efectos de periodo) de las diferencias entre individuos (efectos de cohorte) y de los cambios que se producen a medida que las personas envejecen (efectos de edad). A pesar de las limitaciones geográficas del estudio, los trabajos de Lazarsfeld sentaron las bases de la investigación posterior sobre el comportamiento electoral, y el método de encuestas de panel se ha convertido en una técnica habitual en las ciencias sociales.

El estudio de Lazarsfeld sobre las elecciones presidenciales estadounidenses de 1940 fue revolucionario en muchos sentidos. No estaba tan interesado en predecir el resultado de las elecciones, como suele ocurrir con los sondeos de opinión modernos, sino más bien en comprender las motivaciones que llevaron a los votantes a elegir un partido en lugar de otro. Desde esta perspectiva, Lazarsfeld no pretendía predecir el resultado de las elecciones, sino explicar a posteriori por qué algunos votantes votaron al partido republicano y otros al demócrata. Su principal objetivo era, por tanto, explorar y comprender los factores que influyen en la elección de los votantes. Esto representó un enfoque innovador y más matizado del estudio del comportamiento electoral. En lugar de tratar simplemente de predecir el resultado basándose en datos demográficos o socioeconómicos, Lazarsfeld quería comprender los factores subyacentes y más profundos que motivan la elección de voto de un individuo. Este enfoque sigue utilizándose hoy en día en el campo de la ciencia política.

En resumen, los resultados del estudio de Lazarsfeld dieron lugar al modelo socioestructural, también conocido como modelo de Columbia. Como su nombre indica, este modelo destaca la considerable influencia de los factores socioestructurales en el comportamiento electoral. Una de las conclusiones fundamentales del estudio es que "el pensamiento político de una persona es un reflejo de su condición social. Las características sociales determinan las preferencias políticas". Este modelo de explicación del voto tiene un profundo carácter determinista, que podría resumirse en la idea de que "dime quién eres socialmente y te diré cómo votas". Según este planteamiento, los individuos tienen una idea muy clara de su opción de voto mucho antes del día de las elecciones. Es más, se considera que esta elección es muy estable a lo largo del tiempo, porque la integración social del individuo permanece relativamente constante. Así pues, la estabilidad del voto se debe a la estabilidad de la integración social del individuo.

En el modelo de Columbia, los factores que determinan el voto son principalmente las características sociodemográficas o socioestructurales. Estas características incluyen el estatus socioeconómico, que se refleja en el nivel de educación, los ingresos y la clase social del individuo. La religión y el lugar de residencia también se consideran factores clave para determinar el comportamiento electoral en este modelo. Así, según el modelo de Columbia, cada elemento socioestructural desempeña un papel específico en el comportamiento electoral.

  • Estatus socioeconómico: El nivel educativo, los ingresos y la clase social influyen significativamente en el comportamiento electoral. Por ejemplo, las personas con un nivel educativo más alto suelen ser más proclives a participar en las elecciones y a comprometerse políticamente. Del mismo modo, algunas investigaciones sugieren que las personas de clases socioeconómicas más altas son más propensas a votar a partidos políticos conservadores o de derechas, mientras que las personas de clases socioeconómicas más bajas tienden a votar a partidos de izquierdas o progresistas.
  • Religión: La religión también puede tener una influencia significativa en el comportamiento electoral. Las creencias religiosas pueden conformar los valores y actitudes políticas de una persona, lo que a su vez puede influir en su elección de partido o candidato. Por ejemplo, en Estados Unidos, los votantes cristianos evangélicos son más propensos a votar al partido republicano, mientras que los votantes judíos suelen apoyar más al partido demócrata.
  • Lugar de residencia: El lugar de residencia también puede influir en el comportamiento electoral. Las personas que viven en zonas urbanas tienden a tener opiniones políticas más liberales o progresistas, mientras que las que viven en zonas rurales tienden a ser más conservadoras. Esto puede estar relacionado con diversos factores, como las diferencias en la economía local, los niveles de educación y la diversidad demográfica.

En este modelo de Columbia, el voto de una persona está fuertemente influido por las características socioestructurales del grupo al que pertenece. Así, si conocemos estas características -como el estatus socioeconómico, la religión y el lugar de residencia- y si estos factores son complementarios, podemos predecir con bastante exactitud la opción de voto de una persona. En otras palabras, el voto está muy predeterminado, existe una predisposición sustancial a votar en función de las características del grupo al que pertenece un individuo. Es lo que se conoce como preestructuración del voto. Las decisiones de voto están fuertemente arraigadas en la identidad social y económica del individuo, moldeada por las características del grupo al que pertenece.

Este modelo de explicación del voto está estrechamente relacionado con la literatura sobre los clivajes sociales. La idea aquí es que si una división social es muy marcada y los individuos se identifican fuertemente con uno u otro lado de esa división, entonces el conocimiento de las características individuales de esa persona en esa dimensión específica puede proporcionar una pista significativa sobre su comportamiento de voto. Por ejemplo, si un individuo se identifica fuertemente con una división religiosa que enfrenta a católicos y protestantes, conocer esta afiliación religiosa puede proporcionar una predicción relativamente precisa de cómo votará esa persona.

En Suiza, las afiliaciones religiosas han desempeñado históricamente un papel importante en la definición del comportamiento electoral. En los cantones católicos, existía una clara dicotomía entre quienes practicaban asiduamente su religión y quienes eran más laicos. Aunque la mayoría de los habitantes de estos cantones se consideraban católicos, la diferencia en la práctica religiosa se traducía a menudo en opciones de voto distintas. Los observantes de la religión tendían a apoyar al Partido Demócrata Cristiano (PDC), mientras que los laicos tendían a votar al Partido Liberal Radical. Por supuesto, no se trataba de una regla absoluta, sino de una tendencia general. En los cantones no católicos, la división era diferente, entre católicos y protestantes. Los católicos tendían a apoyar al CVP, mientras que los protestantes se inclinaban más por el Partido Radical o el Partido Socialista, y más recientemente por la Unión Democrática del Centro (UDC).

El modelo psicosociológico

La segunda gran escuela de explicación del voto, también conocida como el modelo de Michigan, fue desarrollada por la Universidad de Michigan, que realizó las primeras encuestas de opinión a escala nacional en Estados Unidos. El modelo surgió de una investigación en profundidad sobre el comportamiento electoral de los estadounidenses, que aportó nuevos conocimientos sobre la forma en que los individuos toman sus decisiones electorales. A diferencia de Lazarsfeld, que basó su investigación en un único condado de Ohio, la Universidad de Michigan amplió su campo de estudio realizando las primeras encuestas científicas de opinión sobre las elecciones presidenciales a escala nacional. Estos esfuerzos condujeron a la creación del Proyecto de Estudios Electorales Estadounidenses, que sigue supervisando la Universidad de Michigan hasta el día de hoy. Este proyecto ha recopilado valiosos datos sobre las tendencias electorales en todo el país, proporcionando una visión mucho más amplia de la dinámica electoral en Estados Unidos.

La escuela de Michigan considera que la identificación partidista, que es el sentimiento de un individuo de estar próximo o alineado con un determinado partido político, es el factor determinante del comportamiento electoral. Este enfoque difiere notablemente del de la escuela de Columbia, que se centra en los factores sociodemográficos. Según la escuela de Michigan, es más importante comprender las orientaciones psicosociológicas individuales de cada votante que centrarse en el grupo social o demográfico al que pertenece. La identificación partidista representa un vínculo psicológico entre el votante y el partido político. Puede ser una identificación fuerte, en la que el votante se siente profundamente alineado con un partido concreto, o una identificación más débil, en la que el votante se siente generalmente de acuerdo con un partido pero está abierto a otras opciones. En esta identificación influyen diversos factores, como las creencias y valores personales del votante, sus experiencias pasadas, su entorno social y su percepción de los partidos políticos.

La identificación partidista, según la escuela de Michigan, se entiende como un apego afectivo a un partido político. Este apego no se basa necesariamente en políticas o posiciones ideológicas concretas, sino más bien en un sentimiento de pertenencia y alineamiento con la imagen y los valores generales que representa el partido. Esto significa que la identificación partidista puede ser resistente, aunque un individuo no esté de acuerdo con todas las posiciones políticas o candidatos del partido. Este sentimiento de pertenencia puede verse influido por diversos factores, como la socialización política (por ejemplo, si los padres se identifican fuertemente con un partido, es posible que los hijos también lo hagan), la pertenencia a grupos sociales o demográficos específicos alineados con el partido, o las percepciones y experiencias personales del individuo. Además, esta identificación partidista puede desempeñar un papel clave en el proceso de toma de decisiones durante unas elecciones. Los votantes pueden utilizar su identificación partidista como un "atajo" para evaluar a los candidatos y las cuestiones, confiando en su afiliación partidista para guiarse a la hora de votar. Esto también puede conducir a una mayor estabilidad en el comportamiento electoral, ya que es probable que los individuos voten al mismo partido en diferentes elecciones.

Según la Escuela de Michigan, la identificación partidista está fuertemente influida por la socialización política familiar. En otras palabras, las preferencias políticas de los padres pueden transmitirse a los hijos, lo que puede dar lugar a una identificación partidista temprana que se mantiene relativamente estable a lo largo de la vida. La socialización política dentro de la familia puede incluir conversaciones políticas, participación en elecciones familiares o simplemente exposición a las opiniones políticas de los padres. Estas experiencias pueden llevar a los niños a identificarse con un partido político concreto y a adoptar valores y creencias políticas similares a los de sus padres. Sin embargo, es importante señalar que, aunque la identificación partidista suele ser estable, no es inmutable. Los individuos pueden cambiar su identificación partidista en respuesta a cambios importantes en la política o en su vida personal, aunque estos cambios suelen ser menos frecuentes que la estabilidad. Además, factores como la educación, la experiencia laboral y la participación en grupos sociales ajenos a la familia también pueden influir en la identificación partidista.

El modelo de Michigan hace gran hincapié en la estabilidad de las preferencias políticas, sobre todo a través de la identificación partidista. Se supone que este vínculo fuerte y a menudo duradero con un partido político concreto influye en el comportamiento de voto a lo largo de toda la vida de un individuo. Según este modelo, una vez que una persona se ha identificado con un partido político, esta identificación tiende a influir no sólo en a quién vota, sino también en cómo interpreta la información política y cómo percibe a los candidatos y las cuestiones políticas. Por ejemplo, una persona que se identifica fuertemente con un partido político puede ser más propensa a dar crédito a las posiciones de ese partido y de sus candidatos, incluso cuando se enfrenta a información contradictoria.

En el modelo de Michigan, la identificación partidista desempeña un papel central en el comportamiento electoral. Se considera un "atajo cognitivo" o "heurístico", lo que significa que ayuda a los votantes a simplificar el proceso de toma de decisiones en un contexto político a menudo complejo y sobrecargado de información. En otras palabras, una vez que una persona se identifica con un partido, no tiene por qué dedicar mucho tiempo a analizar cada posición política, cada candidato o cada tema de la agenda. En su lugar, la identificación partidista proporciona un marco simplificado que orienta las preferencias y decisiones políticas del individuo. La identificación partidista puede afectar no sólo a la elección del voto, sino también a la forma en que los individuos perciben e interpretan la información política. Por ejemplo, los individuos pueden tender a interpretar la información de forma que refuerce sus creencias existentes y apoye a su partido preferido. Esta tendencia suele denominarse "sesgo de confirmación".

La identificación partidista actúa como un filtro de información o atajo (también conocido como "heurístico") que ayuda a los individuos a navegar por el complejo océano de información política. Por falta de tiempo, de recursos o simplemente por el enorme volumen de información que hay que procesar, no todos los votantes pueden estar constantemente informados y hacer una evaluación detallada de cada cuestión política. Aquí es donde entra en juego la identificación partidista. Por ejemplo, si un individuo se identifica como demócrata o republicano, es probable que adopte los puntos de vista y las posiciones políticas que se asocian generalmente a ese partido, aunque no comprenda plenamente los detalles de cada cuestión. Del mismo modo, un individuo puede utilizar su identificación partidista para evaluar la nueva información política, aceptando más fácilmente la información que es coherente con su línea de partido y rechazando la que no lo es. Esto no es necesariamente malo: estos atajos pueden ser muy útiles para hacer frente a la complejidad de la política moderna. Sin embargo, a veces también pueden conducir a errores o sesgos de juicio, haciendo que la gente ignore información importante o atrapando a los votantes en burbujas de información que refuerzan sus creencias existentes.

Aunque la identificación partidista es la piedra angular del modelo de Michigan, también se tienen en cuenta otras variables. El modelo de Michigan distingue entre influencias a largo plazo (como la identificación partidista) e influencias a corto plazo (como las percepciones de los candidatos y los temas políticos de actualidad) en el comportamiento electoral. La identificación partidista, que es el factor clave en el modelo de Michigan, se considera una influencia a largo plazo porque generalmente se adquiere en una etapa temprana de la vida y permanece relativamente estable a lo largo del tiempo. Como ya se ha mencionado, se transmite de generación en generación a través de la socialización política, y guía el comportamiento electoral de los individuos a lo largo de su vida. Por otra parte, las percepciones de los candidatos y los temas políticos de actualidad son influencias a corto plazo. Estos factores pueden cambiar a lo largo de una campaña electoral e influir en la elección de un votante en un momento dado. Por ejemplo, una controversia en torno a un candidato o una cuestión política acuciante pueden hacer fluctuar la intención de voto. Sin embargo, aunque estos factores a corto plazo pueden influir en el comportamiento de voto, el modelo de Michigan mantiene que la identificación partidista sigue siendo la influencia más fuerte. Los factores a corto plazo pueden modificar la elección de un votante, pero generalmente lo hacen en el marco de su identificación partidista. Por ejemplo, es más probable que un votante cambie de opinión sobre un candidato o una cuestión política si ya está débilmente vinculado a su partido.

El modelo de Michigan presenta la identificación partidista como el factor predominante que influye en el comportamiento de voto, mientras que las actitudes sobre cuestiones o candidatos concretos son factores secundarios que pueden provocar variaciones a corto plazo. Esto no quiere decir que las actitudes sobre cuestiones o candidatos concretos no sean importantes, sino que en la mayoría de los casos quedan eclipsadas por la identificación partidista. Por ejemplo, es probable que un votante que se identifique fuertemente con un partido siga votando a ese partido aunque algunas de sus posturas sobre cuestiones o candidatos concretos no coincidan perfectamente con sus preferencias personales. Sin embargo, si la diferencia entre las preferencias del votante y las de su partido se hace demasiado grande, o si una cuestión concreta se vuelve extremadamente importante para él, es posible que el votante decida votar en contra de su partido habitual. Esto suele considerarse la excepción a la regla de la identificación partidista estable. En resumen, el modelo de Michigan hace hincapié en la continuidad y la estabilidad del comportamiento electoral, al tiempo que reconoce que pueden producirse cambios como consecuencia de acontecimientos concretos o de cambios en la actitud de los votantes hacia cuestiones o candidatos específicos.

El modelo de elección racional

La Escuela de la Elección Racional, también conocida como Teoría de la Elección Racional, está estrechamente asociada a Anthony Downs, que desarrolló muchas de sus ideas fundamentales mientras trabajaba en la Universidad de Rochester. Downs publicó "An Economic Theory of Democracy" en 1957, en el que presentaba un modelo económico del comportamiento político. Según él, al igual que los consumidores en un mercado, los votantes y los partidos políticos toman decisiones racionales basadas en sus intereses. Los votantes votarían al partido o candidato que maximizara sus beneficios (por ejemplo, adoptando las políticas que mejor se ajustaran a sus preferencias), y los partidos políticos se posicionarían para atraer al mayor número posible de votantes.

Este enfoque ha sido ampliamente adoptado y desarrollado en la ciencia política y la economía, y ha dado lugar a numerosas investigaciones sobre el comportamiento electoral, la formación de partidos políticos, la toma de decisiones políticas y otros aspectos de la política. Es un modelo muy diferente de los propuestos por las escuelas de Columbia y Michigan, ya que no se centra en factores sociodemográficos o psicológicos, sino en decisiones racionales basadas en el interés propio.

La teoría de la elección racional de Anthony Downs ha tenido una influencia considerable no sólo en la ciencia política, sino también en otras áreas de las ciencias sociales. La idea central es que los individuos actúan racionalmente para maximizar sus propios intereses. En otras palabras, toman decisiones basándose en lo que creen que es mejor para ellos. En su libro "An Economic Theory of Democracy", Downs aplicó esta teoría al comportamiento electoral, argumentando que los votantes votan al partido o candidato que creen que les reportará más beneficios. Los partidos políticos, a su vez, tratan de maximizar su apoyo adaptando sus políticas para atraer a la mayoría de los votantes. Sin embargo, la teoría de la elección racional también se ha utilizado para analizar multitud de otros comportamientos e instituciones políticas. Por ejemplo, se ha utilizado para estudiar la formación de coaliciones gubernamentales, el funcionamiento de las burocracias, la creación de normas y reglamentos, y mucho más.

En el modelo de la Escuela de la Elección Racional, no es el perfil del votante lo que determina su voto, sino sus propias valoraciones de los candidatos o partidos políticos basadas en sus intereses personales. Los votantes son considerados agentes racionales que votan para maximizar su utilidad, es decir, eligen al candidato o partido que creen que tiene más probabilidades de promover sus intereses. Así, en lugar de centrarse en las características demográficas o las actitudes psicosociológicas, la Escuela de la Elección Racional se interesa por cómo los votantes evalúan a los partidos y candidatos en función de sus propios intereses. Esto puede implicar una evaluación de sus políticas, su rendimiento en el pasado, su probabilidad de éxito y otros factores. La Escuela de la Elección Racional también introduce la noción del votante calculador. En este modelo, el votante es visto como una persona que sopesa los pros y los contras de cada opción antes de elegir. Esto significa que votar no es necesariamente una decisión emocional o irracional, sino el resultado de un cálculo racional de las ventajas e inconvenientes de cada opción.

El modelo de elección racional, a diferencia de los modelos de Columbia y Michigan, se centra en la toma de decisiones individual y no en factores sociodemográficos o psicológicos. Según este modelo, el comportamiento electoral no está necesariamente predeterminado, sino que es más bien el resultado de cálculos de coste-beneficio realizados por el individuo. Desde esta perspectiva, los votantes son considerados actores racionales que sopesan los costes y los beneficios de cada opción antes de tomar su decisión. Es lo que se conoce como enfoque "utilitarista" del voto. Los individuos analizan las diferentes opciones de voto disponibles y eligen la que creen que maximizará su utilidad o satisfacción. Esto significa que el voto no está necesariamente vinculado a la identidad social o psicológica de un individuo, sino que es más bien el resultado de un proceso racional de toma de decisiones. En este modelo, para entender el comportamiento electoral es necesario comprender el cálculo de costes y beneficios que realiza cada individuo. Este proceso puede variar considerablemente de un individuo a otro, lo que hace que el comportamiento electoral sea menos predecible que en los modelos de Columbia o Michigan.

La escuela de la elección racional postula que los votantes realizan un cálculo de coste-beneficio antes de tomar una decisión de voto. Los beneficios pueden considerarse como el conjunto de ventajas que el votante espera de un partido o candidato. Esto puede incluir políticas específicas que son beneficiosas para el votante, o valores y principios que el votante comparte con el partido o candidato. Los costes, por otro lado, pueden considerarse como todo lo que un votante puede perder si vota a un partido o candidato concreto. Esto puede incluir políticas perjudiciales para el votante, o el desacuerdo con los valores o principios del partido o candidato. Los costes también pueden incluir el tiempo y la energía necesarios para informarse sobre partidos y candidatos, y para ir a votar. Por tanto, se supone que el votante, como homopoliticus en este modelo, actúa racionalmente, tratando de maximizar su utilidad minimizando los costes y maximizando los beneficios de su voto. Es una aplicación de la lógica del homo economicus, el individuo racional en la esfera económica, a la esfera política. Es importante señalar que este enfoque parte del supuesto de que los individuos son capaces de realizar cálculos precisos de costes y beneficios y de tomar decisiones racionales sobre la base de estos cálculos, un supuesto que puede ser cuestionado.

La escuela de la elección racional se basa en varios supuestos clave, entre ellos :

  • Los votantes conocen sus propias preferencias: Según este postulado, cada votante tiene una comprensión clara y precisa de sus propios intereses y valores. Para tomar decisiones con conocimiento de causa, se supone que los votantes buscan activamente información y evalúan las distintas opciones políticas disponibles.
  • Los votantes son capaces de calcular costes y beneficios: Este postulado supone que cada votante es capaz de identificar y evaluar los costes y beneficios asociados a cada opción de voto. También supone que los votantes son capaces de hacer cálculos racionales para determinar qué opción maximiza su utilidad.
  • Los votantes son autónomos en su toma de decisiones: Según este postulado, las decisiones de voto de los votantes están influidas principalmente por sus propios cálculos racionales, más que por influencias externas. Se supone que los votantes no están significativamente influidos por la propaganda de los partidos políticos, el contexto social o cultural, las presiones familiares o los prejuicios personales.

Estos supuestos representan un ideal de comportamiento electoral racional. Sin embargo, a menudo son criticados por ser poco realistas. En realidad, muchos votantes pueden carecer de tiempo, recursos o aptitudes para buscar información y realizar complejos cálculos de costes y beneficios. Además, es evidente que el entorno social, cultural y familiar puede influir significativamente en el comportamiento electoral.

Limitaciones de los modelos tradicionales de voto explicativo

Aunque estos tres modelos tienen muchas limitaciones e imperfecciones, constituyen una base esencial para el estudio del comportamiento político. Existe una abundante literatura dedicada a criticarlos, modificarlos y corregirlos. Así pues, a pesar de sus defectos, estos modelos son indispensables en el análisis del comportamiento electoral, y constituyen el punto de partida a partir del cual podemos empezar a reflexionar más profundamente utilizando modelos más recientes y sofisticados.

¿Cuáles son los defectos de estos modelos clásicos? Hay varios, y nos concentraremos en los principales.

Debilitamiento de los factores explicativos centrales

Desde el punto de vista empírico, las investigaciones realizadas en los años setenta, ochenta y noventa no confirmaron realmente la importancia significativa de los factores sociológicos y psicosociológicos en la determinación del comportamiento electoral. Las hipótesis formuladas por la Escuela de Columbia y la Escuela de Michigan, que postulaban que era posible explicar con precisión el voto de un individuo a partir de sus características sociales y su identificación partidista, no fueron corroboradas por estos estudios. El poder explicativo de estos modelos resultó limitado. Aunque pueden arrojar algo de luz, su alcance sigue siendo modesto.

Estos modelos no han funcionado tan bien como se esperaba y han tendido a perder eficacia con el paso de los años y las décadas. La principal razón de esta disminución de los resultados radica en el declive histórico de los factores explicativos centrales de los modelos. Por ejemplo, la importancia de la clase social y la religión en la determinación del comportamiento electoral, factores clave en el modelo de Columbia, ha disminuido con el tiempo. Del mismo modo, la importancia de la identificación partidista, central en el modelo de Michigan, también ha disminuido. En otras palabras, los elementos fundamentales de estos modelos han perdido relevancia con el tiempo, reduciendo su capacidad para explicar con precisión el comportamiento electoral.

El declive de estos factores explicativos del voto puede atribuirse a cambios significativos en la sociedad, como la transformación de la estructura social. La sociedad ha evolucionado de un predominio del sector primario a un predominio de los sectores secundario y terciario. Este cambio en el tejido social ha tenido importantes consecuencias políticas. La terciarización de la economía ha tenido un profundo impacto en el comportamiento electoral. El sector primario se ha reducido, al igual que el secundario, y los vínculos históricos entre, por ejemplo, la clase obrera y determinados partidos, generalmente de izquierda, se han debilitado. Además, la mayor movilidad geográfica ha dado lugar a una mayor mezcla social y cultural. Esta diversificación también ha contribuido a debilitar los vínculos tradicionales entre determinados grupos y partidos políticos. En consecuencia, los vínculos que antes predecían el comportamiento electoral han perdido fuerza con el tiempo, reduciendo la precisión de los modelos de Columbia y Michigan. En general, se produjo una disminución de las lealtades asociadas a la clase social y la religión, así como un descenso de la identificación con partidos políticos concretos. Esta evolución hizo más difícil predecir el comportamiento electoral basándose únicamente en estos factores, lo que repercutió en la eficacia de los modelos de Columbia y Michigan.

La evolución de la educación y su impacto en el voto

El segundo factor que ha contribuido al debilitamiento de estos grandes factores explicativos es el desarrollo de la educación. Este fenómeno, a veces denominado "revolución educativa", se refiere al considerable aumento del nivel de educación en las sociedades occidentales. Esto ha conducido a una mayor independencia de pensamiento y a una mayor autonomía en las decisiones de voto, haciendo a los votantes menos cautivos y menos atados a sus afiliaciones tradicionales.

La expansión de la educación transformó profundamente las sociedades occidentales en la segunda mitad del siglo XX. Esto condujo a un aumento significativo del número de personas con acceso a la educación secundaria y superior. Como resultado, una mayor proporción de la población ha adquirido habilidades de pensamiento crítico y análisis independiente. Esta "revolución educativa" ha tenido un gran impacto en el comportamiento político y electoral. En cuanto al proceso de votación, significa que los votantes se han vuelto más autónomos en su toma de decisiones. En lugar de basarse únicamente en afiliaciones tradicionales, como la clase social, la religión o la identificación con un partido, ahora es más probable que examinen críticamente las propuestas de los distintos partidos políticos y tomen sus propias decisiones. Esto no significa necesariamente que vayan a rechazar sistemáticamente las posiciones de su clase social, comunidad religiosa o partido político preferido, sino que no las seguirán ciegamente. Es más probable que sopesen las ventajas y los inconvenientes de cada opción y que voten según lo que consideren que más les conviene a ellos o a la sociedad en su conjunto.

El aumento del nivel de educación en las sociedades occidentales ha provocado un cambio significativo en el comportamiento electoral. Gracias a su mayor capacidad de análisis y crítica, los electores han podido liberarse, en parte, de la influencia de organizaciones, grupos sociales o partidos políticos en sus decisiones de voto. Esto ha dado lugar a un electorado más independiente y con opciones autónomas. Sin embargo, esta mayor independencia también ha dado lugar a una mayor volatilidad en el comportamiento de voto. En otras palabras, ahora es más probable que los votantes cambien de partido de unas elecciones a otras. Esto contrasta con el comportamiento de voto más estable observado en el pasado, cuando el voto estaba más fuertemente influenciado por factores como la clase social, la religión o la identificación partidista. Esta mayor volatilidad puede considerarse un signo de dinamismo en el electorado, que refleja una mayor capacidad para evaluar y reaccionar ante las propuestas de los partidos políticos y las cambiantes condiciones sociales, económicas y políticas. Sin embargo, también puede hacer que los resultados electorales sean más impredecibles y las mayorías gubernamentales más inestables.

Por ejemplo, la evolución de la educación ha contribuido a erosionar la influencia de los factores sociológicos y psicosociológicos tradicionales en el comportamiento electoral. En su lugar, factores más complejos y matizados, como las convicciones políticas individuales, las preocupaciones específicas y las evaluaciones de la actuación de los partidos políticos y sus candidatos, están desempeñando un papel más importante. Esto hace que el comportamiento electoral sea más dinámico y menos predecible basándose únicamente en factores sociodemográficos.

Creciente influencia de los medios audiovisuales en el voto

El tercer factor clave que ha alterado profundamente el comportamiento electoral es el auge de los medios audiovisuales, primero con la televisión y más recientemente con los medios digitales. Esta evolución ha transformado radicalmente la naturaleza de las campañas electorales y los procesos de votación. En este nuevo entorno mediático, los votantes están menos bajo la influencia directa de organizaciones como los partidos políticos. Ahora están más expuestos y son más receptivos a lo que se difunde en los medios de comunicación, ya sea a través de la cobertura de acontecimientos políticos, la publicidad política o las noticias y debates en las redes sociales. Esto está dando lugar a una nueva dinámica en la que los medios de comunicación desempeñan un papel crucial en la formación de la opinión pública y la orientación del voto. Estos cambios han hecho que los votantes sean más autónomos en su toma de decisiones, pero también más sensibles a las fluctuaciones de la opinión pública reflejadas y amplificadas por los medios de comunicación. Estas transformaciones hacen que el comportamiento electoral sea más complejo de anticipar y analizar, ya que introducen nuevos factores variables y dinámicos que interactúan de forma compleja con factores tradicionales como la clase social, la religión o la identificación partidista.

En resumen, los partidos políticos desempeñan ahora un papel menos predominante en la comunicación política, mientras que los medios de comunicación y las campañas políticas, con su impacto a corto plazo, han ganado en importancia. Los modelos tradicionales, como los de la Escuela de Columbia y la Escuela de Michigan, hacían hincapié en la estabilidad del comportamiento electoral, vinculando el voto a factores a largo plazo como la afiliación social o la identificación partidista. Sin embargo, con los cambios sociales, vemos que los factores a corto plazo desempeñan un papel cada vez más importante en el comportamiento electoral. Esto no significa que los factores a largo plazo hayan perdido toda su importancia, sino que su impacto relativo ha disminuido en comparación con las influencias a corto plazo. Como consecuencia, el electorado se ha vuelto más volátil y las preferencias de voto pueden cambiar más rápidamente en respuesta a acontecimientos concretos o a intensas campañas mediáticas.

Diseño simplificado del electorado en los modelos clásicos

Otro defecto de los modelos tradicionales para explicar el voto es su excesiva simplificación del electorado. Aunque estos modelos tienen en cuenta las diferencias individuales desde un punto de vista sociodemográfico y a veces psicosociológico, consideran que el electorado es homogéneo. No tienen en cuenta la idea de que los individuos pueden variar mucho en su relación con la política. Esto significa que no tienen suficientemente en cuenta la diversidad de actitudes políticas, niveles de interés por la política, niveles de implicación o participación política, o pautas de consumo de información política. Los individuos pueden ser muy activos políticamente, totalmente indiferentes o estar en cualquier punto intermedio. También pueden estar muy influidos por determinados tipos de información o fuentes de información, y menos por otros.

Existen marcadas diferencias entre los ciudadanos en su relación con la política, que pueden ser especialmente notables en cuanto a su interés por la política y su competencia política. Existe un amplio abanico de niveles de compromiso: algunos ciudadanos están extremadamente interesados en la política, hasta el punto de comprometerse con ella y hacer de ella una carrera, mientras que otros están completamente desinteresados por la política. Del mismo modo, el nivel de competencia política varía considerablemente. Algunos ciudadanos tienen un conocimiento profundo de la política, entienden lo que está en juego, están bien informados y dominan las cuestiones políticas, mientras que otros carecen de las capacidades cognitivas o de la motivación para informarse y, por lo tanto, no tienen los conocimientos necesarios para participar en una votación informada. El interés por la política desempeña un papel decisivo en la atención que se presta a la política e influye en la participación política. En efecto, quienes se interesan por la política tienen más probabilidades de participar, mientras que quienes no lo hacen tienen más probabilidades de abstenerse. Por tanto, la motivación y el interés por la política condicionan no sólo la atención prestada a los mensajes políticos, sino también el grado de participación política.

Las competencias políticas también desempeñan un papel crucial a la hora de determinar la capacidad de las personas para integrar y comprender los mensajes transmitidos en la arena pública. Imaginemos una campaña de información bien diseñada, con argumentos claros tanto de la derecha como de la izquierda, que alimente debates ricos e informativos. Si las personas no tienen las capacidades necesarias para comprender, interiorizar y asimilar esta información, estas campañas no influirán en su opinión y no contribuirán a la formación de su juicio. En cambio, las personas con cierta competencia política podrán asimilar mejor esta información. Serán capaces de sopesar los pros y los contras, tratando de formarse una opinión sobre la base de la información que se comparte en la arena pública. Esta capacidad de procesar y comprender la información política es, por tanto, esencial para una participación política informada y activa.

Es esencial señalar que el interés por la política y la competencia política, es decir, un factor motivacional y un factor cognitivo, condicionarán y desempeñarán un papel crucial en el proceso de formación de la opinión de las personas. Son estos dos elementos -interés y competencia- los que se han convertido en consideraciones importantes en el análisis del comportamiento electoral. Hoy en día, el enfoque ha cambiado y los modelos de comportamiento electoral ya no parten del supuesto de un electorado homogéneo. En su lugar, se intenta tener en cuenta la diversidad y heterogeneidad del electorado. Se trata de reconocer que cada individuo tiene su propia combinación de intereses y competencia política, que influye en su comportamiento electoral.

Excesiva atención a los individuos en el análisis del voto

El último defecto de los modelos clásicos, y que resulta especialmente evidente en la escuela de la elección racional, es el excesivo énfasis que se pone en el individuo. La escuela de la elección racional es un ejemplo ejemplar de este énfasis en el individuo, ya que postula que el individuo lleva a cabo su cálculo coste-beneficio independientemente del contexto y de cualquier influencia externa. El individuo se sitúa en el centro de este proceso: reúne información, evalúa qué parte le aportará más beneficios y cuál le costará más, y sobre esta base hace su elección. Un ejemplo típico de este proceso sería determinar qué partido se le acerca más en una escala izquierda-derecha y votar a ese partido en función de sus intereses, pero siempre con independencia del contexto. Se trata de un modelo que considera al individuo como un actor aislado y autónomo en el proceso de decidir su voto, sin tener en cuenta las diversas influencias ambientales y sociales que también podrían desempeñar un papel en esta decisión.

Las críticas a estos modelos tradicionales, y en particular a la escuela de la elección racional, se basan en una excesiva focalización en los votantes y sus características individuales, en detrimento de una insuficiente consideración del contexto en el que estos individuos forman sus opiniones políticas. Esto significa que estos modelos no tienen suficientemente en cuenta el entorno social, económico, cultural y político en el que viven los votantes y que influye significativamente en sus actitudes y su comportamiento electoral.

La crítica en cuestión se aplica principalmente a la escuela de la elección racional, pero también afecta a las escuelas de Columbia y Michigan. Para la escuela de Columbia, aunque se supone que los individuos votan en función de las características del grupo social al que pertenecen, el grupo en sí no se tiene realmente en cuenta. En su lugar, se refleja únicamente a través de las características individuales del votante, por ejemplo si es de clase trabajadora, católico, etc. La posición social del votante y la influencia de las instituciones colectivas, como los sindicatos de trabajadores, no se tienen suficientemente en cuenta en este modelo. En otras palabras, estos modelos no tienen plenamente en cuenta el papel del contexto social e institucional en el que se encuentra el votante, y que puede influir significativamente en su comportamiento de voto.

Incluso el modelo de Columbia, que es un modelo sociológico que sitúa al individuo dentro de su grupo social, no ha tenido suficientemente en cuenta la importancia del papel que desempeña el propio grupo. Lo que se tiene en cuenta principalmente son las características sociales del individuo, más que las del grupo al que pertenece. Sin embargo, las opiniones individuales no se desarrollan en un vacío político, sino en un contexto institucional y político específico. Este contexto específico tiene el potencial de influir significativamente en la manera en que un individuo forma sus opiniones. En otras palabras, el marco social, cultural e institucional en el que se desenvuelve un individuo desempeña un papel decisivo en la formación de sus ideas y su comportamiento políticos.

Los dos elementos clave del contexto que pueden mencionarse son la oferta política y la campaña electoral.

La oferta y la demanda políticas, dos términos utilizados a menudo en ciencia política para comprender el comportamiento electoral.

  • La oferta política se refiere a las diferentes opciones disponibles para los votantes, incluidos los partidos políticos, los candidatos, los programas políticos, las ideologías y las agendas políticas. Esta oferta puede variar considerablemente de un contexto a otro, influyendo así en la forma en que los individuos toman sus decisiones de voto. Por ejemplo, si la oferta política no representa un amplio abanico de ideologías políticas o no ofrece soluciones satisfactorias a los problemas que preocupan a los votantes, esto puede conducir a la desvinculación electoral, a la protesta a través del voto en blanco o nulo, o a un desplazamiento del voto hacia partidos menos tradicionales.
  • La demanda política, por su parte, se refiere a las preferencias, valores, expectativas y necesidades de los votantes. Estas características están influidas por diversos factores, como los sociodemográficos (edad, sexo, nivel de educación, ocupación), psicológicos (actitudes, valores, emociones) y contextuales (situación económica, actualidad política, etc.).

En este contexto, los partidos políticos y los candidatos tratan de configurar su oferta para satisfacer mejor la demanda de los votantes. Cuando existe una adecuación entre la oferta política y la demanda, se observan generalmente niveles más elevados de compromiso electoral. Por otro lado, cuando la oferta política no se ajusta a la demanda de los votantes, puede producirse insatisfacción, falta de compromiso o volatilidad electoral. Por lo tanto, una comprensión profunda de estos dos conceptos es esencial para analizar y comprender el comportamiento electoral.

La campaña electoral: Las campañas electorales han adquirido una importancia considerable en la formación de la opinión electoral. Además de los factores sociodemográficos e ideológicos, los mensajes y la información difundidos durante una campaña electoral pueden influir significativamente en la decisión de voto de los electores. Estas influencias a corto plazo pueden incluir diversos factores, como :

  • Debates públicos sobre cuestiones políticas clave.
  • Cobertura mediática de candidatos y partidos políticos.
  • Campañas de publicidad política.
  • Discursos y posiciones políticas de los candidatos.
  • Acontecimientos de actualidad y crisis durante la campaña.
  • Encuestas y previsiones electorales.

Todos estos factores pueden influir en la percepción que los votantes tienen de los candidatos y los partidos políticos y, por tanto, en su decisión de voto. Además, la volatilidad del voto, es decir, la propensión de los votantes a cambiar su filiación política de unas elecciones a otras, ha aumentado en muchos países, lo que sugiere que las influencias a corto plazo, como las campañas electorales, pueden tener un impacto significativo en el comportamiento de voto.

Ambas son parte integrante del contexto en el que los individuos se forman sus opiniones y toman sus decisiones de voto. Por consiguiente, es esencial tenerlos en cuenta a la hora de analizar el comportamiento electoral.

Evolución reciente de la investigación electoral

Los investigadores han tratado de mejorar la precisión de los modelos electorales tradicionales incorporando nuevos elementos explicativos. Estos elementos intentan tener en cuenta la evolución de las sociedades modernas y las nuevas dinámicas que influyen en el comportamiento electoral. Estos nuevos factores incluyen :

  • Evolución de los clivajes sociales: En las sociedades modernas, los clivajes sociales ya no se limitan a las distinciones de clase o religión. Otras diferencias, como el nivel de educación, el origen étnico, el sexo, la edad, la orientación sexual, el lugar de residencia (urbano/rural), etc., han ganado importancia.
  • La evolución de los temas políticos: Los temas políticos que atraen el interés de los votantes han evolucionado. Temas como el medio ambiente, la inmigración, el nacionalismo, los derechos de las minorías, etc., han ganado en importancia.
  • La influencia de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías: El impacto de los medios de comunicación tradicionales y sociales en el comportamiento electoral se ha convertido en un importante campo de investigación. Estos medios pueden influir en las opiniones de los votantes, en su percepción de los candidatos y los partidos, e incluso en su participación electoral.
  • El papel de las emociones en la política: Los investigadores han empezado a tener en cuenta el papel de las emociones en la política. Sentimientos como el miedo, la ira, la esperanza, el entusiasmo, etc., pueden influir en el comportamiento electoral de las personas.
  • La personalización de la política: la personalidad y la imagen de los candidatos se han convertido en factores importantes en la elección de los votantes. Los votantes pueden sentirse más inclinados a votar a un candidato por su personalidad o su imagen pública que por sus políticas o su afiliación a un partido.

Estos nuevos enfoques no suplantan a los modelos tradicionales, sino que los complementan y enriquecen. Reconocen que el comportamiento electoral es complejo y multifactorial, y que en él influyen multitud de factores que evolucionan con el tiempo y en su contexto.

Tener en cuenta el contexto en el análisis del voto, que evoluciona con el tiempo y el contexto.

El contexto institucional, en particular el sistema electoral, desempeña un papel crucial en el comportamiento electoral. El tipo de sistema electoral, ya sea mayoritario, proporcional o una mezcla de ambos, tiene un impacto significativo en las estrategias de voto de los electores, así como en las tácticas de los partidos políticos. En un sistema mayoritario, en el que el candidato o partido con más votos gana todos los escaños de una circunscripción, los votantes pueden tener que votar estratégicamente para evitar "desperdiciar" su voto. Pueden decidir votar a un candidato o partido que tenga más probabilidades de ganar, aunque no sea su primera opción. Del mismo modo, los partidos políticos pueden optar por concentrarse en determinadas circunscripciones en las que creen que tienen más posibilidades de obtener escaños. En cambio, en un sistema proporcional, en el que los escaños se asignan según el porcentaje de votos recibidos por cada partido, los votantes tienen más libertad para votar según sus verdaderas preferencias, porque saben que su voto contribuirá a ganar un escaño, incluso para un partido pequeño. Del mismo modo, los partidos políticos pueden permitirse presentar candidatos en diversas circunscripciones, ya que cada voto cuenta para la asignación de escaños. Así pues, el contexto institucional es un factor esencial a tener en cuenta a la hora de analizar el comportamiento electoral, ya que configura los incentivos y las estrategias de los votantes y los partidos políticos.

La polarización del sistema político es otro elemento contextual que influye en el comportamiento electoral. En un sistema altamente polarizado, en el que los partidos políticos proponen políticas marcadamente diferentes y adoptan posturas opuestas sobre diversas cuestiones, los votantes disponen de un abanico más amplio de opciones. Esta diversidad puede estimular el compromiso político y facilitar a los votantes la toma de decisiones, ya que las claras distinciones entre partidos pueden hacer más obvio a quién votar. Por el contrario, en un sistema político consensual en el que hay pocas diferencias ideológicas o políticas entre los partidos, los votantes pueden tener más dificultades para distinguir entre los partidos y decidir a quién votar. Esta falta de diferenciación puede reducir el compromiso político y aumentar la incertidumbre o indecisión de los votantes. La polarización también puede afectar a la dinámica de las campañas electorales. En un entorno polarizado, los partidos pueden llevar a cabo campañas más confrontativas y basadas en temas concretos, lo que a su vez puede influir en la forma en que los votantes perciben a los partidos y toman sus decisiones. En resumen, el grado de polarización de un sistema político puede tener importantes repercusiones en el comportamiento electoral.

La fragmentación del sistema de partidos es otro aspecto contextual crucial que puede influir en el comportamiento electoral. La fragmentación se refiere al número de partidos políticos significativos en un sistema político. En un sistema de partidos muy fragmentado, en el que hay muchos partidos políticos, todos ellos con posibilidades razonables de obtener escaños o ejercer influencia, los votantes tienen una mayor variedad de opciones. Esto puede dar lugar a una representación más matizada de las opiniones y preferencias políticas de los votantes. Sin embargo, también puede hacer que el panorama político sea más complejo y difícil de navegar para los votantes. Por el contrario, en un sistema de partidos menos fragmentado, caracterizado normalmente por uno o dos partidos dominantes, las opciones de los votantes son más limitadas. Si bien esto puede simplificar la elección electoral, también puede conducir a una representación política menos completa o a la insatisfacción de los votantes que se sienten insuficientemente representados por las opciones disponibles. La fragmentación del sistema de partidos también puede influir en la dinámica de la campaña electoral y en la estrategia de los partidos. Por ejemplo, en un sistema muy fragmentado, los partidos pueden estar más inclinados a formar alianzas o coaliciones y dirigirse a segmentos específicos del electorado.

La campaña electoral y la cobertura de los medios de comunicación son dos factores cruciales que influyen en el comportamiento electoral. Son especialmente relevantes en los modelos modernos de investigación electoral. La campaña electoral propiamente dicha es un momento en el que los partidos y los candidatos presentan sus posiciones sobre diversos temas, intentan convencer a los votantes de su competencia y de la pertinencia de sus propuestas, y a menudo critican a sus oponentes. La campaña electoral es, por tanto, un momento de influencia potencialmente fuerte en las opiniones de los votantes, tanto en lo que se refiere a su valoración de los candidatos y partidos como a su sentido del compromiso con el proceso político. Los medios de comunicación desempeñan un papel importante en la transmisión de información sobre la campaña a los votantes. Se encargan de cubrir las declaraciones de los candidatos, los debates políticos, las encuestas, las controversias y los incidentes de la campaña. La forma en que los medios de comunicación cubren la campaña puede influir en la percepción que tienen los votantes de la relevancia, credibilidad y atractivo de los distintos candidatos y partidos. Además, los medios de comunicación también pueden influir en la percepción de los votantes sobre cuestiones importantes de la campaña. Por ejemplo, si los medios de comunicación se centran mucho en determinadas cuestiones, como la economía o la inmigración, los votantes pueden percibir estas cuestiones como más importantes que otras, lo que puede influir en su comportamiento de voto. En general, la campaña electoral y la cobertura de los medios de comunicación son dos factores contextuales clave que pueden influir significativamente en la formación de la opinión de los votantes y en su comportamiento de voto.

Reconocimiento de la heterogeneidad del electorado

Los modelos modernos de investigación electoral tienen en cuenta la heterogeneidad del electorado, lo que representa un alejamiento significativo de los modelos tradicionales que daban por supuesta la relativa homogeneidad de los votantes. Hoy en día, se reconoce ampliamente que el electorado es diverso y variado, con niveles muy diferentes de interés y competencia política entre los individuos.

El interés por la política es un factor clave que puede influir en el comportamiento electoral de un individuo. Es probable que los votantes con un gran interés por la política se impliquen más en el proceso político, sigan de cerca las campañas electorales, se informen sobre los candidatos y los partidos y participen activamente en la votación. En cambio, los que tienen poco interés por la política pueden estar menos comprometidos y ser menos propensos a votar. La competencia política es otro factor importante. Los votantes con un buen conocimiento de la política y una comprensión clara de los problemas son más capaces de procesar información política compleja y evaluar a los candidatos y partidos sobre la base de criterios bien informados. Los que tienen menos conocimientos políticos pueden tener más dificultades para comprender y evaluar la información política, lo que puede afectar a su comportamiento de voto.

La psicología política es un campo de estudio interdisciplinar que examina cómo los procesos psicológicos individuales, así como los rasgos de personalidad, influyen en la política a nivel individual y colectivo. En concreto, estudia cómo los individuos se forman sus opiniones políticas, cómo toman decisiones políticas y cómo sus valores, actitudes y rasgos de personalidad influyen en su comportamiento político. Examina una amplia gama de temas, desde las actitudes y percepciones políticas hasta la formación de identidades políticas y los efectos de las emociones en el comportamiento político. Por ejemplo, la psicología política puede estudiar cómo los miedos o las preocupaciones por la seguridad pueden influir en las actitudes hacia las políticas de inmigración, o cómo los valores fundamentales de un individuo, como la igualdad o la libertad, pueden conformar su alineamiento político.

La psicología política también se interesa por la influencia de los sesgos cognitivos en la toma de decisiones políticas. Por ejemplo, puede examinar cómo sesgos como el efecto de confirmación (la tendencia a buscar e interpretar información que confirma nuestras creencias existentes) pueden influir en las opiniones políticas. Al centrarse en los mecanismos psicológicos subyacentes, la psicología política ofrece una perspectiva única de la política y el comportamiento electoral, que complementa los enfoques más tradicionales de la ciencia política centrados en factores como las afiliaciones a partidos, las ideologías o los factores sociodemográficos.

La idea de que el voto temático ha cobrado importancia en las últimas décadas es cada vez más aceptada en el campo de la ciencia política. El voto por temas se refiere al comportamiento electoral basado en cuestiones o problemas específicos ("temas") que los votantes consideran importantes. En lugar de basar su voto únicamente en ideologías políticas generales o afiliaciones a partidos, muchos votantes son ahora más propensos a votar en función de posturas concretas sobre cuestiones específicas, como la economía, el medio ambiente, la salud pública, la inmigración, etcétera. Los votantes también pueden basar su voto en su percepción de la competencia de un partido o candidato para gestionar estas cuestiones. Por ejemplo, un votante puede decidir votar a un determinado partido porque lo percibe como el más competente para gestionar una crisis económica o para aplicar políticas medioambientales eficaces. Este cambio hacia un voto más basado en cuestiones concretas puede atribuirse a varios factores. Puede deberse a un mayor acceso a la información, que permite a los votantes estar más informados y comprometidos con cuestiones concretas. También puede estar relacionado con la erosión de las lealtades partidistas tradicionales, la creciente individualización de la política y la polarización en torno a cuestiones específicas. Sin embargo, a pesar de que el voto por temas se ha hecho más común, las ideologías políticas y las afiliaciones a partidos siguen desempeñando un papel significativo en el comportamiento electoral.

La situación en Suiza es un buen ejemplo de cómo el voto temático puede desempeñar un papel importante en las elecciones. El Partido Popular Suizo (SVP), conocido por su dura postura frente a la inmigración, ha conseguido atraer a un gran número de votantes que consideran la inmigración un tema importante. La UDC ha logrado labrarse una reputación de partido que aborda activamente la cuestión de la inmigración, proponiendo políticas restrictivas y destacando el tema en sus campañas electorales. Para muchos votantes, la UDC es vista como el partido más competente en materia de inmigración, lo que explica en parte su éxito electoral. Esto demuestra que, en determinados contextos, determinadas cuestiones pueden convertirse en el centro del debate político e influir fuertemente en el comportamiento de los votantes. Los partidos capaces de posicionarse eficazmente en estos temas y convencer a los votantes de su competencia pueden, por tanto, disfrutar de una ventaja significativa en las urnas.

Innovaciones metodológicas en el estudio del comportamiento electoral

Los modelos explicativos multinivel, también conocidos como modelos jerárquicos, representan un importante avance metodológico en el estudio del comportamiento electoral. Estos modelos tienen en cuenta las diferentes escalas de influencia en el comportamiento de los individuos, desde el contexto local al nacional, pasando por el contexto individual. Por ejemplo, un modelo multinivel podría analizar el efecto de características individuales como la edad, el sexo, la educación y la etnia en el comportamiento electoral, teniendo en cuenta también el papel del contexto socioeconómico local y nacional, las características del sistema de partidos y la oferta política. De este modo, los modelos multinivel pueden ayudarnos a comprender cómo interactúan las influencias a distintos niveles para conformar el comportamiento de voto. Estos modelos ofrecen una flexibilidad considerable y permiten analizar datos complejos de forma más precisa y matizada. Se han utilizado para estudiar una serie de fenómenos políticos, como el comportamiento electoral, la participación política, las actitudes políticas y muchos otros. Así, el uso de modelos multinivel jerárquicos o explicativos representa una innovación significativa en la investigación del comportamiento electoral, ya que permite una comprensión más exhaustiva y matizada de los factores que influyen en el voto.

Los modelos estadísticos suelen denominarse modelos multinivel o jerárquicos. Están diseñados para tener en cuenta la complejidad inherente de los datos sociales, que a menudo comprenden estructuras anidadas o jerárquicas.

En el contexto de la investigación sobre el comportamiento electoral, estos modelos pueden utilizarse para examinar simultáneamente el efecto de las características individuales (como la edad, el sexo, la educación, las creencias políticas, etc.) y el efecto del contexto (por ejemplo, el sistema electoral, la oferta política, la campaña electoral, etc.) en la elección del voto de un individuo. Estos modelos también pueden utilizarse para estudiar las interacciones entre los factores individuales y contextuales. Por ejemplo, pueden utilizarse para examinar si el efecto de la educación en la elección del voto varía en función del contexto político en el que se encuentra un individuo. Al tener en cuenta simultáneamente los factores individuales y contextuales, así como sus interacciones, los modelos multinivel ofrecen una perspectiva más rica y completa sobre la formación de la elección electoral. Pueden ayudar a revelar dinámicas complejas que podrían pasar desapercibidas en los análisis que consideran los factores individuales y contextuales por separado.

Por ejemplo, los investigadores intentan ilustrar que el impacto de la identidad católica en el comportamiento electoral puede variar según el entorno religioso del votante. En otras palabras, la influencia de la identidad católica en el voto podría ser más o menos significativa dependiendo de si el individuo vive en un cantón predominantemente católico o en un cantón con diversidad religiosa. La idea subyacente es, por tanto, integrar en el análisis del comportamiento electoral tanto factores individuales, como la identidad religiosa, como factores contextuales, como la composición religiosa del cantón.

Este ejemplo es una buena ilustración de cómo los modelos multinivel pueden ayudar a revelar dinámicas complejas en el comportamiento electoral. En este caso, nos permiten ver cómo el impacto de la afiliación religiosa en la elección del voto puede variar según el contexto religioso del lugar donde vive el individuo. Esto significa que el efecto de la afiliación religiosa en el comportamiento electoral puede ser diferente en un contexto en el que la mayoría de la gente comparte la misma religión (un cantón católico, por ejemplo) en comparación con un contexto en el que la gente tiene religiones diferentes (un cantón religiosamente mixto). Esto puede deberse a varios factores. Por ejemplo, en un cantón predominantemente católico, las personas católicas pueden sentirse más cómodas expresando sus valores religiosos en su voto. Por otro lado, en un cantón de religión mixta, es más probable que los católicos voten por otros motivos, como la ideología política o cuestiones económicas. Este es un excelente ejemplo de cómo los modelos multinivel pueden ayudarnos a comprender las interacciones entre factores individuales y contextuales en la configuración del comportamiento electoral.

Casos prácticos: Análisis del comportamiento electoral

Étude de Cas 1 : Explication du Vote pour l'UDC

Cette étude analyse la composition de l’électorat UDC et l’évolution de cette composition au cours du temps.

Source: Oesch y Rennwald 2010

El gráfico de la izquierda, que muestra la proporción de votantes por clase que votaron al Partido Socialista en 2007 (en términos porcentuales), ilustra la composición del electorado del Partido Socialista tras las elecciones federales de 2007. Estos resultados se basan en una encuesta de opinión realizada después de las elecciones. Como se ha mencionado anteriormente, las encuestas SELECT, que se han realizado después de cada elección federal desde 1995, proporcionan un valioso conjunto de datos sobre el comportamiento de los votantes a nivel nacional en Suiza.

En 2007, el Partido Socialista obtuvo alrededor del 20% de los votos, que es también su resultado medio. Observando las diferentes categorías socioprofesionales, podemos ver la diferencia entre esta puntuación media y la proporción de votos obtenida en cada categoría. Esto permite identificar qué segmentos de la población son más propensos a votar al Partido Socialista y qué segmentos son menos propensos a hacerlo.

Refiriéndonos a la última línea, podemos ver que una categoría socioprofesional en particular votó masivamente al PS: los especialistas socioculturales. Mientras que la puntuación media del SP era del 20%, alcanzó el 34% entre esta categoría, lo que supone un aumento de catorce puntos porcentuales. Los especialistas socioculturales, a veces denominados "nueva clase media", incluyen a los empleados que trabajan en los sectores sanitario, social, educativo, cultural y de los medios de comunicación. Se trata de un segmento de la clase media alta cuyo número ha aumentado considerablemente. Podríamos referirnos a ellos de forma un tanto trivial como "bobo", por "burgués bohemio". Estos individuos disponen de recursos relativamente importantes, pero se adhieren a los valores redistributivos de la izquierda. Aunque el modelo de elección racional les predispondría a votar a la derecha debido a su ventajosa situación socioeconómica, tienden a apoyar programas de izquierdas por solidaridad social y adhesión a otros valores de izquierdas, como la apertura internacional y la solidaridad.

Todas las demás categorías socioprofesionales parecen estar por debajo de la puntuación media del Partido Socialista, incluidos los grupos denominados aquí "trabajadores de la producción", "trabajadores de los servicios" y "trabajadores de oficina". Estos últimos serían lo que antes se denominaba trabajadores manuales. Los trabajadores de la producción suelen ser personas que trabajan en la industria, realizan tareas repetitivas y tienen poca autonomía en su trabajo. Estas personas tienden a votar al Partido Socialista con menos frecuencia que la media.

La tendencia observada indica que los trabajadores de la producción, que suelen desempeñar funciones industriales que requieren tareas repetitivas y ofrecen poca autonomía, tienen una menor propensión a votar al Partido Socialista. Varios factores pueden explicar este fenómeno.

En primer lugar, el sector industrial ha experimentado cambios considerables en las últimas décadas, marcados por una creciente automatización y la deslocalización de la producción a regiones con bajos costes laborales. Estos cambios han provocado a menudo una mayor inseguridad laboral y un sentimiento de abandono entre estos trabajadores, que pueden sentirse menos representados por un partido tradicionalmente asociado a la defensa de los derechos de los trabajadores.

La naturaleza de la clase trabajadora también ha cambiado. Hoy en día incluye una gama mucho más amplia de ocupaciones y niveles de cualificación que en el pasado. Este grupo diverso puede tener preferencias políticas más diversas y no sentirse uniformemente atraído por el Partido Socialista. En segundo lugar, la aparición de cuestiones sociales como la inmigración y la identidad nacional también ha contribuido a cambiar el panorama político. En algunos casos, estas cuestiones han eclipsado los problemas económicos tradicionales en la agenda política, lo que ha llevado a algunos trabajadores de la producción a recurrir a partidos de derechas o populistas que prometen resolver estos problemas. Por último, el cambio de discurso político y de prioridades del Partido Socialista también puede haber influido. Como ya se ha señalado, el Partido Socialista parece haber logrado atraer a una proporción significativa de "especialistas socioculturales", un grupo que suele tener niveles de educación más altos y valores más liberales. Como resultado, el Partido Socialista puede haber orientado parte de su retórica y su programa para atraer a este grupo, posiblemente en detrimento de su tradicional atractivo para los trabajadores de la producción.

En las elecciones de 2007, la UDC (Unión Democrática del Centro) obtuvo el 28% de los votos, un resultado notable que, sin embargo, varía mucho según la categoría socioprofesional. En este contexto, podría afirmarse que el modelo de Columbia, que se centra en variables sociológicas como la clase social y la pertenencia a un grupo para explicar el comportamiento electoral, conserva cierta pertinencia. De hecho, la puntuación de la UDC refleja probablemente la influencia de los factores socioprofesionales en el comportamiento electoral. Este partido ha logrado atraer a una gran variedad de grupos sociales, reflejando una serie de preocupaciones diferentes, desde la inmigración a la economía, pasando por la soberanía nacional. Las significativas variaciones en el apoyo electoral de la UDC entre las distintas categorías socioprofesionales subrayan la importancia de la posición social de las personas a la hora de configurar sus preferencias políticas. Dicho esto, la fuerza de la UDC en 2007 no significa que el modelo de Columbia ofrezca una explicación exhaustiva o definitiva del comportamiento electoral. Otros factores, como las preocupaciones políticas a corto plazo, las percepciones de los temas y los candidatos, y el efecto de la campaña electoral, también pueden desempeñar un papel importante. Además, las ideas y los valores individuales también pueden interactuar con la clase social para influir en las opciones electorales. Aunque el modelo de Columbia puede seguir aportando información valiosa sobre el voto a la UDC en 2007, es necesario tener en cuenta una gama más amplia de factores para comprender plenamente el comportamiento electoral.

El principal apoyo de la UDC en las elecciones de 2007 procedió de los "pequeños independientes", entre los que se incluyen agricultores, comerciantes, artesanos y otros autónomos que no dirigen grandes empresas. A veces denominados la "vieja clase media", estos individuos apoyaron mayoritariamente a la UDC. De hecho, casi la mitad (44%) de los pequeños autónomos votaron a la UDC, un porcentaje significativamente mayor que el resultado global del partido (28%). Parece que los pequeños autónomos se identificaron con las posturas de la UDC en cuestiones como la soberanía nacional, la inmigración y quizá también la autonomía económica. Su apoyo pone de relieve cómo la posición socioeconómica de un individuo y su pertenencia a una categoría profesional específica pueden influir en sus preferencias políticas. Sin embargo, es importante señalar que estas personas constituyen uno de los dos principales bastiones de la UDC, lo que sugiere que el apoyo al partido se distribuye de forma diversa y compleja en la sociedad suiza.

La UDC también cuenta con un fuerte apoyo entre los trabajadores de la producción y los servicios. A pesar de su posicionamiento como partido de derechas en el espectro político, que no suele asociarse con la defensa de los intereses de los trabajadores, la UDC consiguió en 2007 alrededor del 40% de los votos de esta categoría de trabajadores, superando su resultado global del 28%. Cabe preguntarse por qué una proporción tan elevada de trabajadores decidió votar a la UDC, mientras que algunos sindicalistas podrían argumentar que la UDC no protege suficientemente a los trabajadores. Por ejemplo, se podría argumentar que la UDC no defiende a los trabajadores frente a la competencia de la mano de obra extranjera, salvo indirectamente al abogar por políticas de cierre de fronteras. Sin embargo, es posible que el éxito de la UDC con los trabajadores no esté vinculado principalmente a su programa económico. En cambio, parece más plausible que sea su programa cultural el que atraiga a estos votantes. La UDC aboga por el cierre de fronteras desde una perspectiva cultural, defendiendo las tradiciones y propugnando un cierto cierre internacional. Esta posición, motivada principalmente por consideraciones culturales, identitarias e históricas más que económicas, podría explicar la popularidad de la UDC entre los trabajadores de la producción y los servicios.

Desde una perspectiva bidimensional de la arena política, podemos ver que el éxito de la UDC es atribuible en gran medida a su posición en el eje tradición-opentividad más que a su posición en el eje económico. En este eje, la UDC no se diferencia realmente del Partido Liberal Radical (PLR). Esto ilustra la división entre ganadores y perdedores. Desde este punto de vista, la UDC y el PLR representan a los "ganadores" del sistema económico actual y defienden políticas liberales y de mercado. Sin embargo, la UDC se distingue en el eje tradición-apertura por adoptar posiciones más cerradas y tradicionales. Esto significa que muchos votantes pueden sentirse atraídos por la UDC no por sus posiciones económicas, que son similares a las del FDP, sino más bien por sus posiciones en cuestiones culturales y de identidad. Esto puede explicar por qué la UDC ha sido capaz de atraer una elevada proporción de votos de grupos como los trabajadores de la producción y los servicios, que pueden sentirse más amenazados por la apertura cultural y social.

En resumen, podría decirse que los que se sienten "ganadores" de la apertura internacional y la globalización suelen ser los especialistas socioculturales, mientras que los percibidos como "perdedores" son los que temen esta apertura. Estos últimos no sólo temen una mayor competencia económica, sino también cambios en la cultura y la identidad. Entre estos grupos se encuentran los pequeños autónomos, así como los trabajadores de la producción y los servicios. Al mismo tiempo, la UDC obtuvo una puntuación significativamente más baja entre los especialistas étnicos y socioculturales. En cierto modo, se trata del efecto contrario al que observamos para el Partido Socialista. Estos grupos suelen tener una mentalidad más internacional y son más proclives a la diversidad cultural, lo que se refleja en su tendencia a votar a partidos más de izquierdas, como el Partido Socialista, que a partidos más de derechas, como la UDC.

La división de clases sigue desempeñando un papel crucial en el comportamiento electoral, pero su naturaleza ha cambiado con el tiempo. Tradicionalmente, esta división se consideraba entre trabajadores y empresarios, reflejando las ideas de Marx sobre el conflicto entre trabajo y capital. Durante un largo periodo de la historia europea, vimos una clara divergencia en el voto entre estos dos grupos, con los trabajadores inclinándose generalmente hacia los partidos de izquierdas y los empresarios tendiendo a apoyar a los partidos de derechas. Sin embargo, esta división tradicional ha cambiado con el tiempo y la dinámica del conflicto de clases se ha vuelto más compleja. Ya no se trata sólo de una oposición entre trabajo y capital, sino de una multitud de divisiones sociales, económicas y culturales que interactúan de forma compleja. Por ejemplo, como hemos mencionado antes, grupos como los pequeños autónomos y los trabajadores de la producción y los servicios tienden a apoyar a la UDC de derechas, no necesariamente por sus posiciones económicas, sino por sus preocupaciones culturales e identitarias. Esto demuestra que, aunque la división de clases sigue siendo un factor importante, debe analizarse junto con otras dimensiones sociopolíticas para comprender plenamente el comportamiento electoral contemporáneo.

En muchos países, entre ellos Suiza, hemos asistido a un cambio en la forma en que las divisiones de clase se manifiestan en el comportamiento electoral. Este fenómeno se describe a menudo como una desalineación y realineación de los votantes en relación con los partidos políticos. En concreto, hemos visto una tendencia en la que los votantes de clase trabajadora, que históricamente se alineaban con partidos de izquierdas, han empezado a acercarse a partidos populistas de derechas. Este movimiento se ha observado no sólo en Suiza, sino también en otros países como Francia, Austria, los Países Bajos y los países escandinavos. Hay varias explicaciones posibles para este fenómeno. Algunos sugieren que estos votantes están cada vez más preocupados por cuestiones de identidad cultural y soberanía nacional, temas a menudo destacados por los partidos populistas de derechas. Otros sostienen que estos votantes se sienten defraudados por los partidos de izquierda tradicionales, que tienden a centrarse más en cuestiones sociales y económicas. Sea cual sea la razón exacta, está claro que el panorama político está cambiando y que la tradicional división de clases ya no puede explicar por sí sola el comportamiento electoral. Por tanto, los politólogos deben tener en cuenta estas nuevas dinámicas a la hora de analizar las tendencias electorales actuales.

En todos estos países, se observa que durante los años ochenta y noventa se produjo un cambio, ya que una parte importante de los trabajadores que tradicionalmente votaban a la izquierda se pasaron a la derecha populista. Es importante señalar que este fenómeno no afecta a todos los trabajadores, sino a una parte importante de ellos. Al mismo tiempo, hemos asistido a un fortalecimiento de los especialistas socioculturales, o de la nueva clase media, como bastión del voto de izquierdas. Este fenómeno se caracteriza por individuos con una situación socioeconómica relativamente acomodada que, a pesar de su posición, tienden a apoyar ideales redistributivos y valores generalmente asociados a la izquierda, como la apertura internacional y la solidaridad. Esta transformación del paisaje electoral es una poderosa constatación que es tan cierta en Suiza como en otros países. Tiene un profundo impacto en la política de estos países y requiere una comprensión detallada si se quieren interpretar adecuadamente las tendencias electorales actuales.

Source: Oesch y Rennwald 2010

El gráfico muestra la evolución del voto a la UDC (Unión Democrática del Centro) entre las clases trabajadoras entre 1995 y 2007. En 1995, entre el 15% y el 20% de los trabajadores de los servicios, la producción y las oficinas votaban a la UDC. Sin embargo, en un periodo de aproximadamente una década, hemos asistido a un aumento significativo de esta cifra, alcanzando porcentajes de entre el 35% y el 40% del voto de la clase trabajadora. Cabe señalar que la UDC ha experimentado un aumento del apoyo en todos los segmentos del electorado en los últimos veinte años. Sin embargo, el aumento más marcado se ha producido entre el electorado obrero. Esto ilustra la reformulación de la división de clases de la que hemos hablado antes, mostrando un cambio importante en los patrones de voto de estos grupos a lo largo del tiempo.

La división de clases sigue siendo relevante para el comportamiento electoral, pero su naturaleza ha cambiado profundamente. Se ha reestructurado mediante movimientos de desalineación y realineación entre las diferentes clases sociales y partidos políticos. El término "desalineación" se refiere, por ejemplo, al fenómeno de los trabajadores que se distancian gradualmente del Partido Socialista o de la izquierda en general, mientras que "realineación" se refiere a su creciente atracción por partidos como la UDC. Este proceso de cambio de lealtades partidistas en función de la clase ha llevado a un cambio en la naturaleza de la división de clases. Hoy hablamos de una "nueva división de clases", que enfrenta a los "ganadores" de la globalización, como los altos ejecutivos y la nueva clase media, con los que se perciben -o se perciben a sí mismos- como los "perdedores" de la globalización. Entre estos últimos se encuentran las clases trabajadoras y la antigua clase media, formada por pequeños autónomos como artesanos, agricultores y comerciantes.

El cuadro muestra cómo ha evolucionado el voto a la UDC entre las distintas categorías de las clases medias. Muestra tres segmentos de las clases trabajadoras: oficinistas (en gris), trabajadores de los servicios (línea de puntos) y trabajadores de la producción (en negro). En las tres categorías se observa un aumento significativo del porcentaje de personas que votaron a la UDC. Aunque la UDC ganó terreno en todos los estratos de la población, esto es especialmente cierto en el caso de las clases trabajadoras.

Este gráfico es una simple disposición de los votantes en un espacio bidimensional.

Source: Oesch y Rennwald 2010b: 276

El eje horizontal refleja una dimensión socioeconómica que puede interpretarse como favorable a "más Estado" o "más mercado". Esta dimensión se deriva de dos preguntas principales formuladas en los sondeos de opinión.

  • La primera pregunta se refiere al gasto social: ¿están los encuestados a favor de un aumento o una disminución del gasto social por parte de la Confederación? Esto puede ayudar a determinar si una persona tiene una inclinación más social (a favor de más gobierno) o más liberal (a favor de más mercado).
  • La segunda pregunta se refiere a la fiscalidad de las rentas altas: ¿están los encuestados a favor o en contra de un aumento de la fiscalidad sobre las rentas altas? Esta pregunta mide las actitudes hacia la redistribución de la riqueza, que es otra forma de evaluar si una persona se inclina más por las políticas estatales o de mercado.

Combinando las respuestas a estas dos preguntas, podemos hacernos una idea aproximada de la posición de una persona en el eje socioeconómico. Esta dimensión socioeconómica clasifica a los individuos en función de sus preferencias en materia de redistribución de la riqueza por parte del Estado. Si una persona está "a favor del gasto" y "a favor de subir los impuestos", es decir, apoya el aumento del gasto social y una mayor fiscalidad de las rentas altas, esto puede interpretarse como valores de izquierdas. Estas personas suelen apoyar una mayor redistribución de la riqueza por parte del Estado, lo que puede significar más servicios públicos, programas sociales más generosos y una mayor igualdad de ingresos. Por el contrario, si una persona está "en contra del gasto" y "en contra de subir los impuestos", es decir, está en contra de aumentar el gasto social y de subir los impuestos a los que más ganan, esto puede interpretarse como valores de derechas. Estas personas tienden a apoyar una menor intervención del Estado en la economía, prefiriendo dejar que el mercado opere libremente. En general, son partidarios de bajar los impuestos y de que el Estado redistribuya menos la riqueza. Esta dimensión socioeconómica es, por lo tanto, una forma útil de entender dónde se sitúa la gente en el espectro político cuando se trata de cuestiones económicas.

El eje vertical está más relacionado con la dimensión cultural o identitaria de la política, y nos ayuda a comprender en qué parte del espectro político se sitúa la gente cuando se trata de cuestiones de nacionalidad, identidad nacional e inmigración. Si alguien está "a favor de la adhesión de Suiza a la Unión Europea" y "a favor de una Suiza que dé las mismas oportunidades a suizos y extranjeros", podemos decir que esta persona se sitúa más arriba en el eje, mostrando una mayor apertura a la influencia y participación extranjeras. Estas personas suelen ser más progresistas en cuestiones de identidad e inmigración, y pueden estar más inclinadas a apoyar políticas de inclusión y diversidad. Por el contrario, si una persona está "a favor de una Suiza que vaya por libre" y "a favor de una Suiza que favorezca a los suizos frente a los extranjeros", puede decirse que está más abajo en el eje, mostrando una postura más proteccionista y nacionalista. Estas personas suelen ser más conservadoras en cuestiones de identidad e inmigración, y pueden ser más proclives a apoyar políticas que favorezcan a los ciudadanos nacionales y limiten la inmigración. Estos dos ejes -socioeconómico y cultural/identitario- pueden combinarse de distintas maneras para formar una amplia gama de posiciones políticas. Por ejemplo, alguien puede ser económicamente conservador (a favor de una menor redistribución) y culturalmente progresista (a favor de la inclusión de los extranjeros), o viceversa.

Agrupando estos subgrupos por profesión y partido político, podemos ilustrar cuál es la posición de estos grupos en el eje socioeconómico (más Estado o más mercado) y en el eje cultural/identitario (apertura internacional o cierre nacional). Al calcular la posición media de cada grupo, es importante tener en cuenta que se trata de una media. Esto significa que representa una posición "central" en torno a la cual varían las respuestas individuales. Esto explica por qué, a pesar de las diferencias significativas en las actitudes políticas dentro de cada grupo, las medias pueden aparecer relativamente cerca del centro del gráfico. Analizando estas medias, podemos hacernos una idea general de las actitudes políticas dominantes dentro de cada subgrupo de votantes. Sin embargo, también es importante tener en cuenta la diversidad de opiniones dentro de cada grupo. Por ejemplo, no todos los directivos son económicamente conservadores, y no todos los especialistas socioculturales son necesariamente progresistas en cuestiones de identidad e inmigración.

Utilizar la posición media para representar la orientación política de un grupo da una visión de conjunto, pero también puede ocultar una diversidad de opiniones dentro del mismo grupo. Esto puede explicar por qué, a pesar de las diferencias en las opiniones individuales, estas medias pueden a veces situarse cerca del centro del gráfico. Por ejemplo, si nos fijamos en los especialistas socioculturales que votan al Partido Socialista (PS) o a la Unión Democrática del Centro (UDC), podemos ver que, a pesar de su afiliación profesional común, sus posiciones medias en estos ejes socioeconómico y cultural/identitario difieren según el partido al que voten. En cuanto a los directivos, unos pueden situarse a la derecha, otros a la izquierda, y algunos pueden ser más o menos abiertos o cerrados en el eje cultural/identitario. Si se tiene en cuenta la media de sus posiciones, se sitúan cerca del centro del gráfico, lo que refleja una diversidad de opiniones políticas dentro de este grupo. Este tipo de análisis pone de relieve no sólo las divergencias políticas entre las distintas clases profesionales, sino también las divergencias dentro de esas clases. Es un recordatorio importante de que, aunque puedan observarse ciertas tendencias generales, las actitudes políticas son diversas y variadas.

Parece que el Parti Socialiste (PS) tiene una base electoral ideológicamente más diversa que la Union Démocratique du Centre (UDC). Esto puede sugerir que el PS aglutina un abanico más amplio de opiniones en la escala económica (desde la redistribución a la preferencia por el mercado) y en la escala de apertura frente a tradición. En cambio, la UDC parece reunir a votantes con valores más similares, centrados principalmente en la defensa de las tradiciones y con una ligera inclinación hacia políticas económicas de derechas. Esto puede indicar que la UDC tiene una base de votantes más homogénea que comparte un conjunto de valores comunes. También es muy interesante la diferencia entre los trabajadores de la producción que votaron a la UDC y los que votaron al PS. Demuestra claramente cómo las diferencias de percepción y valores pueden dividir a un mismo grupo socioprofesional. También muestra que las preferencias políticas no están necesariamente determinadas sólo por la clase profesional, sino que también pueden estar influidas por otros factores, como las creencias personales, la identidad cultural y la visión del mundo.

Existe un dilema común al que se enfrentan muchos partidos políticos, especialmente los de la izquierda tradicional, como el Partido Socialista en Suiza. Estos partidos han apoyado históricamente a los trabajadores y han promovido la redistribución económica y la equidad social. Sin embargo, a medida que las economías y las sociedades han ido evolucionando, también han ganado el apoyo de grupos socioculturales más educados y liberales, que tienen preferencias políticas diferentes, sobre todo en las cuestiones de la inmigración y la apertura internacional. Se trata, por tanto, de una situación delicada para el PS, ya que tiene que encontrar un equilibrio entre estos dos grupos de votantes. Si se inclina demasiado hacia uno u otro, corre el riesgo de perder el apoyo del otro grupo. Esta es una cuestión importante para el SP y otros partidos de izquierdas de todo el mundo, mientras navegan en este complejo entorno político. Este dilema también está vinculado a tendencias más amplias en muchos países occidentales, donde las preferencias políticas están cada vez menos definidas por la clase económica y más influidas por cuestiones culturales y de identidad, como la apertura a la inmigración y la globalización. Esto ha dado lugar a un realineamiento político en el que algunos trabajadores se han decantado por partidos populistas de derechas, mientras que los grupos más educados han apoyado a partidos de izquierdas.

Esta tensión entre distintas facciones del electorado es un reto importante para el Partido Socialista y otros partidos tradicionales de izquierda de todo el mundo. Si adoptan posturas más liberales en cuestiones como la inmigración y la integración europea, corren el riesgo de perder el apoyo de los trabajadores y otros grupos más escépticos al respecto. Por otro lado, si adoptan una postura más dura en estas cuestiones, corren el riesgo de alienar a los votantes más educados y liberales que apoyan estas políticas. El reto para estos partidos es, por tanto, encontrar un equilibrio entre estas diferentes preferencias. Esto puede implicar desarrollar un mensaje que atraiga tanto a los trabajadores como a los votantes más liberales, o encontrar formas de abordar las preocupaciones de estos grupos en cuestiones específicas sin alienar al otro grupo. Es una tarea difícil, y no hay soluciones fáciles. Este dilema es en parte el resultado de cambios más amplios en la política y la sociedad. Mientras que antes la clase económica era el principal determinante del comportamiento electoral, ahora las cuestiones culturales y de identidad desempeñan un papel mucho más importante. Estas tendencias, combinadas con la globalización y otros cambios económicos, han hecho más complejo el panorama político y han creado nuevos retos para los partidos tradicionales.

La UDC (Unión Democrática del Centro) ha logrado construir una base de votantes relativamente homogénea en torno a temas como la soberanía, la inmigración y la tradición. No es una tarea fácil, ya que los partidos pueden verse atrapados entre distintas facciones de su base electoral que tienen opiniones divergentes sobre estos temas. La UDC ha logrado mantener una base de votantes relativamente coherente centrándose en temas que trascienden las divisiones tradicionales de clase. Por ejemplo, los temas de la soberanía, la inmigración y la tradición son probablemente importantes para muchos votantes, ya sean de clase trabajadora o media. Esto sugiere que el Partido Popular Suizo (SVP) ha sido capaz de atraer a una base de votantes diversa centrándose en cuestiones que trascienden las divisiones tradicionales de clase u ocupación. Es un recordatorio importante de que las afiliaciones políticas no sólo se definen por cuestiones económicas, sino que también pueden estar determinadas por cuestiones de identidad nacional, soberanía y política migratoria. Estas cuestiones pueden ser especialmente importantes en el contexto de la globalización y el cambio demográfico. En Suiza, la UDC ha sabido aprovechar estas preocupaciones para ganarse el apoyo de diversos grupos de votantes. Su insistencia en la independencia, la soberanía, la neutralidad y una política migratoria más estricta parece haber tocado la fibra sensible de muchos votantes de clase media y trabajadora.

Como vemos, en la dimensión horizontal, el Partido Socialista no tiene demasiados problemas porque el conjunto de su electorado es relativamente homogéneo en esta dimensión, están todos alineados en -1 y -1,5 estando todos agrupados casi en una vertical lo que significa que en las cuestiones de redistribución, el electorado del Partido Socialista es homogéneo. Los trabajadores porque están a favor de una política redistributiva que sirva a sus intereses, y los especialistas socioculturales porque están dispuestos a hacer un esfuerzo de solidaridad con las clases menos favorecidas.

Esto pone de manifiesto una tendencia importante: dentro del Partido Socialista Suizo (PS), existe una fuerte cohesión en cuestiones económicas, sobre todo en materia de redistribución. En general, la clase trabajadora está a favor de una mayor redistribución, porque puede beneficiarse directamente de ella. Por otra parte, los especialistas socioculturales, aunque generalmente mejor situados, también están a favor de una mayor redistribución. Esto puede deberse a diversos factores, como una mayor sensibilidad hacia las cuestiones de equidad social, un compromiso con la solidaridad y una voluntad de invertir en servicios públicos de calidad. Sin embargo, el PS se enfrenta a un reto mayor en el eje de apertura y cierre, donde existe una mayor divergencia de opiniones entre los distintos segmentos de su electorado. Esta divergencia podría suponer un reto para el SP a la hora de mantener la cohesión de la base del partido y formular un mensaje político claro y unificado. Aunque este gráfico muestra cierta cohesión dentro del SP en cuestiones de redistribución, esto no significa necesariamente que todos los votantes del SP estén de acuerdo en los detalles de cómo debería aplicarse la redistribución. Por ejemplo, puede haber diferencias de opinión en cuestiones como el nivel adecuado de impuestos, la mejor manera de prestar servicios sociales o el papel del gobierno en la economía.

A pesar de los cambios en la estructura social y la transformación económica, la clase social sigue siendo un factor importante para comprender el comportamiento electoral. Sin embargo, la naturaleza de esta división de clases ha cambiado. En el pasado, la división de clases podía describirse simplemente en términos de trabajadores frente a propietarios, o trabajadores manuales frente a clases medias y altas. Sin embargo, las transformaciones económicas y sociales han hecho que esta división de clases sea mucho más compleja. Por ejemplo, ahora se observan divisiones entre los trabajadores de diferentes industrias, entre los asalariados y los autónomos, y entre los que se benefician de la globalización y los que se sienten amenazados por ella. Al mismo tiempo, es importante señalar que la división de clases no puede explicar todos los aspectos del comportamiento electoral. Otros factores, como los valores culturales, las actitudes hacia la inmigración o la Unión Europea, o las opiniones sobre cuestiones de género y diversidad, también pueden desempeñar un papel importante. Además, el comportamiento electoral puede verse influido por factores más contingentes, como los temas políticos del momento, la popularidad de los líderes de los partidos o los escándalos políticos.

El panorama político ha cambiado significativamente en los últimos años, con la aparición de los "especialistas socioculturales" como grupo de apoyo clave para la izquierda. Esto se debe en parte a los valores y preocupaciones específicos de este grupo. Los especialistas socioculturales, que incluyen profesiones como profesores, trabajadores sociales, profesionales de la salud, periodistas y artistas, suelen estar bien formados y conceden gran importancia a valores como la igualdad, la diversidad, la justicia social y la sostenibilidad medioambiental. En consecuencia, suelen estar en sintonía con las prioridades y los valores de la izquierda. Al mismo tiempo, este grupo también puede sentirse amenazado por algunas de las tendencias económicas actuales, como la precarización del trabajo, el estancamiento salarial, el aumento del coste de la vida, sobre todo de la vivienda, y la creciente desigualdad. Estas preocupaciones también pueden hacerles más receptivos a los mensajes de la izquierda sobre cuestiones como la protección social, la redistribución de la riqueza y la regulación del mercado.

El reforzamiento de la división entre los supuestos ganadores y perdedores de la globalización ha provocado una importante transformación del panorama político. Las clases trabajadoras y las antiguas clases medias, como pequeños empresarios, artesanos, comerciantes y agricultores, que pueden sentirse amenazadas o dejadas de lado por la globalización y el cambio económico, se han volcado en partidos como la UDC en Suiza. Estos partidos tienden a abogar por una postura más "nacional", defendiendo las tradiciones y una cierta forma de autoritarismo. Se trata de una tendencia que se observa no sólo en Suiza, sino también en otros países, donde los partidos populistas de derechas han logrado captar a una parte del electorado que se siente amenazada por los cambios económicos y sociales. Estos partidos tienden a centrarse en cuestiones como la inmigración, la soberanía nacional y el rechazo de ciertas formas de cooperación internacional. Dicho esto, es importante señalar que no todos los miembros de estos grupos comparten necesariamente estos puntos de vista. Como ocurre con cualquier categoría social, existe una diversidad de opiniones y prioridades dentro de las clases trabajadoras y la antigua clase media. Al mismo tiempo, la dimensión de "tradición abierta" de la división política se ha hecho cada vez más importante, reflejando diferencias de opinión no sólo en cuestiones económicas, sino también en cuestiones de valores culturales y sociales. Esto ha añadido otra capa de complejidad a la política contemporánea.

Étude de Cas 2 : Analyse du Succès de l'UDC

Le vote d'enjeu, ou "issue voting", est une approche de l'analyse du comportement électoral qui met l'accent sur la manière dont les électeurs réagissent à des questions ou des enjeux spécifiques, plutôt que sur leur appartenance à des groupes socio-économiques particuliers. Dans le cas du vote pour l'UDC ou d'autres partis semblables, les enjeux peuvent inclure des questions telles que l'immigration, la souveraineté nationale, la sécurité, la défense des traditions, ou l'opposition à l'intégration européenne. Ces enjeux peuvent avoir une résonance particulière auprès des électeurs qui se sentent menacés ou laissés pour compte par les changements économiques et sociaux, indépendamment de leur position socio-économique spécifique. Cette approche reconnaît que les électeurs sont capables de faire leurs propres évaluations des enjeux politiques et de voter en conséquence. Elle suggère également que le comportement électoral peut être influencé par des campagnes politiques et des messages médiatiques qui mettent l'accent sur certains enjeux plutôt que sur d'autres.

Le vote d'enjeu repose sur l'idée que les électeurs font des choix basés sur des questions spécifiques qui sont importantes pour eux, plutôt que sur une fidélité à long terme à un parti politique particulier ou sur leur appartenance à une classe sociale spécifique. Les enjeux peuvent varier de manière significative d'une élection à l'autre et peuvent également varier en fonction du contexte local, national ou international. Ils peuvent inclure des questions économiques, comme la taxation ou la dépense publique, des questions sociales, comme l'immigration ou les droits des minorités, ou des questions environnementales, comme le changement climatique.

Dans cette approche, on cherche à comprendre quelles sont les questions qui sont les plus importantes pour les électeurs, comment ils se positionnent par rapport à ces questions, et comment ces positions influencent leur vote. Par exemple, un électeur qui considère que la question de l'immigration est le problème le plus important auquel son pays est confronté est plus susceptible de voter pour un parti qui promet de restreindre l'immigration. Les chercheurs qui utilisent cette approche peuvent utiliser des enquêtes d'opinion pour recueillir des informations sur les attitudes des électeurs à l'égard de divers enjeux. Ils peuvent ensuite utiliser ces informations pour construire des modèles qui prédisent le comportement électoral en fonction des positions des électeurs sur ces enjeux. C'est une approche qui reconnaît que le comportement électoral est dynamique et peut changer en réponse aux enjeux actuels. Elle reconnaît également que les électeurs ne sont pas simplement des récepteurs passifs de messages politiques, mais qu'ils sont capables de faire leurs propres évaluations des enjeux et de prendre des décisions en fonction de ces évaluations.

Les électeurs peuvent être influencés par les questions ou problèmes immédiats et actuels qui touchent la société. Ces questions ou enjeux peuvent être très variés et inclure des questions économiques (comme le chômage ou l'inflation), sociales (comme les droits des minorités ou l'égalité des sexes), politiques (comme la corruption ou la transparence gouvernementale), ou environnementales (comme le changement climatique ou la pollution). Il est important de noter que les enjeux qui sont pertinents dans une élection spécifique peuvent varier considérablement en fonction du contexte local, national et international. Par exemple, la question du changement climatique peut être un enjeu majeur dans un pays qui est fortement touché par les effets du changement climatique, mais pas dans un autre pays où ce problème est moins urgent ou visible. En outre, les enjeux peuvent également varier en fonction de l'électorat spécifique. Par exemple, les jeunes électeurs peuvent être plus préoccupés par les questions d'éducation et d'emploi, tandis que les électeurs plus âgés peuvent être plus préoccupés par les questions de retraite et de soins de santé. Ainsi, le vote d'enjeu implique une approche plus dynamique et flexible de la politique, qui reconnaît que les attitudes et les préoccupations des électeurs peuvent changer en réponse aux conditions changeantes de la société et du monde.

Les campagnes électorales sont souvent des moments cruciaux pour mettre en avant des enjeux particuliers. Les partis politiques et les candidats tentent souvent de façonner le débat public en se concentrant sur des questions spécifiques qu'ils estiment être des atouts pour eux ou des faiblesses pour leurs adversaires. En mettant l'accent sur certains enjeux, ils peuvent réussir à modifier le discours public et à orienter l'attention des électeurs vers ces questions. Cette stratégie peut être particulièrement efficace si les électeurs perçoivent que le parti ou le candidat a une position forte, crédible et attrayante sur l'enjeu en question. C'est pourquoi la construction de l'agenda politique et la communication stratégique sont des éléments essentiels de toute campagne électorale réussie. Cependant, il convient de noter que les électeurs ne sont pas simplement des récepteurs passifs de ces messages. Ils évaluent et interprètent activement ces informations à la lumière de leurs propres valeurs, expériences et priorités, ce qui peut également influencer leur comportement de vote.

Le vote d'enjeu met en lumière un aspect dynamique du comportement électoral. Au lieu de se concentrer uniquement sur les affiliations partisanes traditionnelles ou les identités de classe, cette approche cherche à comprendre comment les électeurs réagissent à des questions spécifiques et à des enjeux politiques actuels. Les préférences politiques des individus peuvent changer en fonction de l'importance qu'ils accordent à différents enjeux à différents moments. Par exemple, une personne peut généralement voter pour un parti en particulier en raison de ses croyances sur des questions économiques, mais peut choisir de voter pour un autre parti lors d'une élection spécifique si elle pense que cet autre parti a une meilleure approche sur une question qui lui importe particulièrement à ce moment-là, comme l'environnement ou la santé publique. Cela peut également expliquer pourquoi les électeurs peuvent parfois sembler voter contre leurs intérêts économiques apparents si d'autres questions ou enjeux sont plus importants pour eux. De même, les électeurs peuvent modifier leurs préférences partisanes en réponse à des événements politiques majeurs ou à des crises. Cette perspective offre donc une vision plus flexible et réactive du comportement électoral, qui tient compte des influences à court terme ainsi que des loyautés partisanes à long terme.

Le Vote basé sur les Enjeux

Il y a deux grands types d’explications liées aux enjeux.

La première explication est directement dérivée d’un modèle de choix rationnel avec l’électeur qui vote de manière rationnelle faisant un calcul coût – bénéfice. L’idée est que les électeurs vont voter pour le parti qui sont le plus proche d’eux en matière d’enjeu. Les partis qui ont les préférences les plus similaires avec les électeurs sont ceux pour lesquels les électeurs vont voter. Selon ce modèle, les électeurs sont considérés comme des consommateurs politiques qui font des choix de vote basés sur une évaluation des coûts et des avantages. Cela suppose que les électeurs sont bien informés, qu'ils comprennent leurs propres intérêts et qu'ils sont capables d'évaluer correctement les politiques proposées par les différents partis. Ils sont censés choisir le parti ou le candidat dont les positions sont les plus proches de leurs propres préférences ou convictions. Par exemple, un électeur qui estime que la protection de l'environnement est la question la plus importante pour lui cherchera à voter pour le parti ou le candidat qui propose les politiques environnementales les plus fortes ou les plus efficaces.

Si, par exemple, une personne est favorable à une limitation de l'immigration, il est probable qu'elle vote pour un parti qui soutient des politiques restrictives en matière d'immigration. Pour modéliser cette situation, on peut utiliser des échelles pour évaluer les positions des individus et des partis politiques sur divers enjeux. Une fois ces positions établies, il est alors possible de calculer une "distance" entre l'électeur et chaque parti en fonction de leurs positions respectives sur les enjeux. Ensuite, cette distance peut être utilisée pour estimer la probabilité qu'un électeur vote pour un certain parti, la probabilité étant généralement plus élevée pour les partis qui sont plus proches de l'électeur sur l'échelle des enjeux.

Dans ce modèle, les positions politiques sont représentées dans un espace multidimensionnel, où chaque dimension représente un enjeu politique (par exemple, l'immigration, l'économie, l'environnement, etc.). Les électeurs et les partis politiques sont placés dans cet espace en fonction de leurs positions sur ces enjeux. Ensuite, on suppose généralement que les électeurs vont voter pour le parti le plus proche d'eux dans cet espace, c'est-à-dire le parti dont les positions sur les différents enjeux sont les plus proches de leurs propres positions. Cela permet d'obtenir des prédictions quantitatives sur le comportement électoral. Par exemple, si un électeur se trouve à une certaine distance d'un parti sur l'échelle de l'immigration, on peut calculer la probabilité qu'il vote pour ce parti en se basant sur cette distance.

Le modèle de proximité est un concept majeur en théorie du choix électoral. Il postule que le comportement électoral d'un individu est largement influencé par la proximité entre ses propres vues politiques et celles d'un parti ou d'un candidat sur les enjeux qui sont importants pour cet électeur. En d'autres termes, selon le modèle de proximité, un électeur est plus susceptible de voter pour le parti ou le candidat dont les positions politiques sont les plus proches des siennes, sur les questions qu'il juge importantes. Cette "distance" entre l'électeur et le parti peut être mesurée sur divers enjeux ou dimensions politiques, comme l'économie, l'environnement, l'immigration, etc. Ainsi, plus un parti est "proche" des opinions personnelles de l'électeur sur des enjeux qui lui tiennent à cœur, plus la probabilité que cet électeur vote pour ce parti est élevée, selon le modèle de proximité.

La deuxième hypothèse, étroitement liée à la première, est que les électeurs ont tendance à voter pour le parti qui est perçu comme étant le plus compétent ou le plus engagé sur l'enjeu qu'ils considèrent comme le plus important. C'est ce qu'on appelle le vote basé sur l'enjeu. Selon cette théorie, ce ne sont pas nécessairement les positions des électeurs et des partis sur différents enjeux qui sont décisives, mais plutôt la perception de quel enjeu est actuellement le plus important dans le pays, et quel parti est considéré comme étant le plus capable de gérer cet enjeu. Cela signifie que ce n'est pas tant la position des électeurs et des partis sur différents enjeux qui compte, mais plutôt l'identification de l'enjeu le plus crucial à un moment donné dans le pays. C'est aussi la question de savoir quel parti est associé à cet enjeu, quel parti a acquis au fil des années une réputation d'acteur actif et compétent sur cet enjeu, capable de le gérer et de trouver des solutions. Si cet enjeu devient particulièrement saillant parmi la population, le parti en question pourra en tirer un avantage électoral.

Ce concept est connu sous le nom de "propriété de l'enjeu" ("issue ownership"). En effet, chaque parti essaie de développer sa réputation et ses compétences autour de certains enjeux spécifiques. Par exemple, pour les Verts, c'est le développement de leur réputation de compétence sur les questions environnementales. Pour les socialistes, il s'agit de mettre en avant leur compétence en matière de politique sociale et de redistribution. Pour le PLR, le but est de renforcer leur compétence en matière de politique économique. Quant à l'UDC, leur objectif est de développer des compétences en matière d'immigration, de sécurité et de politique européenne.

Le concept de "propriété de l'enjeu" ("issue ownership") est un aspect essentiel de la politique moderne et du positionnement stratégique des partis politiques. Il repose sur l'idée que chaque parti politique cherche à être associé à des enjeux spécifiques qui sont perçus comme étant importants pour les électeurs. L'idée est de créer une association mentale entre le parti et l'enjeu de telle sorte que lorsque les électeurs pensent à cet enjeu, ils pensent également au parti. Les Verts, par exemple, ont construit leur identité politique autour des questions environnementales. Ils ont cherché à se positionner comme les champions de l'environnement et de la durabilité, et ont fait des efforts pour s'assurer que ces questions soient associées à leur image de marque. En conséquence, les électeurs qui sont particulièrement préoccupés par les questions environnementales penseront probablement aux Verts lorsqu'ils voteront. Le Parti socialiste, d'autre part, a longtemps été associé à la défense des droits des travailleurs et à la redistribution des richesses. Ils ont cultivé une image de défenseurs des classes populaires et de promoteurs de l'égalité sociale. Ainsi, les électeurs qui sont préoccupés par les inégalités sociales et économiques, ou qui sont favorables à une politique de redistribution, sont plus susceptibles de voter pour le Parti socialiste. Le PLR, en revanche, a cherché à se positionner comme le parti de l'économie, mettant l'accent sur les questions de politique économique, de libéralisme et de libre marché. Les électeurs qui sont préoccupés par ces questions sont plus susceptibles de voter pour le PLR. Enfin, l'UDC s'est positionné comme le parti de l'immigration, de la sécurité et de la politique européenne. Les électeurs qui considèrent ces questions comme étant d'une importance particulière sont plus susceptibles de voter pour l'UDC.

La réputation de compétence d'un parti politique sur un certain enjeu, ou sa "propriété de l'enjeu", est généralement stable et difficile à modifier. Cette stabilité découle de plusieurs facteurs. Premièrement, la réputation de compétence d'un parti sur un enjeu donné est souvent le résultat de longues années, voire de décennies, de travail et d'engagement sur cet enjeu. Un parti qui a régulièrement et constamment défendu une certaine position sur un enjeu, ou qui a fait de cet enjeu une partie centrale de son programme politique, a généralement réussi à convaincre les électeurs de sa compétence en la matière. Changer cette perception chez les électeurs prend du temps. Deuxièmement, les partis politiques sont généralement réticents à changer radicalement leur position sur un enjeu, car cela pourrait être perçu comme de l'opportunisme ou de l'inconstance, ce qui pourrait aliéner leur base d'électeurs. C'est pourquoi ils ont tendance à adhérer à des positions et des enjeux de longue date. Cependant, lorsque l'importance perçue d'un certain enjeu augmente parmi les électeurs - peut-être en raison d'événements d'actualité ou de changements sociaux ou économiques - un parti qui a une forte réputation de compétence sur cet enjeu peut en bénéficier électoralement. Par exemple, si l'enjeu de l'environnement devient soudainement beaucoup plus important pour les électeurs, il est probable que les partis écologistes verront leur soutien augmenter.

En 2015, au cœur de la crise migratoire, le sujet de l'immigration et des réfugiés a dominé le débat politique en Suisse, tout comme dans de nombreux autres pays européens. Cela a profité à l'Union démocratique du centre (UDC), qui avait longtemps fait de la limitation de l'immigration un de ses principaux axes politiques. En raison de sa position ferme sur la question et de sa réputation de parti ayant des solutions, même si certaines personnes les considéraient comme simplistes, à la question de l'immigration, l'UDC a pu attirer un grand nombre d'électeurs préoccupés par la crise migratoire. Même sans une campagne électorale intense, l'UDC a réussi à faire valoir son point de vue, car le sujet était constamment présent dans l'actualité. Cela a probablement contribué à leur victoire électorale en octobre 2015.

Source: Nicolet and Sciarini (2010: 451)

Ce graphique provient d'une enquête menée après les élections fédérales de 2007 en Suisse. Dans cette enquête, nous avons systématiquement suivi une certaine méthodologie. Premièrement, nous avons demandé aux répondants d'identifier le problème le plus important auquel la Suisse est confrontée à ce moment-là. C'était une question ouverte, permettant aux gens de répondre librement. Par la suite, nous avons regroupé ces réponses en différentes catégories pour faciliter l'analyse. Ensuite, nous avons posé une question de suivi : "Selon vous, quel parti est le plus à même de résoudre le problème X que vous avez identifié ?". Cela nous a permis de comprendre quel parti les électeurs associaient à la capacité de résoudre les problèmes spécifiques qu'ils avaient identifiés. Dans une autre section du questionnaire, nous avons demandé aux répondants pour quel parti ils avaient voté lors des élections. En combinant ces trois éléments d'information - le problème le plus important, le parti considéré comme le plus compétent pour résoudre ce problème et le vote effectif - nous pouvons comprendre comment les perceptions des problèmes et des compétences du parti ont influencé le comportement de vote.

Ce graphique comprend l'ensemble des personnes interrogées, soit 1716 personnes. Ces individus ont tous participé aux élections et ont choisi un parti. Sur la première ligne du tableau, nous avons réparti les réponses à la première question, qui était ouverte. Pour 35% des répondants, l'immigration, la sécurité et l'intégration des réfugiés étaient les problèmes les plus importants. Pour 16% des personnes, c'était l'environnement. Pour 31% des répondants, leur principale préoccupation concernait l'économie et l'état de la sécurité sociale. Si on additionne ces pourcentages, on n'atteint pas 100%. La raison en est simple : il y a d'autres problèmes importants que les répondants ont mentionnés, mais qui ne sont pas inclus dans ce tableau.

La deuxième ligne du tableau se concentre sur le parti que les répondants estiment le plus compétent pour résoudre le problème qu'ils ont identifié. Ces pourcentages sont calculés sur la base des personnes qui ont répondu. Par exemple, sur les 35% qui ont identifié "l'immigration" comme un problème majeur, une bonne partie, soit 27%, a indiqué que l'UDC (Union démocratique du centre) ou le PS (Parti socialiste) était le plus compétent pour le résoudre. Plus précisément, 75% des personnes qui ont cité "l'immigration" comme un problème majeur estiment que l'UDC est le plus compétent pour s'attaquer à ce problème. Enfin, sur la dernière ligne, nous examinons ce que ces personnes ont réellement voté. Par exemple, 17% des 1716 personnes qui ont répondu ont déclaré avoir voté pour l'UDC, car ils considèrent que ce parti est le plus compétent pour gérer l'immigration, qui est leur problème principal.

Ces données ne fournissent pas nécessairement une preuve directe d'un lien de causalité entre le problème identifié, la perception de la compétence d'un parti pour le résoudre, et le vote réel. Cependant, elles indiquent une corrélation entre ces éléments. Plus précisément, elles montrent que l'importance de l'enjeu "immigration" et la perception de la compétence de l'UDC pour le traiter pourraient avoir influencé le vote en faveur de l'UDC. Cela ne signifie pas que tous ceux qui ont identifié l'immigration comme un problème majeur et ont considéré l'UDC comme compétent dans ce domaine ont voté pour l'UDC, mais il est probable qu'il existe une certaine tendance ou influence dans cette direction.

L'Union Démocratique du Centre (UDC), avec son discours populiste et son accent sur des questions telles que l'immigration, l'indépendance nationale et la sécurité, a eu une influence marquée sur la politique suisse au cours des deux dernières décennies. Cela a suscité beaucoup de recherches et d'analyses, tant au niveau national qu'international, pour comprendre comment et pourquoi l'UDC a gagné en influence et comment cela a changé le paysage politique suisse. Ces recherches ont examiné divers aspects, notamment les stratégies électorales de l'UDC, sa communication et sa rhétorique, ainsi que le contexte socio-économique plus large dans lequel elle a réussi à prospérer.

Exploitation du Potentiel Électoral

Premièrement, la position socioprofessionnelle ou de classe a été identifiée comme un facteur clé influençant le vote pour l'UDC. Certaines classes sociales peuvent se sentir plus attirées par le discours de l'UDC, particulièrement celles qui se sentent menacées par l'immigration ou la mondialisation. Deuxièmement, les enjeux spécifiques, notamment l'immigration, jouent un rôle majeur. L'UDC a réussi à se positionner comme le parti le plus compétent pour gérer les questions d'immigration, de sécurité et de souveraineté nationale. Lorsque ces questions deviennent saillantes dans le débat public, l'UDC en bénéficie, car une part significative des électeurs perçoit ce parti comme le plus à même de traiter ces problématiques. Ces deux facteurs, combinés à d'autres éléments tels que la communication efficace du parti et son utilisation habile de la rhétorique populiste, contribuent à expliquer la montée et le succès de l'UDC dans le paysage politique suisse. Un troisième type d’explication fait référence aux stratégies du parti et aux effets de ces stratégies en termes de mobilisation.

L'UDC a su utiliser de puissantes stratégies de mobilisation pour toucher son électorat et l'encourager à voter. Même si nous n'analysons pas directement ces stratégies, nous pouvons observer leurs effets manifestes à travers les résultats des élections et les données des sondages. Un aspect crucial de la réussite de l'UDC réside dans sa capacité à galvaniser et mobiliser efficacement son électorat. L'impact de cette mobilisation peut être clairement observé dans l'augmentation du soutien pour l'UDC au fil des années, ce qui témoigne de l'efficacité de leurs stratégies. Par exemple, l'UDC a su susciter l'enthousiasme de ses électeurs en se concentrant sur des enjeux importants et actuels, tels que l'immigration et la sécurité, et en proposant des solutions simples et directes à ces problèmes. De plus, le parti a réussi à maintenir une communication constante avec son électorat, à la fois durant les campagnes électorales et en dehors, renforçant ainsi son soutien. Même si l'analyse des méthodes spécifiques employées par l'UDC pour atteindre cet objectif dépasse le cadre de cette discussion, il est clair que leur capacité à mobiliser efficacement leurs électeurs a joué un rôle crucial dans leur succès continu.

La question « pour quel parti avez-vous voté » est fondamentale pour comprendre les tendances électorales. Cependant, il existe d'autres méthodes pour recueillir des informations sur les préférences politiques sans se limiter uniquement au vote réel. Par exemple, une approche consiste à demander aux participants de noter leur degré de sympathie pour différents partis politiques sur une échelle de 1 à 10. Cela permet de comprendre non seulement le choix électoral des personnes, mais aussi leur proximité idéologique avec les autres partis. Une autre mesure consiste à demander aux participants s'ils se considèrent proches d'un parti particulier, même s'ils ne votent pas toujours pour ce parti. Cela peut révéler des affinités partisanes qui ne se traduisent pas nécessairement par un vote lors des élections. Il est également possible de poser des questions sur les attitudes des participants à l'égard des questions politiques spécifiques pour déterminer leur alignement idéologique. Par exemple, leur opinion sur des questions telles que l'immigration, l'économie, l'environnement, peut indiquer vers quel parti ils sont susceptibles de pencher. Ces approches fournissent une image plus nuancée des préférences partisanes, offrant ainsi une compréhension plus riche et plus complexe des comportements électoraux.

Le fait de se concentrer uniquement sur le choix électoral d'un individu peut limiter notre compréhension de ses préférences politiques globales. Si une personne dit qu'elle a voté pour l'UDC, cela ne nous donne pas d'informations sur sa disposition envers les autres partis. Par exemple, cette personne aurait pu être également encline à voter pour le PLR, mais a finalement choisi l'UDC. De la même façon, une personne qui a voté pour les Verts pourrait avoir également considéré le Parti Socialiste comme une option viable. Une fois qu'elle a déclaré avoir voté pour les Verts, nous perdons toute information sur ses autres préférences potentielles. C'est pourquoi il est utile d'utiliser des mesures complémentaires pour explorer les préférences partisanes, comme évoqué précédemment. En demandant aux gens d'évaluer leur sympathie pour différents partis sur une échelle, ou de dire s'ils se sentent proches de plus d'un parti, on peut obtenir une image plus complète de leur paysage politique personnel. Cela peut aider à révéler des nuances dans leurs préférences et à identifier des tendances qui ne sont pas immédiatement apparentes à travers le vote.

Ce que nous faisons est d'employer une méthode qui interroge sur tous les partis. Cette méthode est nommée la mesure de probabilité de vote. Dans l'enquête, nous proposons une échelle de 0 à 10, demandant aux gens d'évaluer la probabilité qu'un jour ils voteraient pour un certain parti. La même question est posée pour tous les principaux partis politiques, ce qui donne une perspective comparative. Ainsi, nous avons des informations non seulement sur le parti que la personne a choisi, mais aussi sur les autres partis qu'elle n'a pas choisis. Cela permet de comparer les partis de manière beaucoup plus détaillée que la simple question du "choix électoral".

Après avoir demandé à tous les participants à l'enquête quelle est leur probabilité de voter un jour pour les principaux partis présents dans leur canton par exemple, nous pouvons alors calculer la probabilité moyenne de voter pour un parti spécifique. C'est assez simple, cela implique juste de sommer et de moyenner les probabilités. On additionne les scores de chaque répondant et on divise par le nombre total de répondants. Ce que nous obtenons, c'est la probabilité moyenne de voter pour un parti, ce qui peut être considéré comme le potentiel électoral du parti. Cette opération peut être réalisée pour chaque parti séparément.

Ensuite, en utilisant ces données, on peut calculer ce qu'on appelle le taux de concrétisation ou le taux d'exploitation du potentiel électoral. Ce calcul se fait en créant un simple ratio entre la force électorale réelle d'un parti, c'est-à-dire le pourcentage de voix que le parti a reçu, et son potentiel électoral, tiré de l'enquête, qui est la probabilité moyenne de voter pour ce parti. Le taux ainsi obtenu donne une mesure de la capacité des partis à transformer leur potentiel électoral en soutien réel.

Potentiel Électoral des Partis et Probabilité Moyenne de Vote

Commençons par le potentiel électoral mesuré dans les enquêtes, autrement dit la probabilité moyenne de voter pour l’un ou l’autre parti.

Source: Données Selects (mes calculs (M. Sciarini), N=4064-4261)

Ce graphique, basé sur des enquêtes réalisées à la suite des élections fédérales de 1995, 1999, 2003, 2007 et 2011, illustre la probabilité moyenne de voter pour chaque parti, c'est-à-dire le potentiel électoral de chaque parti. Il est évident que pour tous les partis, le potentiel électoral est beaucoup plus élevé que leur force électorale réelle.

Considérons l'exemple des Verts : ils ont un potentiel électoral de 44%, ce qui signifie qu'en moyenne, dans l'ensemble de l'échantillon, la probabilité qu'un individu vote pour les Verts est de 4,4 sur 10. En termes de pourcentage, cela représente 44%. Cependant, à la fin de 2015, les Verts n'obtiennent réellement que 7% ou 8% des votes. C'est l'exemple le plus flagrant de l'écart entre le potentiel électoral et la performance électorale effective d'un parti. Il est important de souligner que la large différence entre le potentiel électoral et les votes réels obtenus par les Verts peut être expliquée par deux facteurs. Le premier est que ce graphique prend en compte l'ensemble de l'électorat, y compris ceux qui ne votent pas. Parmi ceux-ci, nombreux sont les jeunes qui ont une préférence pour les Verts. L'attrait des Verts pour les jeunes gonfle donc leur potentiel électoral, mais ne se traduit pas en votes, car les jeunes ont tendance à voter moins souvent. Le second facteur est la concurrence entre les Verts et le Parti Socialiste. Ces deux partis se disputent une grande partie du même électorat potentiel, mais au bout du compte, les électeurs ont tendance à voter plus souvent pour le Parti Socialiste que pour les Verts.

Il y a deux points importants à retenir. Tout d'abord, bien que le potentiel de vote soit nettement supérieur au vote effectif, les deux sont fortement corrélés. En effet, la corrélation entre le potentiel de vote et le vote effectif au niveau individuel est de 0,8 voire 0,9, ce qui montre une relation très étroite. Deuxièmement, bien que le potentiel de vote fluctue légèrement d'une enquête à l'autre, il ne change pas de manière significative. Il y a eu une certaine baisse du potentiel pour les socialistes, mais ils ont réussi à récupérer une partie de celui-ci en 2011. D'après ces mesures, les deux partis de gauche, les Verts et le Parti socialiste, ont le potentiel électoral le plus élevé.

Le principal point à retenir de ce graphique concerne l'UDC. Comme on peut le voir, leur potentiel électoral est stable et relativement faible, ne dépassant jamais 40%. Cela signifie que le potentiel électoral de l'UDC est à la fois assez stable et parmi les plus faibles de tous les partis ici considérés, y compris les partis plus récents tels que le BBD et les Verts libéraux. Ce que nous pouvons conclure de cette analyse, c'est que la réussite de l'UDC ne peut pas être attribuée à une croissance de son potentiel électoral - en fait, ce potentiel est resté constant et a même légèrement diminué en 2011 par rapport à 2007. L'élément clé à retenir ici est que le potentiel de l'UDC ne s'est pas accru et reste relativement faible. C'est plutôt surprenant lorsqu'on compare cela à la trajectoire électorale ascendante marquée de l'UDC.

Taux d'Exploitation du Potentiel Électoral

Ce graphique illustre le taux de concrétisation du potentiel. Autrement dit, c’est le ratio entre la force électorale et le potentiel du parti.

*mes calculs = M. Sciarini

Ce que nous observons ici est une augmentation significative et constante du taux de concrétisation de l'UDC. En 1995, 1999, 2003, et même en 2011, l'UDC a su améliorer presque systématiquement sa capacité à mobiliser son électorat potentiel. C'est cette capacité qui explique largement le succès de l'UDC. Il ne s'agit pas d'une augmentation de la popularité de l'UDC au sein de l'électorat - le parti demeure à peu près aussi populaire qu'il l'était il y a vingt ans, c'est-à-dire, pas très populaire. Cependant, les électeurs qui envisagent de voter pour l'UDC le font beaucoup plus souvent que pour les autres partis. Le taux de concrétisation des autres partis dépasse à peine les 40%, et même moins de 20% pour les Verts, ce qui contraste fortement avec ce que l'on observe pour l'UDC.

En effet, l'ascension de l'UDC au cours des deux dernières décennies peut principalement être attribuée à son habileté grandissante à mobiliser ses électeurs, bien que son électorat potentiel soit resté relativement constant. L'UDC semble avoir réussi à galvaniser ses "amis" pour qu'ils votent pour lui plus régulièrement ou en plus grand nombre, même si le nombre global de ses "amis" n'a pas augmenté. Il est clair que le parti a réussi à mobiliser efficacement son électorat potentiel et à le convertir en votes effectifs. Cela montre aussi l'importance de la mobilisation des électeurs dans la réussite d'un parti politique.

Comparaison de l'Ouverture Électorale

Ces dernières années, plusieurs pays en Europe ont connu une montée significative des partis populistes. Ce phénomène est souvent attribué à une variété de facteurs économiques, sociaux et politiques.

Sciarini ouverture comparative élections au Parlement européen de 2014.png

Ce tableau cherche à montrer les analogies qu’il y a entre les familles de parti. Il y a une tendance générale à travers l'Europe vers une montée du populisme, comme le montrent ces chiffres. Les partis populistes de droite ont gagné en popularité dans de nombreux pays, souvent en mettant l'accent sur des thèmes tels que l'immigration, le nationalisme et l'opposition à l'intégration européenne. Ces chiffres soulignent la montée du populisme à travers l'Europe, où de nombreux partis populistes de droite ont réussi à capter une part importante des votes. Voici un peu plus de contexte sur chacun de ces partis :

  • Le Front National (FN) en France, maintenant connu sous le nom de Rassemblement National, est un parti d'extrême droite dirigé par Marine Le Pen. Il a remporté 25% des voix aux élections européennes de 2014. Le parti est surtout connu pour ses positions dures sur l'immigration et le nationalisme.
  • Le Parti de la liberté en Autriche, dirigé par Heinz-Christian Strache à l'époque, a remporté 20% des voix aux élections européennes de 2014. Le parti s'est prononcé contre l'immigration et l'islam et a plaidé pour une Autriche souveraine.
  • Le UKIP au Royaume-Uni a remporté 28% des voix aux élections européennes de 2014. Le parti, principalement connu pour son soutien à la sortie du Royaume-Uni de l'Union européenne (Brexit), a capitalisé sur le mécontentement à l'égard de l'UE et les préoccupations concernant l'immigration.
  • Le mouvement Cinq Étoiles en Italie a remporté 21% des voix aux élections européennes de 2014. Bien qu'il soit plus difficile à classer sur l'échelle politique traditionnelle, le parti s'est opposé à l'establishment politique et a soutenu des initiatives populistes telles que le revenu de base universel.
  • Le Parti populaire danois a remporté 27% des voix aux élections européennes de 2014. Il a fait campagne sur des questions d'immigration et de souveraineté nationale.
  • Le Parti pour la liberté aux Pays-Bas, dirigé par Geert Wilders, a remporté 13% des voix. Le parti est connu pour ses positions anti-islam et anti-immigration.
  • En Suède, le parti des Démocrates de Suède a remporté près de 10% des voix aux élections européennes de 2014. C'est un parti nationaliste de droite qui s'oppose à l'immigration et prône le conservatisme social.

Ces résultats témoignent de la montée du populisme de droite en Europe, avec des thèmes communs de l'opposition à l'immigration, de scepticisme à l'égard de l'UE et de rejet de l'establishment politique. La montée du populisme de droite et des partis politiques similaires à l'Union Démocratique du Centre (UDC) n'est pas un phénomène limité à la Suisse. Dans de nombreux pays européens, on observe une tendance similaire. Par exemple, en France, le Rassemblement National (anciennement Front National) a gagné en popularité au cours des dernières décennies. Ce parti, qui prône le nationalisme, l'anti-immigration et le scepticisme à l'égard de l'Union européenne, a connu un succès significatif dans les urnes. De même, en Autriche, le Parti de la liberté (FPÖ), qui partage de nombreuses caractéristiques avec l'UDC, a été un acteur majeur de la politique autrichienne au cours des dernières années. Il a fait partie du gouvernement de coalition de 2017 à 2019. Au Royaume-Uni, le UK Independence Party (UKIP) et plus récemment le Brexit Party ont remporté un soutien significatif avec un programme de rejet de l'Union européenne, de contrôle de l'immigration et de protection des intérêts britanniques. Tous ces partis ont réussi à mobiliser un électorat qui se sent délaissé par les partis traditionnels, et qui est préoccupé par des questions telles que l'immigration, la souveraineté nationale et la mondialisation. C'est un phénomène qui a des implications significatives pour la politique européenne et qui est susceptible de continuer à jouer un rôle important dans les années à venir.

Sciarini 2015 ouverture comparative élections parlementaires nationale.png

Les résultats électoraux peuvent varier considérablement en fonction du type d'élection. Il y a plusieurs raisons à cela. Premièrement, il y a la question de la participation. En général, la participation aux élections européennes est nettement plus faible que celle aux élections nationales. Cela peut favoriser les partis politiques avec un électorat dévoué et motivé, comme c'est souvent le cas des partis populistes. Deuxièmement, les enjeux des élections peuvent jouer un rôle important. Les élections européennes portent souvent sur des questions de souveraineté nationale et d'intégration européenne, des thèmes qui sont au cœur de l'agenda des partis populistes. Par conséquent, ces partis peuvent avoir plus de succès aux élections européennes qu'aux élections nationales. Troisièmement, il y a le facteur du système électoral. Par exemple, en France, le système électoral pour les élections législatives est un scrutin majoritaire à deux tours, ce qui peut rendre plus difficile pour les partis minoritaires d'obtenir des sièges. Au contraire, les élections européennes sont organisées selon un système de représentation proportionnelle, ce qui favorise une plus grande diversité de partis. Ces facteurs, parmi d'autres, peuvent expliquer pourquoi un parti comme le Front National en France peut obtenir des résultats très différents d'une élection à l'autre..

Les élections européennes sont souvent considérées comme des élections de "deuxième ordre" car elles ont tendance à attirer moins d'attention et à avoir un taux de participation plus faible que les élections nationales majeures, comme les élections législatives ou présidentielles. En raison de cette perception, les électeurs peuvent être plus enclins à utiliser leur vote pour exprimer leur mécontentement à l'égard du gouvernement en place, au lieu de se concentrer sur les enjeux spécifiques de l'élection européenne. Cela peut souvent se traduire par un soutien accru pour les partis d'opposition ou les partis populistes, ce qui pourrait expliquer certaines des performances exceptionnelles du Front National et d'autres partis similaires lors des élections européennes. Cependant, bien qu'elles soient parfois perçues comme moins importantes, les élections européennes peuvent néanmoins avoir un impact significatif, notamment en influençant la composition du Parlement européen et en façonnant les politiques et les décisions à l'échelle de l'UE. Par conséquent, il est crucial de ne pas minimiser leur importance.

Les partis populistes ou "mécontents" peuvent bénéficier d'un soutien plus fort lors des élections de deuxième ordre, comme les élections européennes. Les électeurs peuvent être plus enclins à exprimer leur mécontentement envers le gouvernement en place ou à exprimer des points de vue plus radicaux qu'ils ne le feraient dans le cadre d'élections nationales majeures. Cependant, il est également important de noter que le succès de ces partis lors d'élections majeures nationales, avec les exemples du FPE en Autriche, du Cinque Stelle en Italie, et du Parti populaire au Danemark, montre qu'il s'agit d'un phénomène politique significatif qui va au-delà des seules élections de deuxième ordre. Cela peut être indicatif de sentiments plus larges de mécontentement, de frustration ou d'aliénation parmi certains segments de la population, qui peuvent être attirés par les discours et les politiques de ces partis. Il est donc essentiel pour les chercheurs, les décideurs politiques et les observateurs de prendre en compte ces tendances lorsqu'ils analysent le paysage politique actuel.

Étude de Cas 3 : Influence du Sexe et de l'Âge sur la Participation Politique

L'analyse de la participation électorale est une autre facette de l'étude du comportement électoral. Dans l'ordre des choses, l'acte de participation précède le choix électoral. Par conséquent, il est crucial de comprendre en premier lieu les raisons pour lesquelles les électeurs décident ou non de se rendre aux urnes avant d'examiner leurs préférences de vote. De manière logique, l'objectif initial est de déchiffrer qui participe aux élections, qui s'abstient et pour quelles raisons, avant de s'intéresser aux partis ou candidats pour lesquels ils votent.

Analyse comparative

Sciarini 2015 taux de participation aux élections et votations fédérales 1.png

Ce premier graphique illustre l'évolution du taux de participation aux élections et aux votations fédérales en Suisse de 1919 à 2015. En d'autres termes, il représente le pourcentage de la population éligible qui a voté lors des élections et votations fédérales depuis la fin de la Première Guerre mondiale.

Le graphique montre une baisse significative de la participation à la fois aux élections (indiquées en rouge) et aux votations (indiquées en noir). Après la Première Guerre mondiale, la participation aux élections était de 80% mais a décliné constamment jusqu'à atteindre un creux de moins de 45% en 1995. Pour les votations, la participation était plus faible et plus variable, mais nous observons une tendance similaire entre les années 1940 et 1970, culminant à une participation moyenne de 40% à la fin des années 1970.

Pour les élections, le taux de participation correspond à celui de l'élection de l'année en cours. Par contre, pour les votations, le taux représente la moyenne de la participation sur l'ensemble des votations qui se sont déroulées durant une période de quatre ans. En Suisse, les votations fédérales ont lieu quatre fois par an. Ainsi, pour obtenir le taux de participation sur une période de quatre ans, il faut calculer la moyenne de participation durant cette période. C'est cette méthodologie qui permet de tracer et de comparer ces deux courbes.

On observe une tendance à la baisse de la participation électorale qui a atteint son point le plus bas dans les années 1990 pour les élections, puis une légère remontée depuis 1995, avec une stabilisation lors des trois derniers scrutins. Ainsi, pour l'élection du 18 octobre 2015, le taux de participation était d'environ 43,8%, similaire aux élections de 2011 et 2007 où il était un peu en dessous de 48%. Concernant les votations, le taux de participation se stabilise également autour de 43% lors des trois dernières périodes observées.

La participation électorale est un indicateur essentiel de l'engagement civique et de la santé démocratique d'une société. Une forte participation est généralement interprétée comme un signe de légitimité du gouvernement élu et de confiance dans le système politique. De même, une faible participation peut indiquer un mécontentement à l'égard des options politiques disponibles, une méfiance à l'égard du système politique, ou un manque d'intérêt pour la politique. Dans le contexte suisse, nous avons observé une tendance générale à la baisse de la participation électorale tout au long du XXe siècle, avec un point bas atteint dans les années 1990. Cette tendance peut être attribuée à un certain nombre de facteurs. L'un d'eux peut être le sentiment parmi certains électeurs que leurs voix n'ont pas d'impact significatif sur les résultats des élections. Cela peut être particulièrement le cas dans un système politique consensuel comme celui de la Suisse, où les principaux partis sont souvent amenés à gouverner ensemble dans des coalitions. En outre, les changements sociaux, tels que l'urbanisation et l'augmentation du temps de travail, peuvent également contribuer à la baisse de la participation électorale. Les individus peuvent se sentir déconnectés de leur communauté locale et donc moins enclins à participer au processus électoral. Cependant, depuis 1995, nous avons observé une légère augmentation de la participation électorale, suivie d'une stabilisation lors des trois derniers scrutins. Cela pourrait être interprété comme un signe de regain d'intérêt pour la politique, peut-être stimulé par des questions politiques d'importance nationale ou par des campagnes efficaces pour encourager la participation électorale. Par rapport aux élections, le taux de participation aux votations - où les citoyens sont appelés à se prononcer directement sur des questions spécifiques - a également connu une tendance à la baisse, mais s'est stabilisé autour de 43% lors des trois dernières périodes observées. Cela pourrait indiquer que, bien que la participation électorale ait diminué, l'engagement des citoyens à l'égard de questions politiques spécifiques reste relativement stable.

L’image générale qui se dégage est une forte baisse de la participation et la question que l’on doit se poser est de savoir d’où vient cette forte baisse de la participation.

Nous allons nous concentrer sur deux facteurs qui peuvent nous aider à comprendre la participation politique qui sont deux facteurs qui permettent d’expliquer la participation et l’abstention, ce sont deux facteurs assez fondamentaux que sont le sexe et l’âge. Le sexe et l'âge sont deux facteurs déterminants lorsqu'il s'agit d'analyser le comportement électoral et la participation politique. Voici une analyse succincte de ces deux éléments :

  • Sexe : Historiquement, les différences de participation entre les sexes ont été significatives dans de nombreux pays, bien que cette tendance ait changé au fil du temps. Dans le passé, les hommes étaient généralement plus susceptibles de voter que les femmes, mais cette tendance s'est estompée dans de nombreux contextes, et dans certains pays, les femmes sont maintenant plus susceptibles de voter que les hommes. Cependant, il existe toujours des différences significatives dans le choix du parti ou les préférences politiques entre les hommes et les femmes.
  • Âge : La participation électorale varie souvent considérablement selon les groupes d'âge. En règle générale, les jeunes adultes sont moins susceptibles de voter que leurs aînés, bien que cette tendance puisse varier en fonction du contexte politique et de l'importance perçue de l'élection. Les personnes plus âgées ont généralement une plus grande expérience de la politique, une plus grande stabilité résidentielle et sont plus susceptibles d'avoir des liens avec des organisations communautaires ou politiques, ce qui peut les encourager à voter.

Ces deux facteurs peuvent se combiner de différentes façons pour influencer le comportement électoral. Par exemple, les jeunes femmes peuvent avoir des taux de participation différents de ceux des femmes plus âgées, ou des hommes du même âge. Il est important de considérer ces interactions lors de l'analyse de la participation électorale.

Sciarini 2015 taux de participation aux élections fédérales de 1995 à Genève.png

Ces chiffres de participation aux élections fédérales spécifiques au canton de Genève sont particulièrement précieux pour une analyse détaillée des comportements électoraux. Le fait que ces données soient réelles, plutôt que basées sur des sondages ou des enquêtes, donne une image plus précise et fiable de la participation électorale. Depuis 1995, le canton de Genève a pris l'initiative de recueillir et d'archiver numériquement les données sur la participation de tous ses citoyens. Cela permet une observation directe de l'évolution de la participation électorale au fil du temps. Il serait intéressant d'examiner ces chiffres en détail pour identifier des tendances ou des changements dans le comportement des électeurs. On peut analyser ces données en fonction de divers facteurs tels que l'âge, le sexe, le lieu de résidence, la profession, le niveau d'éducation, etc. pour avoir une compréhension plus approfondie des facteurs qui influencent la participation électorale. Ces données pourraient également être utiles pour évaluer l'efficacité de diverses initiatives visant à augmenter la participation électorale.

La courbe de participation représentée pour les élections fédérales de 1995 ressemble à un exemple classique, presque parfait, de ce à quoi on s'attendrait. Elle offre une représentation réaliste de la participation électorale dans la population. C'est une illustration vivante de la participation électorale en action, démontrant clairement comment elle varie selon différents groupes d'âge ou d'autres catégories démographiques. L'interprétation de cette courbe peut révéler des tendances importantes en matière de participation électorale. Par exemple, elle pourrait indiquer quels groupes d'âge sont les plus susceptibles de voter, ou quels segments de la population pourraient nécessiter davantage de sensibilisation ou d'éducation à l'importance du vote.

Cette courbe est idéale pour démontrer la tendance de la participation électorale en fonction de l'âge. Au moment où les jeunes atteignent l'âge de 18 ans et acquièrent le droit de vote, on constate un pic de participation plus élevé que dans la tranche d'âge de 20 à 25 ans. Cette augmentation peut s'expliquer par l'enthousiasme de l'exercice d'un nouveau droit. La courbe montre ensuite une forme de "U". Le creux de la participation est situé entre 20 et 29 ans, après quoi la participation augmente presque linéairement avec l'âge jusqu'à atteindre un pic entre 65 et 69 ans. Au-delà de cet âge, la participation commence à diminuer assez considérablement. Cela montre une tendance intéressante selon laquelle les personnes d'âge moyen et les personnes âgées sont plus susceptibles de participer aux élections que les jeunes adultes. Cela peut s'expliquer par plusieurs facteurs, tels que l'augmentation de l'intérêt pour la politique avec l'âge, une plus grande stabilité dans la vie qui donne plus de temps pour la participation civique, ou une conscience accrue de l'importance du vote. À l'inverse, la baisse de la participation chez les personnes très âgées peut être attribuée à des facteurs tels que les problèmes de santé ou la difficulté d'accès aux bureaux de vote.

Sciarini 2015 taux de participation aux élections fédérales de 2015 à Genève.png

Si nous réexaminons les mêmes données pour l'année 2015, nous observons une courbe similaire à celle de 1995, avec le même mouvement général. La chute initiale de la participation est cependant un peu moins prononcée, et le taux de participation ne tombe pas en dessous de celui des plus jeunes comme c'était le cas dans le graphique précédent. Cela est principalement dû à la manière dont les groupes d'âge ont été regroupés dans ce graphique : alors que dans le graphique précédent, nous avions des catégories d'âge allant jusqu'à 90 ans et plus, dans ce graphique, toutes les personnes âgées de 85 ans et plus sont regroupées dans une seule et même catégorie. Cela a pour effet de relever la moyenne du taux de participation, car il est généralement admis que les personnes âgées ont tendance à voter plus régulièrement que les groupes d'âge plus jeunes. Cependant, l'aspect général de la courbe reste le même, montrant une participation initialement élevée parmi les jeunes qui viennent d'acquérir le droit de vote, une baisse parmi les jeunes adultes, puis une augmentation constante avec l'âge jusqu'à un pic dans la vieillesse, avant de redescendre parmi les personnes très âgées.

Une tendance intéressante se dégage de ces deux graphiques. Auparavant, le pic de participation était atteint entre 65 et 75 ans pour les hommes. Cependant, en 2015, le sommet de la participation a été atteint chez les hommes âgés de 75 à 79 ans et chez les femmes âgées de 70 à 74 ans. Il semble donc qu'il y ait une tendance à voter de plus en plus tard dans la vie, ce qui serait cohérent avec l'augmentation de l'espérance de vie. En vieillissant, les gens restent en meilleure santé et plus actifs, ce qui leur permet de rester engagés et de continuer à voter plus longtemps qu'auparavant. Cela suggère que l'âge a un impact significatif sur le taux de participation aux élections. Cela peut s'expliquer par le fait que les personnes âgées ont souvent plus de temps libre pour s'informer et s'engager dans le processus politique, et qu'elles sont également plus susceptibles de ressentir l'impact des politiques gouvernementales sur leur vie quotidienne. En outre, le vote est parfois perçu comme un devoir civique, un sentiment qui peut se renforcer avec l'âge.

Les graphiques montrent une tendance claire en ce qui concerne la différence de participation entre les sexes. Que ce soit en 1995 ou en 2015, les jeunes femmes ont tendance à participer plus que les jeunes hommes. Après l'âge de 20 à 24 ans, où les taux de participation des hommes et des femmes sont presque identiques, la différence de participation entre les sexes tend à augmenter avec l'âge. Cet écart est particulièrement prononcé chez les personnes les plus âgées. Par exemple, chez les personnes âgées de 85 à 89 ans, le taux de participation est d'environ 40% chez les femmes, contre plus de 30% chez les hommes. Chez les personnes de 85 ans et plus, l'écart est encore plus grand, avec un taux de participation de 40% chez les femmes contre plus de 55% chez les hommes. Il peut y avoir plusieurs explications à cette différence. Les femmes peuvent être plus susceptibles que les hommes de s'engager dans le processus politique et de voter. Il est également possible que les hommes soient plus susceptibles de s'abstenir de voter en raison de divers facteurs, tels que des perceptions négatives de la politique ou un manque de confiance dans le système politique. Il peut également y avoir des facteurs socioculturels à l'œuvre, avec des attitudes différentes envers le vote et la participation politique entre les sexes.

Ces graphiques montrent que l'âge et le sexe sont deux facteurs clés dans la participation électorale. Tandis que la différence de participation entre les hommes et les femmes est minime chez les jeunes électeurs, cet écart tend à augmenter avec l'âge. La participation électorale augmente généralement avec l'âge, un schéma qui se reflète chez les hommes et les femmes. Cependant, l'écart de participation entre les sexes s'élargit à mesure que les groupes d'âge augmentent. Cela peut suggérer que les facteurs socioculturels ou les conditions de vie, qui peuvent varier avec l'âge, jouent un rôle dans cette divergence. Il est également intéressant de noter que, bien que les taux de participation augmentent avec l'âge, ce n'est pas toujours le cas. Par exemple, chez les femmes, la participation tend à atteindre son sommet entre 70 et 74 ans, puis à diminuer légèrement. Cette analyse souligne l'importance de prendre en compte les deux facteurs - l'âge et le sexe - lors de l'étude des comportements électoraux. Il ne suffit pas de regarder l'un sans tenir compte de l'autre, car ils interagissent clairement pour influencer le taux de participation électorale.

Nous allons maintenant essayer d’expliquer pourquoi il y a cette différence de participation en fonction de l’âge d’une part et en fonction du sexe d’autre part.

Influence du Genre sur la Participation Politique

Il y a d’abord des facteurs de type sociostructurel qui ont historiquement expliqué le différentiel de participation entre homme et femme.

Le premier facteur sociostructurel est la moindre intégration sociale et professionnelle de femmes. Cette théorie suggère qu'une intégration sociale et professionnelle accrue entraîne une plus grande participation politique. L'intégration sociale peut inclure un sentiment d'appartenance à une communauté, la capacité de comprendre et de participer à la vie sociale de cette communauté, et l'engagement dans des activités qui aident à renforcer les liens sociaux au sein de la communauté. L'intégration professionnelle, quant à elle, peut inclure des facteurs tels que l'emploi stable, l'accès à l'éducation et la formation, et la possibilité de progresser professionnellement. Le fait que les femmes étaient historiquement moins intégrées socialement et professionnellement que les hommes (en raison de facteurs tels que l'emploi du temps familial, les attentes sociétales et les inégalités professionnelles) aurait eu un impact sur leur engagement politique. Selon cette perspective, l'intégration sociale et professionnelle des femmes était limitée, ce qui pourrait expliquer en partie pourquoi elles étaient moins susceptibles de participer à la politique. C'est un point de vue qui met en évidence l'importance de l'égalité des genres dans tous les domaines de la vie, y compris dans le monde du travail et la vie sociale, afin de promouvoir une participation politique plus équilibrée.

Il est vrai que les femmes ont une espérance de vie généralement plus longue que celle des hommes, ce qui signifie qu'elles sont plus susceptibles de se retrouver veuves à un certain moment de leur vie. L'isolement social qui peut découler du veuvage peut potentiellement limiter la participation politique. En effet, la perte du conjoint peut entraîner une réduction des interactions sociales et une diminution de l'exposition à diverses opinions politiques, deux facteurs qui peuvent à leur tour réduire l'intérêt et l'engagement envers la politique. De plus, les veuves peuvent également être confrontées à des difficultés économiques, ce qui pourrait les rendre moins susceptibles de participer activement à la vie politique. Ces facteurs socio-structurels pourraient expliquer pourquoi les femmes, et en particulier les femmes âgées, participent moins à la politique.

En 2015, dans la catégorie des veufs, il y a 80% de femmes et 20% d’hommes. Dans la population, en général, il y a 51% de femmes et 49% d’hommes alors que dans le veuvage, il y a 80% de femmes et de 20% d’hommes. Cela explique en partie ce décrochage parce que le veuvage est un facteur puissant d’isolement social. Cette disparité, avec un nombre beaucoup plus élevé de femmes veuves que d'hommes, est sans doute due à la différence d'espérance de vie entre les sexes. Les femmes vivent en moyenne plus longtemps que les hommes, ce qui signifie qu'elles sont plus susceptibles de survivre à leur conjoint et de devenir veuves. L'isolement social qui découle souvent du veuvage peut être un obstacle à la participation politique. Les individus qui sont socialement isolés ont moins d'occasions d'interagir avec d'autres personnes et d'être exposés à différentes idées et opinions politiques, ce qui peut réduire leur intérêt pour la politique et leur volonté de participer à des élections. Il est important de souligner que cette situation peut être exacerbée pour les femmes âgées, qui sont déjà confrontées à d'autres formes d'exclusion sociale. Ces obstacles structurels peuvent rendre plus difficile la participation politique active de ces femmes, contribuant à l'écart de participation.

Si on est veuf, on a tendance à être plus isolé, on n’a plus de conjoint, on a des enfants qui ont quitté la maison et cet isolement social contribue à un abstentionnisme politique. le veuvage et l'isolement social qui en découle peuvent avoir un impact significatif sur la participation politique. Comme souligné, ce phénomène affecte plus souvent les femmes, en raison de leur espérance de vie plus longue.

Si on ajuste les données pour équilibrer le nombre de veufs et de veuves, on pourrait probablement observer une réduction de l'écart de participation entre les hommes et les femmes. Cela pourrait indiquer que le veuvage et l'isolement social sont des facteurs importants contribuant à l'écart de participation politique entre les sexes chez les personnes âgées. Autre explication des facteurs de type socioculturels et plus précisément la persistance des modèles traditionnels du rôle des femmes. Cela est presque indépendamment des facteurs sociostructurels qui est le fait qu’il y ait eu pendant très longtemps ce maintien du modèle classique de la vision de la femme dans la société et du rôle de la femme dans la société dans l’espace privé et dans l’espace public qui a eu pour effet de réduire le taux de participation des femmes par rapport aux hommes.

En Suisse, le droit de vote aux femmes a été accordé très tardivement par rapport à d'autres pays. Au niveau fédéral, ce droit n'a été accordé qu'en 1971, bien après la plupart des autres pays occidentaux. Dans certains cantons plus conservateurs, les femmes ont dû attendre encore plus longtemps pour obtenir le droit de vote au niveau cantonal. C'est le cas du canton d'Appenzell Rhodes-Intérieures, qui n'a accordé le droit de vote aux femmes qu'en 1991, suite à une décision de la Cour fédérale. Ce retard dans l'obtention du droit de vote a probablement eu un impact sur la participation politique des femmes, en particulier des femmes plus âgées. Leur intégration dans le processus politique a été retardée, et elles ont eu moins de temps pour s'habituer à l'idée de voter et pour développer les habitudes et les compétences liées à la participation politique. C'est probablement l'une des raisons pour lesquelles la participation des femmes est plus faible que celle des hommes, en particulier chez les personnes âgées.

Le canton d'Appenzell Rhodes-Intérieures a été le dernier canton en Suisse à accorder le droit de vote aux femmes, et cela ne s'est produit qu'en 1991, sous la pression d'un arrêt de la Cour fédérale. Cette dernière a déclaré que le refus d'accorder le droit de vote aux femmes dans le canton était en violation de la Constitution fédérale, qui stipule l'égalité des droits entre les hommes et les femmes. Cette situation est une illustration frappante de la façon dont les normes sociales et politiques peuvent différer considérablement d'une région à l'autre au sein d'un même pays. Il est important de noter que même si les femmes ont obtenu le droit de vote au niveau fédéral en Suisse en 1971, il a fallu encore vingt ans pour que ce droit soit pleinement reconnu dans l'ensemble du pays. C'est un rappel de la manière dont le changement social et politique peut être un processus lent et parfois conflictuel.

Quelles sont les conséquences de cet octroi tardif du droit de vote aux femmes et en quoi est-ce que cela a pu avoir une conséquence sur le taux de participation encore aujourd’hui ?

L'impact de l'acquisition tardive du droit de vote pour les femmes en Suisse, en particulier dans certains cantons, ne doit pas être sous-estimé. L'accession au droit de vote est souvent considérée comme un rite de passage dans la vie adulte, et pour les femmes de certaines générations en Suisse, cette étape n'est venue que tardivement. Les femmes qui n'ont pas obtenu le droit de vote jusqu'à plus tard dans leur vie ont manqué de nombreuses années de socialisation politique qui sont normalement une partie importante de l'âge adulte. Cette socialisation politique peut inclure des choses comme le suivi des élections, la discussion des questions politiques avec des amis et des collègues, et la participation à des organisations ou des groupes politiques. Sans cette socialisation politique, ces femmes ont pu être moins enclines à participer à la vie politique lorsqu'elles ont finalement obtenu le droit de vote. Cela peut aider à expliquer pourquoi, dans les statistiques de participation électorale, nous voyons une participation plus faible chez les femmes âgées en Suisse.

L'accès tardif au droit de vote a empêché ces femmes d'acquérir de l'expérience et de se familiariser avec les processus politiques au même âge que leurs homologues masculins. Ce retard a sans doute contribué à leur désengagement ou à leur participation moindre à la politique. On peut même imaginer que cet effet institutionnel se conjugue avec l’effet sociostructurel de la grande fréquence des femmes veuves. En effet, l'isolement social résultant du veuvage pourrait se combiner avec le manque d'expérience politique individuelle pour contribuer à un désengagement politique accru parmi les femmes âgées. Si ces femmes s'étaient auparavant fiées à leur mari pour obtenir des informations et des conseils sur la politique, leur participation pourrait diminuer après le décès de leur mari. Cela souligne l'importance de l'autonomie politique et de l'éducation civique pour toutes les personnes, indépendamment de leur sexe. Il est crucial que chacun puisse développer sa propre compréhension des questions politiques et s'engager de manière autonome dans le processus politique.

L'intersection de ces facteurs - le veuvage et l'obtention tardive du droit de vote - peut jouer un rôle important dans le désengagement politique des femmes âgées en Suisse. L'histoire du droit de vote des femmes en Suisse est unique et reflète une évolution sociale et politique plus large qui a conduit à une inclusion politique plus complète. Néanmoins, l'héritage de l'exclusion politique persiste et se manifeste dans les taux de participation des élections. Les femmes âgées en Suisse, qui ont obtenu le droit de vote plus tard dans leur vie, peuvent avoir eu moins d'occasions d'acquérir une expérience politique et d'engagement citoyen, ce qui peut expliquer pourquoi elles se désengagent du processus politique à un rythme plus élevé que les hommes du même âge. De plus, l'impact du veuvage sur l'isolement social et donc sur la participation politique ne doit pas être sous-estimé. Cela renforce la nécessité de politiques publiques et d'interventions ciblées visant à encourager l'engagement politique des populations vulnérables, y compris les femmes âgées.

La thèse révisionniste sur la participation politique des femmes offre une perspective nouvelle et critique sur les facteurs traditionnels d'analyse. Elle suggère que les explications classiques de la participation des femmes peuvent ne plus être suffisantes pour comprendre les tendances actuelles de la participation politique des femmes. Dans le contexte moderne, plusieurs changements structurels ont été observés qui ont influencé la participation politique des femmes. Les femmes sont devenues plus présentes dans le monde du travail, plus éduquées et plus engagées dans la sphère publique. Ces transformations peuvent conduire à une modification de la relation entre le sexe, l'âge et la participation politique. La thèse révisionniste suggère que la structure de la participation des femmes aux élections a changé et que nous devons examiner d'autres facteurs pour comprendre la participation politique des femmes aujourd'hui. Ces facteurs peuvent comprendre le niveau d'éducation, la participation à la main-d'œuvre, l'indépendance économique, le mariage et la maternité, entre autres.

Au cours des dernières décennies, l'intégration sociale et professionnelle des femmes s'est considérablement accrue, ce qui a eu un impact significatif sur leur participation politique. En premier lieu, l'augmentation de l'éducation des femmes a renforcé leur intégration sociale. Les femmes ont aujourd'hui accès à tous les niveaux d'éducation, y compris l'enseignement supérieur, ce qui leur offre une meilleure connaissance et compréhension des enjeux politiques. Deuxièmement, l'augmentation de la participation des femmes à la main-d'œuvre a également renforcé leur intégration sociale et professionnelle. Aujourd'hui, de plus en plus de femmes travaillent à temps plein et occupent des postes de direction. Cela leur a donné une plus grande autonomie économique, ce qui a renforcé leur capacité à participer à la politique. Troisièmement, les changements dans le rôle des femmes au sein de la famille ont également contribué à leur intégration sociale et professionnelle. Avec l'augmentation du nombre de femmes qui travaillent, le modèle traditionnel de la femme au foyer a été remis en question. De plus, avec l'augmentation des divorces et des familles monoparentales, de plus en plus de femmes assument des rôles de chefs de famille, ce qui peut également augmenter leur participation politique. Tous ces facteurs ont contribué à un "effet de rattrapage" où les femmes ont rattrapé les hommes en termes de participation politique. Cependant, il est important de noter que malgré ces progrès, des disparités persistent. Par exemple, les femmes sont toujours sous-représentées dans les positions de leadership politique et les obstacles structurels à la participation politique des femmes, comme le sexisme et la discrimination, existent toujours.

La montée des femmes dans la sphère professionnelle a des implications politiques significatives. Historiquement, les femmes ont été largement exclues de la vie politique et leur taux de participation politique a été plus faible que celui des hommes. Cependant, avec leur intégration croissante dans le monde du travail et leur participation accrue à la vie sociale, les femmes ont acquis une plus grande autonomie économique et sociale. Ceci, à son tour, a stimulé leur engagement et leur participation à la politique. En outre, l'entrée des femmes dans le monde du travail a également changé la dynamique de la vie familiale et domestique, avec une répartition plus égale des responsabilités domestiques entre les hommes et les femmes. Cela a également libéré du temps et de l'énergie pour les femmes, qui peuvent être consacrés à la participation politique. Les femmes sont plus intégrées socialement et professionnellement qu’avant, elles sont donc aussi plus intégrées politiquement qu’elles ne l’étaient avant et elles finissent par rattraper les hommes.

Selon cette thèse révisionniste, le fossé du genre (« gender gap ») en termes de participation politique aurait disparu. bien que de nombreux pays ont observé une diminution significative de l'écart entre les sexes en termes de participation politique, des différences persistent encore dans certains pays, y compris la Suisse. Dans de nombreux pays développés, y compris les États-Unis, les pays scandinaves, la France et l'Allemagne, l'écart de genre en termes de participation politique a diminué de manière significative au cours des dernières décennies. Cela est en grande partie dû à une combinaison de facteurs, notamment l'évolution des attitudes sociétales, l'amélioration de l'accès à l'éducation pour les femmes, une intégration accrue des femmes dans le monde du travail, ainsi que des efforts politiques délibérés pour augmenter la représentation des femmes en politique. L'écart entre les sexes en termes de participation politique ne se limite pas seulement à voter lors des élections. Il s'étend également à d'autres aspects de la participation politique, tels que le fait de se présenter aux élections, d'occuper des postes de direction politiques, d'être actif dans les partis politiques, et de participer à des mouvements sociaux et à des manifestations.

En Suisse, bien qu'il y ait eu une augmentation de la participation des femmes aux élections, il y a encore un écart entre les sexes en termes de représentation politique. Par exemple, les femmes sont sous-représentées dans les postes de leadership politiques, et moins de femmes sont élues aux postes politiques par rapport aux hommes.

Selon les enquêtes, il n'y a plus d'écart de participation entre les hommes et les femmes lors des votations fédérales en Suisse. Cependant, un léger écart persiste lors des élections, avec une participation légèrement inférieure chez les femmes. En Suisse, bien que le processus de rattrapage et de convergence soit en cours, il n'est pas encore totalement achevé. Il est possible que ce processus de rattrapage soit également influencé par le fait que l'impact du facteur institutionnel - l'octroi tardif du droit de vote aux femmes - s'atténue avec le temps. En effet, la proportion de femmes qui ont atteint l'âge adulte sans avoir le droit de vote diminue progressivement.

En Suisse, comme dans de nombreux autres pays, la participation des femmes aux élections a considérablement augmenté au fil du temps. Cela peut être attribué à un certain nombre de facteurs, notamment une plus grande égalité des sexes, une intégration sociale et professionnelle plus forte des femmes et une plus grande sensibilisation et éducation en matière politique. Il est également vrai que l'effet du droit de vote tardif des femmes en Suisse est en train de s'estomper avec le temps, car de plus en plus de femmes ont acquis le droit de vote dès leur majorité. Cela signifie que les femmes qui sont arrivées à l'âge adulte sans le droit de vote sont de moins en moins nombreuses, et que cet effet institutionnel historique a moins d'influence sur les tendances actuelles de la participation électorale. Cependant, il existe toujours un certain écart de participation entre les hommes et les femmes lors des élections en Suisse, bien que cet écart se réduise progressivement. De plus, il est crucial de continuer à travailler pour éliminer les obstacles qui empêchent encore certaines femmes de participer pleinement à la vie politique et sociale.

Les femmes qui ont été touchées par l'absence de droit de vote lorsqu'elles ont atteint leur majorité sont de plus en plus rares, et par conséquent, l'impact institutionnel va progressivement s'atténuer et finalement disparaître. Il existe encore des disparités, par exemple à Genève, où l'écart de participation entre les hommes et les femmes est presque négligeable. Bien qu'il reste une différence, elle est vraiment très minime. L'existence de ce faible écart de participation entre les hommes et les femmes à Genève suggère que la socialisation politique des femmes s'est considérablement améliorée au fil du temps. Cela peut être attribué à plusieurs facteurs, comme une plus grande intégration sociale et professionnelle des femmes, et une disparition progressive de l'impact institutionnel lié au fait que le droit de vote a été accordé aux femmes plus tardivement qu'aux hommes.

Analyse de l'Effet de l'Âge sur la Participation Politique

L'âge en tant que variable démographique peut encapsuler plusieurs facteurs qui contribuent à expliquer les différences de comportement, y compris en matière de participation politique. Derrière la variable « âge », il y a différents types de mécanismes.

Il y a trois principaux effets d’âge :

  • Effets de cohorte : Les personnes nées à différentes époques ont vécu des expériences historiques et sociales distinctes qui peuvent façonner leur comportement tout au long de leur vie. Par exemple, une personne qui a grandi pendant une période de bouleversements politiques majeurs peut être plus politiquement active à l'âge adulte que quelqu'un qui n'a pas eu cette expérience.
  • Effets du cycle de vie : Les priorités et les responsabilités des gens changent à mesure qu'ils vieillissent, ce qui peut influencer leur niveau d'engagement politique. Par exemple, les personnes plus âgées, qui sont souvent à la retraite et ont plus de temps libre, peuvent être plus susceptibles de voter que les jeunes adultes qui sont occupés par leur carrière et leur famille.
  • Effets de période : Ces effets se réfèrent à des événements particuliers qui surviennent à un moment précis dans le temps et qui peuvent affecter toutes les personnes vivantes, indépendamment de leur âge ou de la cohorte à laquelle elles appartiennent. Par exemple, un événement majeur comme une guerre, une crise économique ou une élection très polarisée peut mobiliser ou démobiliser les gens politiquement, quel que soit leur âge. Dans le contexte de la participation politique, un effet de période pourrait être observé si, par exemple, une élection particulièrement controversée ou un référendum sur un enjeu majeur entraînait une augmentation de la participation électorale pour toutes les tranches d'âge. Ces effets de période, lorsqu'ils sont pris en compte avec les effets de cohorte et du cycle de vie, peuvent aider à donner une image plus complète et nuancée de la manière dont l'âge influence la participation politique.

Le Cycle de Vie et l'Effet du Vieillissement Biologique

L'âge dans le contexte du parcours de vie a des implications profondes pour l'engagement politique. Il faut cependant préciser que ce ne sont pas les âges en eux-mêmes qui déterminent le niveau d'engagement politique, mais plutôt les rôles et les responsabilités associés à chaque étape de la vie. Par exemple, une personne de 20 ans, souvent en train de suivre des études ou de commencer une carrière, peut avoir moins de temps ou de ressources pour s'engager politiquement. De plus, elle peut ne pas se sentir totalement intégrée dans la société en raison de son manque d'expérience ou de responsabilités familiales et professionnelles. À l'inverse, une personne de 40 ans, qui a probablement une carrière établie, peut être mariée et avoir des enfants. Ces éléments peuvent favoriser une plus grande intégration sociale, ce qui, à son tour, peut mener à un engagement politique accru. Cette intégration peut être alimentée par des réseaux sociaux plus vastes, une exposition à une plus grande diversité d'opinions politiques, et un sentiment accru de responsabilité envers la communauté.

L'expérience politique - ou la compétence politique - est un autre facteur important qui peut influencer la participation politique des individus. Ce n'est généralement pas un ensemble de compétences que l'on acquiert du jour au lendemain, mais plutôt quelque chose qui se développe progressivement avec le temps, à mesure que l'on acquiert de l'expérience et des connaissances sur le système politique. En général, plus on vieillit, plus on a l'occasion de se familiariser avec les enjeux politiques et de comprendre leur impact sur notre vie quotidienne. Cela peut stimuler l'intérêt pour la politique et, par conséquent, la volonté de participer à des élections ou d'autres formes d'engagement politique. En d'autres termes, l'âge peut contribuer à augmenter notre capacité à comprendre la politique et à y participer activement.

L'âge peut avoir des impacts contrastés sur la participation politique. D'une part, avec le temps, les gens gagnent en expérience et en connaissance, ce qui peut stimuler leur engagement politique. D'autre part, le vieillissement peut aussi entraîner des problèmes de santé et un isolement social accru, ce qui peut limiter la capacité ou la volonté de participer à la vie politique. À mesure que les gens vieillissent, ils peuvent être confrontés à diverses difficultés, telles que des problèmes de santé qui limitent leur mobilité ou leur capacité à participer pleinement à la vie sociale. De plus, la retraite et la perte de proches peuvent également entraîner un sentiment d'isolement et une diminution de l'intégration sociale, ce qui peut à son tour réduire l'engagement politique. C'est donc une interaction complexe entre l'âge, l'expérience, l'intégration sociale et la santé qui détermine le niveau de participation politique d'un individu. Cette relation multidimensionnelle peut expliquer pourquoi la participation politique tend à augmenter avec l'âge, mais peut également diminuer chez les personnes très âgées.

L'Effet de Génération ou l'Effet de Cohorte

L'effet de cohorte, aussi appelé effet générationnel, fait référence à l'influence des événements historiques et culturels vécus par une génération spécifique à un moment précis de son développement. Les personnes nées au même moment partagent une expérience commune qui peut influencer de manière significative leur comportement et leurs attitudes, y compris leur participation politique. Par exemple, une génération qui a grandi pendant une période de guerre ou de bouleversements sociaux majeurs peut avoir une vision très différente de la politique et de l'engagement civique par rapport à une génération qui a grandi pendant une période de stabilité relative. Ces expériences communes peuvent avoir un impact durable sur les attitudes et les comportements politiques.

L'effet de cohorte ou effet générationnel se base sur l'idée que les événements majeurs qui surviennent pendant notre jeunesse ou notre adolescence ont un impact durable sur notre comportement, y compris notre engagement politique. Par exemple, les personnes qui ont vécu Mai 68 en France ont été profondément marquées par cette période de protestation et de changement social. Cet événement a pu influencer leur perception de la politique, leur niveau d'engagement et leur comportement électoral pour le reste de leur vie. Ils pourraient être plus enclins à participer à des manifestations politiques, à voter pour des candidats progressistes, ou à soutenir des causes sociales ou politiques spécifiques. De la même manière, les personnes qui ont vécu la Seconde Guerre Mondiale, la Guerre Froide, la chute du mur de Berlin, ou d'autres événements historiques majeurs peuvent également avoir des attitudes et des comportements politiques distincts qui sont influencés par ces expériences. Par conséquent, pour comprendre la participation politique, il est nécessaire de prendre en compte non seulement l'âge d'un individu, mais aussi les événements historiques qui ont façonné son expérience et ses attitudes politiques.

Le sentiment du devoir civique et l'importance de voter semblent avoir évolué au fil des générations. Les générations plus âgées, qui ont grandi à une époque où les droits civiques étaient souvent durement gagnés, peuvent considérer le vote non seulement comme un droit, mais aussi comme une obligation essentielle. Par contre, les générations plus jeunes, qui ont grandi dans une époque de plus grande stabilité politique et où le droit de vote est souvent tenu pour acquis, peuvent ne pas ressentir le même sens du devoir civique. De plus, ils peuvent se sentir détachés des structures politiques traditionnelles et préférer s'engager politiquement de manières différentes, par exemple par le biais des médias sociaux ou du militantisme.

L'âge avancé peut entraîner une baisse de la participation politique pour diverses raisons. Il peut s'agir de problèmes de santé limitant la capacité à se rendre aux bureaux de vote ou à s'engager activement dans les activités politiques, ou encore de l'isolement social. De plus, les personnes âgées peuvent parfois se sentir déconnectées des problèmes politiques actuels, ce qui pourrait également réduire leur motivation à participer. Cependant, il est également important de noter que beaucoup de personnes âgées restent politiquement actives et engagées. Elles peuvent avoir plus de temps libre pour suivre l'actualité politique et participer à diverses activités liées à la politique. De plus, avec l'avancée des technologies numériques et l'accessibilité croissante de l'information, de plus en plus de personnes âgées sont en mesure de rester impliquées dans la politique malgré les obstacles physiques potentiels. Enfin, il convient de souligner que même si l'âge peut avoir un impact sur la participation politique individuelle, les tendances générales de participation sont également influencées par une variété d'autres facteurs, comme la confiance dans les institutions politiques, le niveau d'éducation, l'intérêt pour la politique, et les caractéristiques du système électoral lui-même.

L'Effet de Période sur la Participation Politique

L'effet de période, aussi parfois appelé effet d'époque, fait référence à l'impact des événements et des conditions sociétales qui se produisent à un moment donné et qui peuvent influencer tous les groupes d'âge et toutes les cohortes de manière similaire. Par exemple, une crise économique majeure, une guerre, une élection particulièrement controversée, un mouvement social d'ampleur, ou une pandémie mondiale (comme le COVID-19) peuvent tous être considérés comme des facteurs de période. Ces événements ont le potentiel de changer les attitudes et les comportements politiques indépendamment de l'âge ou de la cohorte d'une personne. Dans le contexte de la participation politique, l'effet de période pourrait se manifester de plusieurs façons. Par exemple, pendant une crise économique majeure, les gens de tous âges et de toutes cohortes peuvent être plus susceptibles de participer à la politique pour exprimer leur mécontentement ou soutenir les politiques de changement. De même, lors d'élections très polarisées ou controversées, les taux de participation peuvent augmenter à travers tous les groupes d'âge et de cohortes.

L'effet de période dans le contexte politique suisse à partir de 1995, est un exemple illustratif de comment les changements globaux dans le climat politique d'une nation peuvent influencer la participation électorale de l'ensemble de sa population, indépendamment de l'âge ou de la cohorte. La politisation croissante et la polarisation de la politique suisse ont créé un environnement plus compétitif et conflictuel, poussant davantage de personnes à participer activement à la politique. La perception d'enjeux plus importants et plus clairement définis a probablement incité davantage de personnes à voter, car elles peuvent ressentir que leur voix a un impact plus significatif sur les résultats. De plus, l'effet de période peut également être renforcé par les changements dans la communication politique et l'accès à l'information. Avec l'essor des médias sociaux et des plateformes de nouvelles en ligne, l'engagement politique peut être plus accessible et immédiat, ce qui peut également contribuer à une augmentation de la participation électorale.

Différenciation entre l'Effet d'Âge, l'Effet de Cohorte et l'Effet de Période

Distinguer l'effet d'âge, l'effet de cohorte et l'effet de période peut être un véritable défi en sciences sociales, notamment en politique. Ces trois effets sont souvent entrelacés et peuvent se renforcer mutuellement, ce qui rend difficile leur distinction claire dans l'analyse d'une seule enquête ou élection.

L'effet d'âge est lié à l'évolution personnelle et à l'expérience, l'effet de cohorte est influencé par les événements sociopolitiques qui se sont produits pendant la jeunesse d'un individu, et l'effet de période est le reflet de l'impact d'événements ou de tendances larges et générales qui influencent toutes les générations simultanément. Tous ces effets peuvent avoir un impact sur les attitudes et les comportements politiques d'un individu. Par exemple, une personne née dans les années 60 pourrait avoir des attitudes politiques différentes de celle née dans les années 80 (effet de cohorte), mais leur comportement électoral pourrait également changer à mesure qu'ils vieillissent (effet d'âge). De plus, les événements politiques majeurs peuvent influencer le comportement de vote de tous les âges et cohortes (effet de période). Par conséquent, pour distinguer ces effets, il est souvent nécessaire de réaliser des études longitudinales, qui suivent les mêmes individus ou groupes d'individus sur de longues périodes. De telles études peuvent aider à isoler l'effet de l'âge, de la cohorte et de la période en contrôlant les autres variables.

L'identification précise des effets d'âge, de cohorte et de période nécessite des séries temporelles de longue durée. Ces types de données permettent aux chercheurs d'observer les mêmes individus ou groupes d'individus sur une longue période, leur permettant de suivre les changements dans les attitudes et comportements politiques au fil du temps. Avec une série temporelle de longue durée, les chercheurs peuvent essayer de contrôler ou d'ajuster pour les effets de cohorte et de période, afin de mieux isoler et comprendre l'effet d'âge. De même, ils peuvent également essayer de contrôler l'effet d'âge pour mieux comprendre l'effet de cohorte et de période. Par exemple, ils peuvent comparer les attitudes politiques des individus nés à différentes époques mais à un âge similaire, ou ils peuvent comparer les attitudes des individus du même groupe d'âge à différents moments. Cependant, même avec des séries temporelles de longue durée, il peut être difficile de distinguer parfaitement ces effets en raison de leur nature entrelacée. Néanmoins, ces types de données fournissent un outil précieux pour étudier et comprendre les influences complexes sur les attitudes et comportements politiques.

Il est essentiel d'apprécier la complexité des études sur la participation politique. Alors que les facteurs tels que l'âge et le sexe sont certainement importants et ont été démontrés avoir des impacts significatifs sur la participation politique, il y a beaucoup d'autres variables à prendre en compte. Ces variables peuvent inclure l'éducation, le revenu, l'emploi, la race, l'ethnie, la religion, l'emplacement géographique, l'orientation politique, la satisfaction avec le gouvernement, la confiance dans les institutions politiques, l'intérêt pour la politique, et plus encore. Chacune de ces variables peut interagir avec les autres de manière complexe, influençant la participation politique d'une manière qui peut être difficile à prédire sans un modèle détaillé. De plus, il est également important de noter que la participation politique elle-même peut prendre de nombreuses formes, allant du vote aux manifestations, en passant par l'activisme en ligne ou le bénévolat pour une campagne politique. Ainsi, tout en reconnaissant le poids des facteurs tels que l'âge et le sexe, il est également crucial d'adopter une approche multidimensionnelle pour comprendre la participation politique, une qui tient compte de la variété des facteurs qui peuvent l'influencer et des différentes formes qu'elle peut prendre.

Anexos

  • Bartolini, Stefano & Mair, Peter (1990). Identity, Competition, and Electoral Availability. Cambridge: Cambridge University Press.
  • Bornschier, Simon (2007). Cleavage Politics and the Populist Right. The New Cultural Conflict in Western Europe. Philadelphia: Temple University Press.
  • Brunner, Matthias & Sciarini, Pascal (2002). L'opposition ouverture-traditions. In Hug, Simon & Sciarini, Pascal (éds.), Changements de valeurs et nouveaux clivages politiques en Suisse. Paris: L'Harmattan, pp. 29-93.
  • Campbell, A., Converse, P. E., Miller, W. E., & Stokes, D. E. (1960). The American Voter. New York: John Wiley.
  • Downs, Anthony (1957). An economic theory of democracy. New York: Harper and Row.
  • Duverger, Maurice (1951). Les partis politiques. Paris: Seuil
  • Inglehart, Ronald (1977). The silent revolution: Changing values and political styles among western publics. Princeton: Princeton University Press.
  • Kerr, Henri (1987). The Swiss Party System: Steadfast and Changing. In Daalder, Hans (ed.), Party Systems in Denmark, Austria, Switzerland the Netherlands and Belgium. London: Frances Pinter.
  • Kriesi, Hanspeter, et al. (2008). West European politics in the Age of Globalization. Cambridge: Cambridge University Press.
  • Lazarsfeld, Paul F., Berelson, Bernard & Gaudet, Hazel (1944). The People's Choice. New York: Columbia University Press.
  • Nicolet, Sarah & Sciarini, Pascal (2010). Conclusion. In Nicolet, Sarah & Sciarini, Pascal (éds.), Le destin électoral de la gauche. Le vote socialiste et vert en Suisse. Genève: Georg, pp. 439-467.
  • Oesch, Daniel & Rennwald, Line (2010a). La disparition du vote ouvrier? Le vote de classe et les partis de gauche en Suisse. In Nicolet, Sarah & Sciarini, Pascal (éds.) Le destin électoral de la gauche. Le vote socialiste et vert en Suisse. Genève: Georg, pp. 219-256.
  • Oesch, Daniel, & Rennwald, Line (2010b). Un électorat divisé? Les préférences politiques des classes sociales et le vote de gauche en Suisse en 2007. In Nicolet, Sarah & Sciarini, Pascal (éds.), Le destin électoral de la gauche. Le vote socialiste et vert en Suisse. Genève: Georg, pp. 257-291.
  • Petrocik, John, R. (1996). Issue Ownership in Presidential Elections, with a 1980 Case Study. American Journal of Political Science 40(3): 825-850.
  • Sciarini, Pascal (2011). La politique suisse au fil du temps. Genève: Georg.
  • Sciarini, Pascal, Ballmer-Cao, Thanh-Huyen & Lachat, Romain (2001). Genre, âge et participation politique: les élections fédérales de 1995 dans le canton de Genève. Revue suisse de science politique 7(3): 83-98.

Referencias